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Durante la noche, la fiebre de JiMin aumentó demasiado y el chico de cabellos rubios no dejaba de decir incoherencias mientras se removía por toda la cama.

JungKook se preocupó bastante al sentir la temperatura demasiado alta que desprendía su cuerpo. Sus mejillas estaban tan rojas como una fresa y de su frente escurrían pequeñas gotas de sudor.

Miró hacia la cocina y pudo ver las plantas en frascos que había recolectado con anterioridad. Su madre le había enseñado a crear diferentes cosas con ellas y entre esas cosas, estaba una mezcla para bajar la fiebre sin la necesidad de utilizar hechizos.

Inmediatamente se alejó de la cama y tomó un tazón para comenzar a mezclar las plantas en lo que el agua comenzaba a calentarse en un pequeño caldero que colocó sobre el fuego de la chimenea.

—Pronto te sentirás mejor muñequito.— murmuró más para él que para el chico que se hallaba temblando sobre el colchón.

Minutos pasaron cuando por fin JungKook volvió con aquella sustancia líquida en el tazón humeante y de un olor poco agradable, pero que sabía, iba a funcionar.  Lo sujetó con una mano y con la otra movió a JiMin delicadamente.

—Despierta.

El menor abrió sus ojos despacio, se sentía realmente mal como para mantenerse despierto por mucho tiempo.

—¿JungKook?

—Aquí estoy.— acercó el tazón a los carnosos labios del menor y éste le miró confundido.— Bebe.

—¿Q-Qué es?.

—Te hará sentir mejor.

JiMin no tenía más opción que confiar en aquel muchacho, así que sin renegar permitió que el azabache le diera aquel líquido que le quemó por un momento, pero que se sentía bien al pasar por su garganta.

Lo bebió todo y una vez que acabó volvió a recostarse, sintiéndose extrañamente mejor.

—Ahora podrás dormir.— JungKook le acarició delicadamente sus bellos mechones dorados y sonrió levemente aunque JiMin no lo viera.

Se dispuso a marcharse, pero una pequeña mano sujetando su manga se lo impidió.

—¿Qué ocurre.

El menor sin ser consciente de lo que decía o hacía, mantuvo sus ojos cerrados y pronunció unas palabras que aceleraron el duro corazón del mayor.

—Quédate conmigo.

...

El sol iluminó el rostro de JiMin causándole molestia. Sus ojos se abrieron lentamente y al aclarar su vista, pudo darse cuenta de que se encontraba solo en aquella cabaña.

No recordaba muy bien lo sucedido, solamente sabía que la fiebre bajó casi por completo, aunque su nariz aún era una molestia. Su cuerpo se sentía cansado, pero era mucho mejor que antes.

—¿JungKook?.— lo llamó temeroso, sin embargo no obtuvo respuesta.
El silencio era un poco aterrador, pues únicamente se escuchaba de fondo el sonido de los árboles que se movían bruscamente por el viento del invierno y el canto de los cuervos fuera de la ventana.

Sorbiendo su nariz, tomó una cobija amarilla y caminó descalzo por el cálido suelo de madera hasta poder llegar frente a la chimenea que aún consumía la poca leña que quedaba.

Miró hacia todas partes y se dió cuenta de que el lugar se veía mucho más ordenado que cuando llegaron.

Había repisas con frascos llenos de líquidos de diferentes colores, también había muchas plantas adornando el lugar junto con una gran cantidad de libros.

Quédate Conmigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora