CAPÍTULO 15 | Renace el dolor.

9.9K 558 272
                                    

Mi estado anímico ha tenido un cambio totalmente radical, no posea conocimiento alguno de lo que es sentirte completamente feliz y en armonía. Ha transcurrido una semana fuera de rutina, el Hombre Oscuro continúa empeorando su salud y desde entonces, la cabaña se ha mantenido con mucha paz y de alguna forma siento que me agrad...

NOTA 402.

—Mierda, mi pluma de ha quedado sin tinta.

Le doy varios golpes contra el soporte de mi cama pero no funciona, tendré que pedir uno nuevo.

—Señorita, ya es hora. —anuncia la Sra. Beatriz.

Dejo mi diario a un lado y me levanto rápidamente.

Mi nivel de motivación está en constante crecimiento y hoy me encuentro de maravilla. De solo pensar en otra tarde con Ricardo, hace que mis sentidos florezcan como pradera en primavera.

Doy pasos largos hasta subir a la sala de estar, allí me espera la sirvienta junto a Scott.

—El tiempo está muy cálido y el cielo despejado. —me sonríe— Ve por algunas uvas y pasea al perro por el bosque.

Asiento determinada y salgo de la cabaña.

Mientras marco el paso hacia el río junto a Scott, revivo algunos recuerdos vividos con mi semental chico. Llevo días gozando de su dulce compañía gracias a la Sra. Beatriz, me ha dado cierta libertad que ahora dispongo.

—Scott, espera. —digo sin aliento.

Repentinamente, mis energías descienden cuesta abajo. No sé qué sucede conmigo.

Me apoyo de un enorme árbol y respiro hondo, supongo que son síntomas de mi embarazo. Así que retomo fuerzas y continuo con el recorrido, no me detendré hasta llegar a mi destino.

Ricardo desabrocha un poco su camisa, puedo ver su clavícula marcada y el inicio de su vello en pecho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ricardo desabrocha un poco su camisa, puedo ver su clavícula marcada y el inicio de su vello en pecho.

—Hace calor hoy, siento que estoy hirviendo. —dice sudando.

Creo que soy yo la que está hecha fuego por dentro con solo verlo.

—Sí, sí. —asiento— Las temperaturas están elevadas.

—Podemos darnos un chapuzón.

Alza sus cejas ante tal propuesta y me observa con ojos juguetones.

Es como un niño con cierta conducta hiperactiva, tiene deseos volar y ser libre la mayoría del tiempo. Estar quiero y haciendo nada va en contra de sus leyes de vida.

—Ve, refresca tu cuerpo un poco. —digo y hago un mohín.

Encoge sus hombros sin respuesta alguna y sale como bala disparada hacia el río.

LA CHICA DEL BOSQUE ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora