LAST CHRISTMAS ❈ LUKUN

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La navidad pasada te di mi corazón,
pero al día siguiente lo arrojaste lejos.
Este año, para ahorrarme las lágrimas
se lo daré a alguien especial.

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Kun no era alguien pegajoso, posesivo o insistente, mucho menos celoso. Era partidario de que incluso en una relación las personas necesitaban su espacio a veces o que cualquiera puede cansarse rápidamente si están constantemente pegados a alguien, por muy grande que sea el amor mutuo que se tengan. Sin embargo, como cualquier persona, Qian Kun también podía llegar a su límite y cansarse. 

Las primeras veces sin duda fueron maravillosas, quizá por que eran eso: primeras veces. Su primer amor, su primer beso, su primera pareja y su primera vez compartiendo la noche de navidad con alguien que no fuese de su familia. Pero con el tiempo todo pierde el encanto que tiene cuando lo pruebas sin haberlo hecho antes. Todo se vuelve cotidiano, monótono e incluso aburrido si no pones de tu parte y lo dejas estar. 

Yukhei era el tipo de persona que se cansaba rápido de la rutina y quería estar siempre experimentando cosas nuevas. Conociendo personas, recorriendo ciudades y saliendo a disfrutar la vida. Por otro lado, Kun prefería vivir tranquilamente y no hacer las cosas a tontas y a locas. No tomaba más riesgos de los necesarios y era feliz de esa forma. Al inicio era fantástico, se complementaban muy bien como los polos opuestos que eran, pero aquellos detalles que los volvían tan distintos terminaron siendo más fuertes que aquella conexión que los hacía encajar. 

El espíritu extrovertido de Wong Yukhei lo hacía pasar más tiempo fuera disfrutando de las cientos de oportunidades de probar cosas divertidas que le brindaban sus decenas de amigos y conocidos, pero en aquellas actividades su novio prefería mantenerse al margen y fue así como poco a poco se distanciaron. 

Estaba bien, seguían siendo felices cuando pasaban tiempo juntos por más que no fuera tan seguido como le gustaría al mayor de los dos, pero él se había enamorado de aquel Yukhei alocado que jamás se quedaba quieto y creyó poder lidiar con lo lejano que lo sentía.

No obstante, cuando las quejas comenzaron a abundar más que los elogios y las palabras de amor fueron reemplazadas por comentarios mal intencionados que rozaban los insultos, Kun supo que debían detenerse. A pesar de que cada vez que intentaba hablar sobre la situación que estaban viviendo, Yukhei huía. 

—Pasaré más tiempo a tu lado, lo prometo —y con un beso en la frente y un fuerte abrazo que separaba sus pies del suelo, Kun se conformaba. Lo hacía porque confiaba en su novio y, después de todo, lo quería. Lo quería mucho. 

Sin embargo, no pasaba mucho tiempo cuando regresaban a lo mismo.

—No deberías quejarte. Bien que podrías salir conmigo también, ¿por qué soy el único que debe poner de su parte? —pero no era así. 

Cuando salía junto a él no era para dar un paseo ni para disfrutar de la compañía del otro. Era para beber y bailar, para rodearse de gritos de personas desconocidas mientras seguían a coro ruidosas canciones de moda o para probar deportes de nombres extraños en los cuales no tenía ningún real interés. 

Había intentado que hicieran cosas más sencillas que ambos disfrutaran. Lo invitó al cine, a cenar, a dar paseos nocturnos bajo la luz de la luna e incluso compró entradas para un concierto al que el Yukhei de diecinueve años que había conocido le hubiese encantado ir, pero no llegó a ninguna. 

No le quedaban dedos para contar la cantidad de veces que Yukhei lo había dejado plantado y él lo había perdonado de todas formas. Nuevamente, porque lo quería. Porque aún guardaba la esperanza de que recapacitaría, de que cada disculpa que le daba era sincera. De que aún sentía la misma calidez cuando se abrazaban y de que él no era el único que cerraba los ojos cuando se besaban transmitiendo así todo el cariño que le tenía. Kun sabía, no, Kun deseaba no ser el único que aún mantenía ese tipo de gestos cuando estaba con su novio. 

A veces se culpaba por ser tan monótono sabiendo que Yukhei se cansaba rápido de lo mismo siempre, pero luego se sentía idiota por caer en un juego tan estúpido como lo era echarse la culpa a sí mismo por algo de lo que claramente no la tenía. Entonces era cuando procedía a sentirse mal notando que su novio era el causante de esa innecesaria angustia. Su relación cada vez era más tóxica y él se empeñaba en hacerle ver esto al menor para que así juntos intentaran avivar la llama que comenzaba a apagarse.

