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No hay razón para esconder
lo que estamos sintiendo
por dentro ahora mismo.┗━━━━━•°•°•❈•°•°•━━━━━┛
Pocos eran los que acudían a la fiesta navideña que organizaba la empresa cada año, la mayoría tenía familia y por obvias razones festejaban junto a ellos. Solo los más jóvenes, los novatos y solteros, se quedaban. Aunque por supuesto siempre habían algunas excepciones, como los que eran padres divorciados y solo veían de vez en cuando a sus hijos, lo cual no incluía la navidad y no tenían qué más hacer durante esa noche, u otros agotados de la vida rutinaria que llevaban y ni siquiera les apetecía ir con su familia, mintiendo con que sí debían trabajar hasta tarde aquella noche y ocultando que en realidad todos los empleados estaban en un club alquilado divirtiéndose en lugar de estresarse en una estrecha oficina. Sin embargo, Taeyong no era ninguno de estos. Él simplemente era un chico homosexual alejado de la adolescencia, pero que tampoco rozaba la adultez, ni qué decir de la vejez, estaba a décadas de ella. Lo que sí compartía con el resto, es que estaba soltero. Y para añadirle el toque final, era un soltero solo, sin amigos. O al menos no con relaciones lo suficientemente estrechas como para que lo invitaran a pasar noche buena juntos, de lo contrario no estaría sentado en completa soledad pidiéndole una tercera copa al barman que preparaba algunos tragos del otro lado de la barra.
Dio un sorbo al recibir su vaso y, aburrido, se dedicó a recorrer el lugar con la mirada en busca de algo interesante, en busca de alguien interesante. Y es que alcohol y sexo no era una mala combinación para olvidar lo patético que se sentía bebiendo él solo en navidad, le gustaría pasarla acompañado aunque sea para bailar un rato, pero todos ahí ya tenían con quién disfrutar.
Terminó de una vez el líquido que quedaba en su copa y lo extendió para que volvieran a llenarlo. Al voltear cuando ya no tuvo el objeto en sus manos su mirada se encontró con la de alguien más que lo observaba fijamente como si intentara decirle algo. Se mantuvieron mirándose a los ojos hasta que el contrario simplemente sonrió y se acercó hasta él a la vez que su copa otra vez llena era dejada frente a él.
Contuvo la respiración un momento, y es que el chico que se aproximaba no era cualquier otro de sus compañeros de oficina, por supuesto que no. Jung Jaehyun, quien caminaba con completa calma hacia él, no era otro si no el dueño de sus suspiros y protagonista de sus fantasías. Dios, de todo tipo de fantasías. Incluso en ese momento cuando lo veía avanzar con esos pantalones de tela ceñidos a sus gruesas piernas, la costosa chaqueta en el hombro, su corbata floja y los primeros botones de su delgada camisa negra desabotonados permitiendo que admirara perfectamente el inicio de sus clavículas, no podía evitar pensar en lo mucho que le gustaría que sus firmes manos apretaran sus caderas mientras lo embestía duramente y lo hacía gemir su nombre.
Lo peor de todo es que sabía que no se acercaba solo a saludar, pues tenía más que clara la tensión sexual que existía entre ambos y que jamás se les había dado la oportunidad de romper. Estaba seguro de que Jaehyun lo deseaba tanto como él lo hacía.
Algunas veces sus manos se habían tocado por accidente intercambiando documentos, provocando que una corriente eléctrica lo recorriera de pies a cabeza por el simple tacto sobre su propia piel, otra veces pudo sentir la respiración del más joven sobre su cuello cuando habían demasiadas personas en el ascensor, se le había dado la oportunidad hasta de apoyarse en su pecho durante esta misma situación y jamás había estado tan agradecido de que un montón de gente lo aplastara.
Aunque la verdad el chico no solo lo atraía de forma sexual, pese a que durante el largo tiempo que llevaba conociéndolo debía admitir que consideraba a Jaehyun como un chico erótico, y es que tan solo viendo sus gestos y expresiones, su postura perfecta y porte elegante, la piel ya se le erizaba y su boca se hacía agua. No lo admitiría en voz alta, pero se había encontrado a él mismo masturbándose en la ducha solo imaginando los brazos del chico sosteniéndolo... La cosa era que también le gustaba como persona, porque tenía un cuerpo para morirse y todo, pero contaba con una personalidad de malvavisco y la voz de un ángel. El contraste era adictivo, así de simple. Taeyong anhelaba que ese chico lo aceptara en su vida de una u otra forma, ya sea como un compañero para el sexo o, preferiblemente, como su nuevo y último novio.
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CHRISTMAS MOOD 愛 NCT
FanfictionEn navidad algunos dan regalos, otros entregan su corazón y unos pocos incluso ceden su vida. En diciembre todo puede pasar, pues son veinticinco días en los que el humor de las personas depende de cómo celebrarán aquella noche. Una cosa sí tienen t...