Capítulo 18

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Dexter Reeves había esperado ese momento durante años. Poder volver a conectar con su familia. Las tres mujeres más importantes de su vida. Y había estado tan cerca de perder a su pequeña.

Apenas podía contener la emoción y la culpa. Sabía que no merecía el perdón de ninguna de ellas. Sin embargo, su preciosa Donna le había perdonado.
También puso muchas condiciones en lo que sucedería con su relación en adelante, pero todo lo que importaba es que seguía amándole igual que el primer día.

Mientras abrazaba a su pequeña, no pudo evitar derramar lágrimas de alivio. Emma podría haber muerto.
Se separó lentamente de ella y enfocó los ojos en los de su hija.

—Lo siento tanto cariño. Lamento mucho todos los errores que cometí.

—Está bien, papá. Todos cometemos errores y se nos ha dado otra oportunidad para hacer las cosas bien.

—Te prometo, a las tres— dijo volviéndose hacia su hija mayor y su ex mujer y extendiendo la mano hacia ellas para que se acercaran— que voy a ser el padre y el marido que todas merecéis.

—Dexter...

-Lo sé, Donna. Tiempo al tiempo.

Y si, requeriría tiempo que ellas recuperasen la confianza en él.
Las había decepcionado durante años, pero como Emma había dicho, se les había dado una nueva oportunidad, y no pensaba desaprovecharla.

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Demasiadas emociones juntas estaban agotando a Emma rápidamente.
Después de la reconciliación con su padre, en la que indudablemente todavía tenían que trabajar, Brad llegó con el médico.

Su cuñado la había abrazado durante unos pocos segundos antes de dejar que la revisaran, y susurrado al oído que Tom estaba fuera.
Su corazón se había acelerado de golpe al oír su nombre.

Le había visto allí con ella cuando despertó, y sabía que había salido de la habitación para darles privacidad, pero no estaba segura de si seguiría allí.

Asintió a Brad y este comprendió más de lo que dijo.

—¿Que tal si vamos a comer algo? Han dicho que van a venir a ayudar a Em con la ducha, así que podemos volver más tarde.

Poco después, tras besos y abrazos, Emma se encontró sola.

La enfermera no tardaría en llegar, pero ella quería ver a Tom antes.

La puerta se abrió dando paso al hombre, quien entró con una sonrisa en los labios y se dirigió de inmediato a su lado, acunando su rostro en sus grandes manos y besándola suavemente.

—Bienvenida, cariño.

—Estás aquí.

—Por supuesto que si—la besó de nuevo y luego apoyó la frente en la de ella.—Te amo, Emma. Me asusté tanto cuando me enteré. ¿Como te sientes?

—Bien. No recuerdo mucho del accidente. Todo pasó muy rápido. Estaba escribiéndote un mensaje y luego...
Un escalofrío recorrió su cuerpo. Podría haber muerto.
Los brazos de Tom la rodearon de inmediato, proporcionándole el consuelo y calor que tanto necesitaba.

—Leí el mensaje. Nos entregaron tus cosas y el teléfono fue una de ellas. Al desbloquearlo, fue lo primero que vi.

—Decía en serio cada palabra.

—Me alegro porque todo el mundo aquí ya cree que eres mi chica, no quiero tener que decirles ahora que inventé todo para que me dejaran quedarme contigo.

La enfermera llegó entonces y Tom salió de nuevo para darle privacidad.

Por fin podía sonreír de verdad en días y el peso que se había acumulado sobre sus hombros desapareció.

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La recuperación fue tediosa, pero finalmente se sentía ella misma de nuevo y aunque se encontraba aun en el hospital, esta vez no era por su causa.

Brenda había entrado en labor a las cinco de la mañana y todos, incluído su chico, se encontraban allí esperando a que Brad saliese para decir que el bebé había nacido.

La relación con su padre todavía era un poco extraña. Tantos años guardándole rencor no desaparecían sin más, pero todavía podía recordar como se sintió cuando despertó y le vio allí en el hospital con ella.

Su madre y Brenda le habían contado que él fue el que las avisó de su accidente y lo afectado que estaba por ello.

Si alguna vez había pensado que su padre no las quería, él se había encargado de hacerle cambiar de opinión.

Por supuesto todavía requeriría de tiempo y esfuerzo por parte de todos, pero había vuelto a ver en él al padre que había sido tiempo atrás.

Las puertas se abrieron entonces y un Brad sonriente y con los ojos anegados en lágrimas, sonrió abiertamente antes de anunciar la llegada de su hija.

Su sobrina era la bebé más hermosa que había visto nunca.

Brenda dormía en la cama del hospital y ella estaba sentada en una silla con la
pequeña Anya en brazos.

Tan centrada estaba en ella, que no se percató de que estaba siendo observada.

Tom se quedó paralizado ante la imagen frente a él.
Emma era hermosa, sin duda, pero en aquel momento se lo pareció incluso más y terminó más enamorado aun.

Con cuidado de no despertar a Brenda y de no asustar a la pequeña, cerró la puerta despacio y se acercó a ellas.

—¿Pensaste en tener hijos alguna vez?
Emma no se asustó. Pese a lo absorta que estaba en su sobrina, la aparición de Tom no la alteró.
Su cuerpo debió haber sentido su presencia incluso cuando su mente estaba absorta.

—Si, pero nunca tanto como ahora mismo.
Sus ojos se encontraron y con suma delicadeza, Tom acarició la mejilla de la pequeña Anya quien movía sus labios mientras dormía plácidamente en brazos de su tía.

—Algún día.
Y esas palabras de Tom sonaron como una promesa.

Dos semanas después del nacimiento de Anya, Brad llevó a su mujer a conocer su nuevo hogar, y Emma regresó al trabajo.

Esa noche había quedado con Tom para ir a su casa y conocer a su abuela. Estaba deseándolo.

Su vuelta laboral incluyó decenas de bienvenida, me alegro que estés bien y el jefe ha sido un coñazo total estas semanas.
Liz no había regresado y se había acumulado una montaña de papeles sobre su mesa.

Justo había dejado su bolso e iba a sentarse, cuando la puerta del despacho de su jefe se abrió dando paso no solo a este, sino a Leo también.

Algo no se sentía bien con ella en cuanto les vio y la sensación se incrementó cuando precisamente Leo fue quien se acercó más y la abrazó.

Tom le había contado sobre la visita de estos al hospital y su pasado con el chico. Quizá era eso lo que estaba sintiendo en ese momento, pero lo que vio en la mirada de Leo le dijo que mantenía oculto un secreto. Algo que no iba a gustarle.

Mira otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora