CHRISTMAS MOOD 愛 NCT

DANCING ON MY OWN ❈ JOHNMARK

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Las luces se encienden, la música
muere; pero tú no me ves aquí
parado. Solo vine a decirte adiós.

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John Seo regresó un paso de los que había avanzado para detenerse un momento frente a una vitrina que había estado a punto de pasar y así poder observar su reflejo. Arregló su cabello rubio recién lavado y sonrió complacido al encontrarse a sí mismo tan guapo; con un arete negro colgando con gracia del lóbulo del lado contrario al que había peinado todo su pelo y una cadena reluciente decorando su cuello, decidió que lucía atractivo para su cita y regresó a caminar, sosteniendo con fuerza dos preciosas flores en su mano derecha; un lirio y una rosa roja. 

Johnny tenía una cita a las diez. Era noche buena y la pasaría junto a la persona que amaba, cenarían juntos cerca de la medianoche y cantarían borrachos algunos villancicos antes de ir a la cama a esperar la mañana de la navidad para abrir juntos los regalos de debajo del árbol como si fueran un par de niños impacientes por ver qué les trajo Santa Claus, aunque en este caso solo se trataría de los regalos que se harían entre ellos. 

Esperaba ver pronto a Donghyuck, habían cientos de cosas que deseaba decirle esa noche y entregarle el sencillo obsequio floral que cargaba, el cual ayudaría a trasmitirle parte de sus sentimientos. 

Avanzó a paso lento y tranquilo a través de las calles decoradas y desiertas, pues nadie lo apuraba. Aún eran las nueve. Por las veredas solo transitaban unas cuantas parejas que disfrutaban de la vista nocturna antes de ir a cenar y otros tantos grupos de amigos se reunían fuera de los restaurantes que se mantenían abiertos, probablemente para aprovechar la noche libre y salir a festejar. 

Johnny tarareaba una suave balada que había escuchado en la radio días atrás y no elevaba la mirada del piso, concentrado en el ritmo de la canción. Se preguntó si a su novio le gustaría almorzar con sus padres al día siguiente, sus hermanitos menores se pondrían contentos de que fueran a visitarlos para así poder presumirles los juguetes nuevos que Santa les había traído. Además, también tenía algunos regalos para ellos y estaba seguro de que los niños no querrían esperar hasta año nuevo para recibirlos.

Se detuvo bajo un farol de luz a una cuadra de la casa a la que se dirigía, en una pequeña plazoleta con solo un columpio y un par de bancas entre los arbustos cubiertos de escarcha. Se sentó en una de ellas y comenzó a jugar con el vaho que salía de su boca; estaba bastante abrigado, su abrigo color mostaza lo protegía por completo del frío, pero no evitaba que pudiera ver su aliento en el aire. 

Vio a una pareja pasar con sonrisas resplandecientes en sus rostros y de pronto se sintió algo solo en medio del frío. Esperar era algo agotador. Sabía que no estaba solo, para nada, era alguien bastante acompañado en el sentido de que jamás le era difícil hallar a un buen amigo con quien contar. Eran pocos, pero los suficientes. Y tenía un novio, por supuesto, al cual amaba por sobre todas las cosas y sabía que lo apoyaría sin importar nada.

No estaba solo, pero la noche helada lo hacía sentir así. Quizá debido a lo desolado que estaba todo. Sin embargo, había quedado de juntarse en aquella plazoleta con su cita a las diez, no podía irse. Al menos, no sin volver.

Se levantó luego de un rato de pensar en nada y tararear algunos villancicos que se le habían pegado debido a la fechas y emprendió camino hacia su dirección inicial, una cuadra más allá. 

Cuando llegó a la casa que buscaba, la de Donghyuck, estuvo a punto de acercarse para tocar la puerta y preguntar por él; no obstante, en cuanto hizo el ademán de dar un paso al frente, escuchó unas risas apartándose del lado contrario desde el cual venía. Ahí halló dos chicos tomados de las manos, ambos mirándose a los ojos y jugueteando con sus manos entrelazadas.