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La puerta de la habitación se abrió cuando un hombre le llevó el desayuno, pero no contaba con que en lugar del muchacho de cabellos dorados, encontraría un enorme lobo negro.

Un gruñido y el sonido de las patas chocando contra el suelo de madera fue lo último que se escuchó antes de que cayera de espaldas contra el suelo golpeándose la cabeza y perdiendo el conocimiento.

JiMin se acercó y se agachó para recoger las llaves que el hombre llevaba colgando del cuello.

Sonrió satisfecho y junto con Salem salió corriendo de aquel cuarto, pasando por un extenso pasillo, abriendo la siguiente puerta, hasta que tuvo al fin una vista perfecta del pasto verde siendo iluminando por los rayos del sol.

Habían tenido suerte de que aquella mañana la gente del pueblo hubiera organizado una reunión y la casa estuviera prácticamente sola.

Corrió aún más rápido y cuando al fin la brisa le golpeó la cara, una sonrisa más amplia se dibujó en su rostro.

Era libre de nuevo.

TaeHyung junto con los demás pueblerinos retrocedieron aterrados al ver a JiMin corriendo hacia el bosque con un enorme lobo negro a su lado y una expresión de alegría pura en su cara. Con su cabello brillando tan hermosamente como un rayo de sol, con su cuerpo tan liviano como una pluma siguiendo las ráfagas de viento que le llevarían a su destino.

Él no miró atrás, lo único que sus ojos vieron fue la danza de los árboles que le acompañaban en el camino. Corrió más rápido, ansioso por llegar al sitio que le devolvería sus recuerdos.

Su corazón golpeaba fuertemente su pecho y sintió un escalofrío por todo su cuerpo mientras más se acercaban, hasta que después de un largo trayecto, logró divisar una cabaña.

Sus ojos se abrieron más de lo normal cuando un vago recuerdo llegó hasta su mente. Él conocía ese lugar.

Aumentó la velocidad, casi rebasando a Salem. Y al llegar, sus palmas se estrellaron contra la puerta y ésta se abrió tan fácilmente que JiMin cayó de rodillas en el suelo debido a la fuerza innecesaria que empleó.

Su respiración era agitada, pero aquello no le importaba. Lo único que le importó fue ver aquel lugar frente a sus ojos. Un lugar que conocía bien.

Las repisas ahora se hallaban vacías. La chimenea se encontraba apagada y aquello evitaba que sintiera la calidez de aquel suelo de madera. El silencio prevalecía y el ambiente sombrío se adueñaba de la cabaña.

-Falta algo.- murmuró poniéndose de pie y caminando hacia la tela delgada que permitía ver una cama tendida. Se acercó y tocó las sábanas suavemente, dirigiendo después la vista hacia el mueble a un lado, donde un libro permanecía intacto.

Lo tomó entre sus manos y acarició las pastas con delicadeza.

-¿Puedes leer para mi?.- habló en voz baja de manera inconsciente. Abrió las páginas y fue entonces que encontró la imagen de un caballero besando los labios de una doncella.

Su cuerpo se estremeció. El libro cayó de sus manos y el eco resonó en sus oídos. Los latidos aumentaron mientras las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas.

-JungKook.- la niebla de su cabeza se dispersó. La puerta se abrió y dejó escapar cada recuerdo como flashes frente a sus ojos. Sentía como si el aire no llegara a sus pulmones y por un momento se sintió mareado.- JungKook.- retrocedió y de inmediato comenzó a buscar en cada rincón de la cabaña, pero él no estaba ahí.- ¡JungKook!.- salió gritando hacia el bosque. Sin embargo no había respuestas.

Sus manos apretaron sus cabellos y a pesar de seguir aturdido por aquellos recuerdos, su alma le estaba pidiendo encontrar a su amor; pero miraba hacia todas partes sin saber qué hacer.

Tal vez si sus sentimientos no fueran tan fuertes, la poción habría funcionado. Tal vez si no hubiera forzado tanto a su mente, los recuerdos hubieran permanecido guardados. Tal vez si no le amara, lo habría dejado ir... Pero las cosas no sucedieron así.

