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Transcurrió una semana luego de aquel día.

Una semana de preguntas y respuestas. Una semana de pequeñas sonrisas y miradas tímidas. Una semana para que JungKook se acostumbrara al delicioso aroma que tenía su cabaña gracias al chico de cabellos dorados. Una semana de corazones alborotados y cuentos nocturnos.

Una semana en la que JungKook durmió junto a JiMin cada noche sin excepción, protegiéndolo de los monstruos nocturnos y los truenos de las fuertes lluvias.

"Quédate conmigo" pedía el menor con aquella mirada llena de brillo que lograba convencer a JungKook.

JiMin ya no estaba enfermo.

Su rostro se veía mucho más radiante que cuando lo conoció. Sus labios parecían estar más rojos y su cabello incluso brillaba con más intensidad.

-¿Quieres venir conmigo?.- preguntó el brujo aquella mañana soleada, observando como el menor saltaba inmediatamente de la cama.

-¡¿Lo dices enserio?!.- sonrió emocionado, colocándose en el camino a la puerta, un suéter blanco que JungKook le obsequió unos días antes.

La verdad era que Jeon impidió que JiMin saliera de la cabaña. No quería verlo enfermo nuevamente y los días habían sido de un clima terrible. Pero esa mañana, el sol brillaba tan espléndido como los mechones dorados de su pequeño muñeco de porcelana.

-Si, hay algo que quisiera mostrarte.

No tuvo que insistir pues JiMin ya estaba poniendo sus pies sobre el pasto fresco del exterior.

Salem corrió donde ellos y de inmediato se colocó a un lado del rubio, quien al verlo, se agachó y lo levantó entre sus brazos, acariciando su pelaje negro mientras el animal ronroneaba.

JungKook no supo en qué momento se volvieron tan buenos amigos. Quizá después de dejarlos solos casi todos los días, se habían tomado cariño.

-¿A dónde vamos?.- preguntó al fin JiMin, siguiéndolo detrás.

-Quisiera llevarte a un lugar muy especial.- respondió sin detenerse.- Antes de que te marches.

La sonrisa del menor lentamente se desvaneció de sus labios. Bajó la cabeza y permaneció en silencio el resto del camino.

-Ya hemos llegado.- le informó el brujo.

La vista de JiMin recorrió el lugar y quedó tan asombrado que ninguna palabra pudo salir de su boca. Sus ojitos se abrieron más de lo normal y sintió como los latidos de su confundido corazón se agitaban bruscamente.

JungKook lo había llevado a su lugar mágico y secreto, donde los rayos del sol hacían un arcoiris al tocar el agua cristalina de la cascada. Donde las flores de todos tipos crecían sin ningún problema, rodeando aquél paraíso con su belleza.

-E-Es... Es precioso.- por fin dijo el menor agachandose para dejar a Salem correr libremente por aquel pasto verde.

-Aquí vengo cuando me siento demasiado preocupado o triste.- sonrió suavemente, pensando en que cuando JiMin se fuera, seguramente pasaría más tiempo en dicho lugar.

-Es algo mágico.

-Lo mismo pensé.- sonrió alejando los tortuosos y tristes pensamientos de su cabeza.- Ven... Nademos un poco.

El mayor comenzó a quitar su ropa y JiMin no pudo evitar morderse el labio al ver el buen físico del brujo. Sus músculos se apreciaban perfectamente con la luz del sol directamente sobre aquel escultural cuerpo.

Estaba de espaldas a él, por lo que no se dió cuenta de aquella expresión que puso el rubio al ver que quedó completamente desnudo.

Sin decir nada, se arrojó al agua tibia y se movió en la misma con una sonrisa.

Quédate Conmigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora