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En un pequeño pueblo carente de grandes riquezas, existía una historia que atemorizaba de igual a manera a niños y adultos.

Se decía que una bruja vivía en las profundidades del bosque que rodeaba aquel pueblo. Según los rumores, algunos pueblerinos la habían visto hablar con los lobos y demás criaturas para que asesinaran a quien osara entrar en sus dominios.

La verdad era que hacía mucho tiempo no había indicios de la bruja, sin embargo la gente del pueblo no estaba segura y preferían tomar los caminos más largos para rodear el espeso bosque, nadie se atrevía a cruzarlo.

La gente vivía aterrada, excepto una persona.

Park JiMin era un chico de dieciocho años que para muchos, resultaba ser un simple dolor de cabeza. La mayor parte del tiempo se la pasaba hablando y apesar de su amabilidad y belleza, el chico no era bien visto desde que se supo su preferencia por las personas de su mismo sexo.

Todos decían que aquello era obra de la bruja y que el muchacho simplemente estaba hechizado. Aquello le provocaba una terrible vergüenza a su familia, pero a pesar de todo, JiMin siempre tenía una sonrisa que regalar, siempre lucía feliz.

No importaba si los demás padres alejaban a sus hijos de él, tampoco importaba si en ocasiones recibía algunos insultos. JiMin siempre sonreía, aunque muy en el fondo la tristeza albergaba su corazón y la soledad se volvía su única compañera.

Su alma tan pura le impedía ver el daño que los demás le hacían y él siempre se repetía que no era a propósito, que en algún momento la gente del pueblo lo iba a aceptar.

Pero no fue así.

Una noche llena de truenos y lluvia, el viento sacudió con fuerza las humildes casas hechas de piedra y madera que con esfuerzo las personas lograron construir.

Todos corrían de un lado a otro, algunos resguardando el ganado, algunas madres metiendo la ropa seca.

El viento soplaba cada vez más fuerte, hasta que trajo consigo a una persona encapuchada que apareció frente al bosque y que en su rostro llevaba una detallada máscara blanca. Así, entre gritos y palabras que nadie comprendió, llamó la atención del pueblo.

—¡He venido aquí por uno de ustedes!.— gritó con una voz ronca, demasiado grave para ser la voz de una mujer.

Los pueblerinos aterrados abrazaron a sus hijos y se reunieron con sus familias. Por primera vez luego de tantos años, la bruja por fin hacía acto de presencia, causando temblores en los cuerpos y lágrimas de miedo.

—¿Q-Qué es lo que quiere?.— preguntó un hombre manteniéndose lo suficientemente lejos de la bruja.

—¡Quiero a uno de sus hijos!.

Todos los padres lloraron y se negaron a dar a sus pequeños como sacrificio, excepto una familia.

Los Park tenían demasiados hijos, pero había uno en especial que siempre les causó problemas.

—N-Nosotros le ofrecemos a nuestro hijo.— se atrevió a decir el hombre sin pensarlo siquiera un poco.

La bruja se mantuvo en silencio y esperó a ver qué tipo de muchacho era aquel que se llevaría esa noche.

Grande fue su sorpresa al observar como aquél hombre arrastraba a un hermoso chico de cabellos dorados y piel pálida, para enseguida lanzarlo a sus pies.

—P-Papá por favor.— sollozó el menor arrastrándose por el suelo para aferrarse a la pierna de su progenitor.— N-No dejes que me lleve.— suplicó sintiendo verdadero miedo por primera vez.

La bruja estaba absorta ante la belleza de aquella criatura de corazón tan noble y alma pura.

—¡Si llévatelo!.— escuchó gritar a alguien.— ¡Si, que se lo lleve!.

Los gritos comenzaron a escucharse cada vez más fuertes y JiMin se mantenía sollozando, con su ropa empapada y cubierta de lodo.

—¡Silencio!.— gritó la bruja logrando que el pueblo se sumergiera en un profundo silencio y completa obscuridad, donde únicamente se podía escuchar aquel llanto del jovencito que le ofrecían.— Acepto a éste muchacho.— respondió asintiendo, estaba enojada por la manera en que habían actuado.— Pero una vez que me lo lleve, no volverán a verlo nunca.

El hombre asintió sin un poco de arrepentimiento y se apartó bruscamente de su primogénito, quien aún tirado en el suelo seguía llorando desconsoladamente al darse cuenta de que nadie haría nada, realmente dejarían que la bruja se lo llevara.

Una mano fría se posó en su cabeza y pronto el muchacho cayó inconsciente, con lágrimas frescas descendiendo por sus mejillas.

—Ésto no significa que se han librado de mí.— habló furiosa y aún sin poder creer que le hayan a dado a esa bella criatura.— Yo voy a volver cuando menos lo esperen.

Y tras decir aquellas palabras, una risa escalofriante se logró escuchar mientras una nube espesa de humo salía del bosque.

La gente aterrada retrocedió, pero cuando el humo se disperso, la bruja había desaparecido junto con JiMin.

Quédate Conmigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora