Capítulo 17

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La crisis había pasado. Su corazón se había detenido casi por un minuto completo, pero Emma estaba bien, y ahora todos podían respirar con normalidad.

Tom había tenido que irse a casa. Su abuela había tenido un episodio complicado y la enfermera que la estaba cuidado le llamó para ponerle sobre aviso.

Afortunadamente, cuando llegó, ella estaba muy tranquila y charlaron un rato como si nada hubiese cambiado.
Quiso aprovechar la lucidez de su abuela, para contarle sobre Emma.
Siempre había podido contarle todo, de modo que después de darse una muy necesaria ducha y cambiarse, se sentó con ella en la mesa de la cocina, y le contó sobre ella mientras comían.

—No pensé que fuese a enamorarme, abuela. Después del fracaso de mi última relación, no buscaba nada serio. Quería divertirme un poco y disfrutar de la soltería.
—El amor no llega cuando uno lo busca, Tom. Es imprevisible. Y dime, ¿que tiene Emma de especial?
Una auténtica sonrisa apareció en sus labios por primera vez en días.
—No es como la otras chicas con las que estuve. Es real. Sincera, apasionada, muy divertida e increíblemente hermosa.
—Suena como el tipo de mujer que siempre quise para ti, cariño. Me encantaría conocerla.
Y a él le encantaría presentarlas.
Estaba seguro de que Emma conquistaría a su abuela de la misma manera que lo hizo con él.
—Me asusta perderla.
—Ella no me parece de las que se rinde, por lo que me has contado. No te rindas tu antes de que lo vuestro haya tenido una oportunidad real. Ve con ella, Tom. Y cuando despierte, quiero conocerla.

Tom asintió y besó las arrugadas manos de su abuela.
Ella tenía razón. No podía darse por vencido antes de tiempo.
Emma despertaría. Tenía que despertar.

*************

Un par de días pasaron y Emma fue trasladada a una habitación común.
Apenas se había movido del hospital.
Quería estar allí cuando ella se despertase.

Después de recoger su tercera taza de café de la máquina, regresó al que había sido su asiento los últimos días.
En cuanto el médico saliese de hacer su ronda, entraría y le hablaría.
Había oído al médico decir que eso podría ser beneficioso para ella y todos, incluído él mismo, le hablaban esperando una reacción por su parte.

La puerta se abrió y el médico salió y miró a su alrededor. Era el único allí.
Los padres de Emma habían bajado a la cafetería a comer y Brenda y Brad estaban en una visita de control del embarazo.

Brenda saldría de cuentas en poco tiempo, pero podría adelantarse o atrasarse y todos ellos estaban pendientes de ella también.

—Doctor, ¿cómo está ella?
—Ha respondido a algunos estímulos. Sigue dormida, pero ha apretado un par de veces mi mano, así que soy bastante optimista al pensar que ella despertará pronto.

—¡Eso es genial! ¿Puedo pasar a verla?
—Por supuesto. Vendrán un poco más tarde para llevarla a hacerle un par de pruebas.

Una vez a solas con ella, hizo lo mismo que las otras pocas veces en las que había estado en la misma situación. Besó sus manos, después su frente, y por último sus labios.

—Hola de nuevo, cariño. Ya estoy aquí otra vez. Te he extrañado. El médico me ha dicho que has apretado su mano y estoy un poco celoso de eso, así que espero que hagas conmigo lo mismo.

Durante un buen rato siguió hablándole, contándole las novedades sobre su abuela y lo mucho que estaba deseando que se conocieran.

—Vi el mensaje, Emma. No llegaste a mandarlo, pero se quedó allí pendiente y lo leí. Ahora solo tienes que abrir los ojos y decírmelo por ti misma, ¿de acuerdo? No creas que vas a librarte de eso. Quiero oírlo de tus labios.

En ningún momento hubo reacción por su parte, pero el médico era optimista y él lo sería también.

Brad y Brenda llegaron poco después. Las cosas iban bien con el embarazo y esperaban que para entonces, Emma ya hubiese despertado.

Brenda, al igual que él, tenía un pequeño ritual cuando iba a hablar con su hermana.
Donde Tom la besaba en tres sitios distintos, Brenda le cogía la mano y la ponía sobre su hinchado vientre, mientras con la otra le acariciaba el pelo.
Desde la primera vez que la había visto hacer eso, no podía quitarse de la cabeza el si Emma podría sentir al bebé moverse.

—¿Emma?
Había estado tan distraído pensando que no se dio cuenta de lo ocurrido.
—Oh, Dios mio, Em— Brenda lloraba abiertamente mientras compartía una mirada con su hermana.
—Voy a buscar al doctor.
Brad salió de forma apresurada de la habitación chocando con los padres de las hermanas.
—Brad, ¿que ocurre?
—¡Se ha despertado!
—Oh, mi niña—la señora Reeves se cubrió la boca con la mano mientras su ex marido la abrazaba con lágrimas en los ojos.
Mientras Brad iba a por el doctor, ellos entraron en la habitación, todavía sin poder creer que su hija estaba despierta.

Tom observó como el padre de las chicas se mantenía a cierta distancia, pero que miraba a las tres mujeres de su vida como si fueran su bien más preciado. Quizá no era tarde para arreglar las cosas entre ellos.

Vio el momento exacto en que Emma vio a su padre.
Estaba abrazada a su madre, cuando los ojos de ambos se encontraron y entonces ocurrió algo que pensó que acabaría de desmoronar al hombre.
Emma extendió su mano y le llamó.
—Papi.

Salió de la habitación. Ese momento no le pertenecía. Ya tendría tiempo de volver a entrar y estar a solas con ella.

Aprovechó ese momento de soledad para asimilar que ella estaba de vuelta.
La vida le había regalado otra oportunidad y no pensaba desaprovecharla.

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