Capítulo 05

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Podía ver perfectamente los dos dedos que el chico plantó frente a sus ojos, sin embargo, era incapaz de apartar estos de su tatuaje.

Finalmente obligó a su lengua a responder y susurró que estaba bien y que en realidad el balón no la había golpeado tan fuerte.

No fue hasta que trató de mantenerse sobre sus pies, que sus piernas hicieron el amago de doblarse. Agarrándose fuerte a los antebrazos del chico, permitió que este rodease con una mano su cintura antes de llevar la otra a sus piernas y cogerla cual recién casados.

No dijo nada, ni él tampoco, hasta que la dejó cómodamente sobre un banco.

—¿Seguro que estás bien?

—Sí. De verdad que no es nada.

—Bien. Bueno, lo lamento de nuevo, no medí mi fuerza.

—No pasa nada. Gracias por venir en mi ayuda.

—De nada. Soy Leo.

Esta vez sí se permitió mirarle. El chico era realmente un bombón y con ese maldito cuerpo suyo, sin duda era un buen añadido. Sin embargo, no podía apartar la imagen de él sujetando su erección que todavía conservaba en su teléfono.

—Emma.

—Es un placer. Ahora debo irme, pero espero verte de nuevo.

Ella asintió todavía algo idiotizada por él. Cuando este se alejó para volver a los otros que le esperaban, Emma sacó el teléfono de su bolsillo, buscó el mensaje del chico y con decisión, marcó su número sin apartar la vista de él.

Tal vez no llevaba su teléfono encima y por eso no había escuchado la llamada.

Probó de nuevo pero entonces alguien canceló la llamada y sin duda no era el chico.

Ninguna posible novia celosa estaba cerca de ellos, entonces, ¿de quién había estado recibiendo mensajes?

Más confundida que cuando llegó, se puso en pie y se alejó despacio mientras su mente seguía dándole vueltas a todo.

Una vez en su casa, abrió el frigorífico para prepararse algo rápido para comer, sin embargo, cuando vio el escaso contenido de este, cerró con una mueca y fue directa a su teléfono y a la aplicación de comida a domicilio que tenía instalada y a la que recurría más de lo que debería.

Media hora más tarde, el repartidor le entregó una suculenta hamburguesa con sus complementos que tardó menos de quince minutos en devorar.

Ahora que estaba con el estomago lleno, cogió las llaves del coche y salió de nuevo. Quería acercarse al centro comercial. Las tiendas estarían cerradas, pero quizá ver una película con un buen cubo de palomitas y una bebida extra grande, ayudaría.

Una vez en su asiento, sacó su teléfono para ponerlo en silencio y acomodarse, cuando entró un nuevo mensaje.

Número desconocido

¿Te comió la lengua el gato? No has dicho nada acerca de lo que te mandé, pero quería disculparme si fue demasiado. He visto que llamaste. Lamento no haber respondido, pero estaba ocupado.

Planteándose en si responder o no, decidió bloquear el teléfono y concentrarse en la película que estaba por empezar.

Por lo menos sabía que había sido él mismo quien había cancelado la llamada.

Hora y media después, salió de la sala sintiéndose mucho mejor.

La película había sido entretenida, aunque el tiburón fuese un sociópata de cuidado.

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