Capítulo 01

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La mañana había sido eterna.
Para ser sincera, solo deseaba que el día terminase para poder abrir la botella de vino blanco que guardaba al fondo de su frigorífico, relajarse en una bañera llena de espuma con una copa en la mano y acabar en medio de su gran cama con Tom entre sus piernas.

Suspiró mientras contestaba un nuevo correo.
Parecía que no se terminaban nunca.
Con cada uno que respondía, dos más aparecían en su bandeja de entrada.

Volviéndose hacia el reloj de pared que colgaba sobre la puerta de la oficina, dejó escapar otro suspiro. Todavía le quedaban unas horas para cumplir su hermosa fantasía.
Con un poco de suerte, su jefe habría follado en su oficina con su actual secretaría y estaría de buen humor para dejarles marchar antes.
Pero en cuanto vio a la secretaría salir dando un portazo de la oficina del jefe, supo que su tarde de viernes acababa de volverse todavía peor...

Rezando para que el jefe no saliese de su cueva, se apresuró a terminar sus tareas, entre ellas, negarse por millonésima vez a ir a cenar con su hermana perfecta, casada con el hombre perfecto.
Brenda no necesitaba un Tom. Ya tenía a un Brad.

Brenda
Oh, vamos. Ni que tuvieras otro plan mejor.

Yo
Lo tengo.
Vino. Baño. Más vino. Cama y Tom.

Brenda
Que antepongas el alcohol y a tu consolador a tu familia es muy triste. Además, hoy vendrá el socio de Brad.

Yo
¿Es tan perfecto como Brad? 🤔

Brenda
Nadie se compara a MI hombre. 😍😍

Yo
Entonces no estoy interesada. Cuando mueras, me quedaré con TU hombre. 😈

Brenda
Sigue soñando pequeña. Mañana le llevaré a tatuarse mi nombre en la polla.

Yo
Auch. Eso debe doler. Asegúrate de darle muchos besos en la zona luego.

Brenda
Eso puedo hacerlo. 😉

Yo
¡No necesito saber eso! 🤢🤢🤢

Cerró la conversación con su hermana y se escondió tras la pantalla de su ordenador cuando la puerta del jefe supremo se abrió.
No parecía de mal humor, pero solo por las dudas, trataría de hacerse invisible.

—Emma.
Y se acabó la invisibilidad.
—¿Si señor Doyle?
Todavía le costaba creer que los padres del hombre que tenía frente a ella le hubiesen llamado como el famoso escritor creador de Sherlock Holmes.

Arthur Doyle se detuvo frente a su mesa y le dio un repaso a sus uñas antes de mirarla.

—Has estado haciendo un buen trabajo, pero sé que hay algunos archivos que necesitan pasarse a ordenador, por lo que sería estupendo que pudieras quedarte hasta tarde hoy.
La junta los necesita para el lunes y la verdad es que confío en tu trabajo. Sé que sabrás aprovechar hasta el último minuto. Buen fin de semana, Emma.
Y con esto, puso su chaqueta sobre sus hombros y se marchó.

Hijo de puta.

Eran pasadas las diez cuando finalmente apagó el ordenador.
Al paso que iba, necesitaría gafas de modo permanente.
Se frotó los ojos y recogió sus cosas asegurándose de que había cerrado todo correctamente.

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