Sus piernas nuevamente comenzaron a correr y cuando escuchó un trote a sus espaldas, giró y se sorprendió al ver a un hermoso caballo negro que con amabilidad le ofreció un veloz transporte.

No lo dudó y subió aunque no supiera montar un caballo. No le importaba caer, no le importaba nada más que llegar a donde su amor se encontraba.

Salem corrió siguiendo los rastros que estaba seguro, eran de JungKook.

...

El brujo caminaba lentamente sin muchos ánimos. A ese paso tardaría tres días en salir del bosque, pero eso no le preocupaba, de todas formas no había lugar al cual llegar. Ya no tenía un hogar.

Sus piernas se movieron cada vez menos hasta que quedaron inmóviles. Su cabeza veía el pasto bajo sus zapatos y las lágrimas que caían sobre ellos.

De pronto, el sonido de ramas quebrandose bajo las patas de un caballo corriendo le hicieron voltear y en la lejanía pudo ver una silueta poco visible gracias a los rayos del sol. Cubrió un poco sus ojos con una mano y notó una dorada y brillante cabellera.

El caballo se detuvo antes de llegar a él y pudo ver que alguien bajaba del animal, casi cayendo en el intento.

Lo siguiente que sintió, fue un cuerpo mas pequeño estrellándose contra el suyo y unos brazos rodear su cuello con tanta fuerza que se sintió asfixiado por algunos segundos.

-J-JiMin.- murmuró sorprendido, pensando que quizá era solamente un sueño. Un cruel sueño como muchos que había tenido antes.

Pero no. Era real

Quiso decir más palabras, pero repentinamente los labios de JiMin se lo impidieron cuando sin pensarlo atrapó los suyos.

JungKook se inclinó hacia él devolviendo el beso con suavidad. JiMin jadeó cerrando los ojos y se dejó llevar por aquellos movimientos lentos y sintió que algo estallaba en su pecho, sintió que un extraño hormigueo recorría todo su cuerpo.

Los labios de JungKook acariciaban los suyos con ternura, y cuando el brujo se separó de él, las miradas chocaron y se llenaron de un brillo único que solamente ellos podían provocar.

-JiMin.- acarició su mejilla y le besó una vez más en los labios.- ¿Qué estás haciendo?.

-Vine a buscarte.- sollozó el menor aferrándose al cuerpo del más alto.- Vine a encontrar a la única persona que me hace feliz.

-P-Pero... Yo creí que.- sus ojos se nublaron nuevamente y abrazó al rubio como si no quisiera dejarlo ir.- Te ví con ese muchacho y... Creí que eras feliz.

JiMin negó inmediatamente con su cabeza.

-No podía ser feliz porque algo me faltaba, o más bien alguien... Ahora sé que eras tú.

Las manos de JungKook se deslizaron por su cuello suavemente, acariciando con los pulgares la tierna piel que poseía. Pronto sintió la presión de sus labios contra los suyos. Sus manos bajaron hasta sus hombros, deslizándose hacia sus brazos y bajaron hasta su cintura, haciéndole sentir ligeros escalofríos de placer. Estrechando su cuerpo contra el suyo, prometiendo con aquella acción que no le soltaria jamás.

-Lo lamento tanto.- susurró sobre sus labios.- Lamento haberte alejado JiMin, lamento hacer que olvidarás y...

-Shh.- el menor le calló con un dedo sobre sus labios y sonrió dulcemente.- Ya no importa... Sólo... Sólo quédate conmigo.

-Me quedaré para siempre si tú lo deseas muñequito.

-Lo deseo.

Un beso selló aquella promesa y no necesitaron más palabras, pues el latir de sus corazones les decía cuán enamorados estaban.

-Entonces.- JungKook sostuvo su mano sin apartar aquella mirada llena de amor y comenzó a caminar.- Volvamos a nuestro hogar.
















Quédate Conmigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora