-¿Y cómo esta ______?- pregunto Luisa sin poder contenerse.
-Pues parece ser que bien, la operación casi acaba y no se han presentado dificultades- dijo la enfermera –Ahora por favor, pido a la señora Styles un momento en privado.
La enfermera y la mamá de Harry se fueron a un rincón del pasillo. Yo me acerque a Luisa y le di unas palmadas en la espalda.
-¿Cuándo sale?- pregunte con un tono más calmado
-No lo sé- dijo ella reprimiendo toda su euforia. –No lo sé.
-Claro- dije y baje la mirada.
Pasaban las horas y pronto solos nos encontrábamos Louis, Drake, Luisa y yo.
La familia de Harry ya se había ido para arreglar el tema del velorio de Harry.
Yo estaba cayendo en un profundo sueño. Pronto, oí unos pasos apresurados y varios susurros a un lado de mí.
Con la vista borrosa alcance a ver a Drake y a un doctor hablando. Como pude me acerque.
-Bueno, ya acabamos- dijo el doctor guardando sus lentes –Ella está estable.
-Muchas gracias doctor- dijo Drake -¿La podemos ver?
-No hasta mañana- dijo el doctor.
Yo suspire hondo y fui a casa. Eran las doce de la noche y mamá ya estaba acostada.
Subí a mi cuarto y azote la puerta tras de mí. Me senté en una esquina de mi cama y me comencé a preguntar en cómo había llegado hasta esto.
Tal vez fue desde el momento en aquel restaurante en el que vi sus ojos, o cuando descubrí que era ella en la rampa de skate, tal vez desde antes yo buscaba a alguien así. Alguien que me hiciera hervir la sangre de enojo, que no me juzgara, que estuviera aquí para mí a pesar de todo, alguien que simplemente era ella misma.
Ahora ya no la tenía como aquel día en la tarde, en la que nos escapamos al café, como en la casa del campo, como en mi jardín o como esa noche, en mi cama, a mi lado.
Era inseguro. Tal vez podría seguir viva, pero, quien me aseguraba que seguiría en mi vida.
Caminaba de un lado a otro en la habitación. Su voz retumbaba mis oídos y los recuerdos se hacían cada vez más presentes.
Me pudo haber lastimado, pero la quería aquí, conmigo. Ella era alguien tan rara, tan diferente, tan ella y el no poder recordármelo con su presencia era un martirio.
No dormí en toda la noche. Era increíble, solo había estado una vez así en toda mi vida, cuando murió mi hermano Greg.