En algún lugar al norte de Hertfordshine, Reino Unido.
A la pequeña niña le gusta jugar, se siente muy exaltada y no controla del todo su respiración. Llena su espíritu de diversión mientras salta de un lado a otro haciendo crujir las hojas descoloradas y caídas por el otoño. Se acerca lentamente hasta caer en las piernas de su madre por aquel cansancio que invade su cuerpo, cierra los ojos y toma una gran masa de aire directo a sus pulmones. Se siente muy a gusto teniendo tan solo ocho años de edad, no podría ser más inocente de lo que ya es.
A la madre le gusta conversar con sus amistades por mensajerías de texto, no ha separado su mirar del móvil desde que decidió llevar a su hija a un limitado paseo por los alrededores de Stanmore. Un pequeño y solitario parque de madera era perfecto para que su pequeña criatura experimentara con el mundo exterior y le parece muy seguro a pensar que ningún lugar para ella lo es.
—Mami. —dice la pequeña.
—Dime cariño. —responde la madre sin apartar la vista del teléfono.
La niña se retuerce un poco.
—¿Quién es ese señor de allá? —susurra.
De lo lejos que pueda ocupar la pupila humana, la tierna niña logra notar una figura masculina observándolas.
Lo hace fijamente, sin dejar que ningún obstáculo lo detenga.
—¿De qué señor hablas? —habla aun sumergida en sus textos.
—Aquel de allá. —levanta su cabeza un poco y con su mano, señala un punto ciego.
La madre respira hondo y con un gesto vago aparta su móvil para mirar a sus alrededores. No identifica a ninguna persona cercana y vuelve a sus mensajes.
—No hay nadie cariño. —le acaricia el cabello— Solo es tu alocada imaginación.
—Mami, pero allí esta. —le da algunos golpes despacio en la rodilla— Puedo verlo.
Su madre voltea los ojos y los fija llenos de fuego ante la insistencia de su hija.
—No es el momento para tus juegos, joder. —arruga la nariz— Ve a jugar.
Acata las órdenes de la autoridad y se coloca rápidamente de pie. La satisfacción que sentía minutos antes se esfumo como la colilla de un cigarrillo, ya que siente el desprecio de su madre y no le agrada ni un poco.
Curiosa, la pequeña comienza a dar reducidos pasos marcando el camino directo hacia el hombre oscuro. Sin saber a dónde llegaría con todo esto, antes del encuentro levanta su mano y la sacude de un lado a otro. El individuo no reacciona ante su saludo y permanece firme sin hacer absolutamente nada.
La niña comienza a detallar cada una de sus facciones, solo puede observar su mandíbula gruesa ya que el sombrero que lleva le oculta la mayoría del rostro. Lleva puesto un traje de color negro al igual que sus zapatos bien pulidos de vestir.
Ella lentamente, da algunos pasos de más para acercarse y vuelve a saludarlo. Por alguna extraña razón quiere establecer una conversación con aquel hombre que desconoce pero él no se lo permite. Continua con el camino planeado hasta tenerlo en su frente, la pequeña levanta su vista hasta que se encuentra con la del hombre oscuro. Con mucho misterio, él solo separa los labios un poco y sin previo aviso esboza una tenebrosa sonrisa que hace estallar los nervios de su alrededor.
—¡Ah! —grita la niña.
La madre reacciona ante aquel escándalo dando un brinco del asiento. Echa un vistazo por todo el lugar en la búsqueda de su hija, pero no logra verla.
—¡Cariño! —alza la voz.
Deja el teléfono a un lado y se coloca de pie para observar el espacio de una manera más amplia, pero aun así no logra notar señales de la pequeña.
» —¡Isabel! —grita— Ven aquí, sabes que no me agradan estos juegos.
El silencio invade los alrededores dejándole ese sabor agrio en sus sentidos y es allí cuando la preocupación llena todo su ser. Comienza a caminar desesperadamente dando vueltas en círculo por todo el parque de madera, no hay nada, no puede verla.
» —¡Isabel! —vuelve a gritar con voz ronca.
Pasa sus manos por la nula mientras susurra el nombre de su hija que ahora se encuentra perdida. Se le nubla la mirada y su boca se seca del todo, no cree posible todo lo que está pasando por su mente, simplemente no quiere creerlo.
» —¿Dónde carajos esta? —se pregunta a sí misma.
Su mente comienza a revivir los últimos momentos con la pequeña hasta que de pronto llega a ella como una fuerte bofetada el recuerdo del sujeto; aquel hombre que su pequeña niña había visto y el cual no prestó su debida atención.
» —No, no, no.
Las lágrimas comienzan a brotar mientras recorren sus rojas mejillas.
Corre hacia el asiento y toma el móvil rápidamente para llamar al 911. Son varios los intentos hasta que el operador amablemente atiende su requerimiento.
—911, ¿Cuál es su emergencia?
—Mi hija, —suena desesperada— mi hija está perdida. Dios. No sé donde esta, creo que se la han llevado.
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LA CHICA DEL BOSQUE ©
General Fiction"Me ha secuestrado y ahora estoy perdidamente enamorada de él". Estocolmo. El hombre oscuro. Hace con ella lo que quiera, puede tomar su vida a su parecer y decidir lo que puede o no hacerle. Él es su dueño, o es lo que le ha metido en su cabeza. La...