CAPÍTULO 12 | Correr o morir.

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Mi mente se ha convertido en un abismo negro y sin fondo alguno, cada acción que decida tomar conlleva a una enorme consecuencia y debo ser más astuta en ello.

Hace días que lo sé todo y aun me cuesta asimilarlo.

¿Cómo puede la Sra. Beatriz apoyar a su hijo ante tal aberración? Ella excede el concepto de "amor de madre" al límite.

—Señorita.

Hablando del rey de Roma...

—¿Si? Estoy despierta. —contesto educadamente.

En pocos segundos la Sra. Beatriz baja hacia mi oscuro refugio y coloca en mi cama un plato de comida; tiene puré de papas, zanahorias hervidas y algunos granos.

» —Gracias.

Ella me observa atentamente y esperando, como si necesitara verme tragar.

—¿No vas a comer algo? —dice ansiosa.

—Sí, claro, solo que no ahora.

Me mantengo acostada hasta que la Sra. Beatriz toma mi mano suavemente como señal de apoyo.

—Debemos tener cuidado, él quiere matar a tu bebé y no descansará hasta hacerlo.

—Pero usted es... —no puedo terminar la frase.

—Sí, lo soy. Pero aun así no puedo detenerlo.

En ese instante, siento un pequeño dolor en mi vientre que me hace incomodar un poco.

—¿Estás bien?

—Sí, no es nada.

Lo que parecía una simple molestia, en cuestión de segundos se intensificó generando un dolor muy fuerte.

—Oh por dios. —digo entre dientes.

La Sra. Beatriz se ve preocupada, pero yo lo estoy más. No quiero perder a mi bebé.

—Ven, vamos arriba. —coloca mi brazo sobre su hombro— En tres nos levantamos ¿de acuerdo?

Asiento y al finalizar el conteo me logro poner de pie hasta subir a la superficie, donde se vive el mundo real.

Me encuentro en el sofá posada adaptándome a la claridad del lugar, había olvidado por completo la luz del día y ese peculiar olor del espacio exterior

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Me encuentro en el sofá posada adaptándome a la claridad del lugar, había olvidado por completo la luz del día y ese peculiar olor del espacio exterior.

De pronto, se escuchan algunos ladridos desde el pasillo y sé muy bien de quienes son.

—Scott. —digo muy contenta.

El hermoso perrito parece feliz de verme, su cola no para de moverse y está muy exaltado de un lugar a otro.

—¿Cómo está mi fiel amigo? ¿Cómo? —hablo como un bebé.

LA CHICA DEL BOSQUE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora