Capítulo 08

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—Deja que coja las llaves y te acerco a casa, Em.
Brenda había pasado a recogerla por su casa después del trabajo, así que su coche se había quedado allí también.
—Yo puedo acercarla, Brad. No necesitas salir cuando de todos modos yo ya me marcho también.
—¿Estás seguro? Tu casa queda en la otra dirección.
—No hay problema. Gracias por la cena. Como siempre estuvo todo delicioso, Brenda.
—Eres bienvenido siempre que quieras.
Ambos se despidieron de la pareja y emprendieron rumbo hacia la casa de Emma.
—Gracias por llevarme. No quería que Brad tuviese que salir a estas horas. Brenda parece que va a estallar en cualquier momento así que prefiero que pasen todo el tiempo que puedan juntos antes de la llegada del bebé.
—Es muy considerado de tu parte.
Ella se encogió de hombros en su asiento.
Pese a la oscuridad del interior del coche, y que él conducía de forma moderada, la vio pensativa.
—Brenda no solo es mi hermana mayor. Es mi mejor amiga. Ella siempre ha sido mi pilar en la vida y Brad ha estado con ella durante muchos años. Siempre pensé que odiaría al hombre que enamorase a mi hermana, porque acabaría apartándola de mi. Brad no es así. No solo besa el suelo por donde ella pisa, sino que además me aceptó a mi como a una hermana. Sabe que somos inseparables y sé que me quiere con todas mis locuras. No podría pedir un marido mejor para Brenda.

Tom siguió conduciendo mientras pensaba en lo que ella había dicho.
Debajo de toda esa seguridad que ella emanaba por los cuatro costados, se escondía una mujer temerosa, tal vez incluso insegura. E incluso sin conocerla, tenía la certeza de que en el fondo, Emma quería lo que su hermana tenía.
Un hombre que la amase y amase a su loca y particular familia.

Queriendo sacarla de ese estado melancólico en el que parecía sumida, deslizó su mano hacia las piernas de ella.
Durante toda la cena había estado tentándola, esperando una señal de ella, sin embargo, había mantenido la compostura y eso lo tenía confuso.
Era obvio que se sentía atraída sexualmente hacia él, lo notó en la casa que estaba reformando con Brad, en la cocina esa noche y cuando la sorprendió al salir del baño. Y en todas esas ocasiones,  se hallaban solos. Por ese mismo motivo, quería comprobar si era así también cuando no había nadie que pudiese interrumpirles.

Primero la sintió tensarse, después suspirar y finalmente darle el acceso que había estado esperando toda la noche.
Separó las piernas y él aprovechó para meter la mano entre ellas.

Encontró la zona no solo caliente, sino ligeramente húmeda.
Apretó con fuerza el volante con la mano con la que lo sujetaba.

—¿Si te pido que te bajes los pantalones, lo harás aquí y ahora?
—¿Estás bromeando?
—No. De cualquier forma voy a estar dentro de ti esta noche, Emma. Puedo empezar con mis dedos y una vez lleguemos, hacerte todo lo que llevo imaginando desde nuestro primer encuentro.
—¿Como de activa es tu imaginación?
—Tranquila,  te vas a hacer una idea muy pronto.
Antes de pensárselo mucho, desabrochó momentáneamente el cinturón de seguridad para bajarse los pantalones y volver a colocárselo.
—Ahora abre las piernas todo lo que puedas y no las cierres, Emma. O podría no dejar que te corras.

Un gemido escapó de sus labios entreabiertos cuando los dedos de Tom finalmente la tocaron. Apenas un leve roce en el que podía sentir la dureza de estos contra la suavidad de su zona más sensible.
Apartó las bragas a un lado, dándole el acceso que tanto necesitaban ambos.

Deslizó los dedos profundamente dentro de ella, moviéndolos de forma lenta, haciendo crecer su necesidad por él.

—¿Cuanto queda para llegar?
Trató de centrarse en sus palabras, pero mientras sus dedos siguieran provocando todas esas maravillosas sensaciones, su mente estaba lejos de la conversación.

Al ver que ella no respondía, detuvo el movimiento e hizo el ademán de retirarlos.
Emma aferró ambas manos a la muñeca de él para evitar de sacase los dedos y completamente desinhibida, empezó a moverse contra ellos.

—Emma...
Tom apretó con fuerza la mandíbula.  Ella estaba jodidamente cerca del orgasmo. Podía sentir las contracciones alrededor de sus dedos.
Sus gemidos estaban aumentando.
Los cristales del coche estaban empañándose y él estaba cerca de correrse también sin ni siquiera tocarse.
Cuanto antes llegasen a la casa de ella antes podría liberarse.
Si de algo estaba seguro, era que la primera sería rápida, pero después se tomaría todo el maldito tiempo del mundo para hacerla gritar su nombre.

Con algo de fuerza, logró liberar sus dedos  y detuvo el coche en el arcén para poder mirarla.

—¿Cuanto falta para llegar?
—Dos calles más y a la derecha.
Su voz sonaba ronca y sensual, justo como sabía que sonaría estando al borde del clímax.
—Voy a llevarnos hasta allí. No te toques. Súbete los pantalones. Si veo aunque sea un leve movimiento de tus muslos rozarse para hacer fricción, te dejaré en casa y me iré.
Ella obedeció inmediatamente al ver cuan sincero era con sus palabras.
Una vez en marcha de nuevo, recorrió el  trozo que quedaba en pocos minutos.
Detuvo el coche junto al de ella y la siguió en silencio.

Cuando la puerta se cerró a su espalda, la arrinconó por tercera vez esa noche y se lanzó hacia su boca.
Había soñado con devorarla desde que ella le confesó que se llamaba igual que su consolador. Bueno, no iba a usarlo pronto, al menos no esa noche.
Mientras hundía su lengua en la deliciosa boca de Emma, sus manos se apresuraron a desnudarla.
Quería arrancar la ropa de ambos, hacerla desaparecer mágicamente.
Escuchó como los zapatos de ella caían no muy lejos, y como la ropa caía a su lado en una montaña desordenada.
Él mantuvo su camisa y bajó los pantalones solo lo necesario. Ya había esperado demasiado.
La cogió de las manos y le dio la vuelta para que las apoyase sobre la pared.
Enfundándose un preservativo sacado previamente del bolsillo trasero de su pantalón, tiró de las caderas de ella hacia atrás y de un solo movimiento se hundió profundamente en su interior, haciéndola estallar al momento.
Bueno, la noche era larga y él acababa de empezar.

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Necesito una ducha fría🤣🤣🤣🤣

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