La navidad pasada le había preparado una gran sorpresa en la que había puesto semanas de esfuerzo y le había vuelto a entregar su corazón, su cuerpo y su alma. Durante unos meses habían regresado a ser tan felices como al principio de todo. Volvieron a ser un par de estudiantes a los cuales solo les importaba el quererse entre ellos ignorando todos los comentarios del resto, sin embargo, poco había durado. 

Luego de unos meses Kun comenzó a asumir que quizá su noviazgo no tenía salvación, ahora era él quien no estaba interesado en poner de su parte y prefirió dejar que las cosas se dieran por sí solas alejándose gradualmente para que doliera menos. 

Grande fue su sorpresa al notar que Yukhei era ahora quien se esforzaba por salvarla, insistiendo constantemente en que pasaran tiempo juntos como antes e incluso dejando de lado aquellas salidas solitarias de fin de semana que tanto le gustaba realizar, en busca de algo nuevo que conocer o experimentar, por pasar tiempo con el mayor. 

Habían quedado en tener una cita romántica en un lindo parque en la afueras de la ciudad tal como a Kun le gustaba. La organizaron durante varios días y no dejaban de hablar de ella, pero cuando llegó el día Yukhei no llegó y fue entonces cuando por primera vez el mayor se preguntó si es que lo hacía a propósito, si es que por alguna razón le guardaba rencor y le gustaba lastimarlo. 

Yukhei había pasado semanas disculpándose, dando excusas y prometiendo que no volvería a ocurrir. Y aunque Kun se esforzó como nunca antes en evitarlo, terminó por ceder otra vez. Se dejó atrapar nuevamente por los encantos del chico al que en realidad tanto adoraba y volvió a dejarlo ser parte de su vida. 

En realidad desde entonces las cosas iban bien, pero solo bien. Ahora era Yukhei quien se aferraba a sus sentimientos y en hacer feliz a Kun, aunque tampoco era como si este último fuera alguien difícil. Seguía tan enamorado del menor como el primer día y, por más que lo intentara, no conseguía dejarlo ir. 

Así que ahí estaba ahora, sentado él solo frente al árbol de navidad con los platos de la cena ya fríos y dispuesto a irse a dormir, pues las doce habían pasado hacía ya mucho tiempo dando paso al día de navidad y Yukhei, para variar, no había llegado. 

Fue inevitable para él dejar caer algunas lágrimas, lágrimas que había estado guardando durante años. Años en los que pasó escondiendo la mayoría de los sentimientos negativos que tenía en relación a su novio, pero ya no más. Dejó salir todo y, una vez que estuvo satisfecho y más tranquilo, caminó hasta su cuarto. 

La puerta abriéndose lentamente y Yukhei mostrándose preocupado  al pasar por el umbral interrumpieron su caminata y se quedó inmóvil frente al más alto, esperando a que dijera algo. 

Yukhei no tardó ni un segundo en acercarse a él para limpiar sus mejillas en las cuales aún quedaba el rastro de las lágrimas. Comenzó a disculparse suavemente por hacerlo llorar, prometió que nunca más lo haría. Prometió redimirse por sus malos actos y, sobre todo, prometió demostrarle de una vez por todas lo muchísimo que lo amaba. Se mantuvo balbuceando disculpas que poco a poco Kun ya no estaba escuchando y cuando estuvo a punto de depositar un beso en los labios del más bajo posterior a haberlo hecho en su frente, este lo detuvo sosteniéndolo por las muñecas con suavidad y alejándolo. 

Llevaba años con la misma rutina: sentir que su corazón se rompía, no decir nada, perdonarlo, hacer como que nada había pasado y repetir el ciclo. Pero esa noche, la última navidad que habían pasado como novios, Kun por primera vez no lo perdonó. Y sin duda esa fue la mejor decisión que pudo tomar, porque desde aquella navidad que contempló sus lágrimas, jamás había vuelto a llorar por alguien más. Al fin había descubierto que no necesitaba a Yukhei a su lado para ser feliz como siempre creyó. Ahora podía entregar su corazón a alguien que lo fuera a valorar, todo gracias su última navidad. Irónicamente, todo gracias a Yukhei.

CHRISTMAS MOOD 愛 NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora