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Las horas siguieron pasando. Ambos chicos se mantenían ahora sentados sobre el pasto de aquel maravilloso lugar, sus cabellos aún permanecían húmedos pero sus cuerpos estaban tibios con la ropa cubriendolos.

—Cierra los ojos.— pidió JungKook con una sonrisa en el rostro.

JiMin obedeció y sus párpados se juntaron. Permaneció quieto hasta que sintió las manos de JungKook sostener las suyas delicadamente. Sus pulgares acariciando suavemente los dorsos de sus manos causando la aceleración de su corazón.

—Abrelos.

Sus ojos se abrieron y se sorprendió al ver como una hermosa rosa roja crecía bajo las palmas de sus manos.

—JungKook.— dijo aún sin poder creer lo que estaba presenciando.— Es... Es...

—Es magia.

—Es hermoso.— sonrió ampliamente sin despegar la mirada de aquella flor hermosa y perfecta que aún seguía creciendo lentamente.

«Yo haría crecer todas las flores que quisieras, sólo quédate conmigo»

Sus pensamientos le decían que debía decirlo en voz alta, pero JungKook no se atrevía a hacerlo. Solamente quedó perdido en aquellos ojos que miraban fascinados algo que para él era común. Quería gritar que no se fuera nunca, pero sus labios parecían estar sellados y únicamente observó con adoración esa radiante sonrisa que derretia su corazón.

La misma sonrisa que iba a extrañar cuando no la viera más. La misma sonrisa que ilumina igual que el sol en los días nublados y aquellos ojos miel que parecían derramar dulzura en cada mirada.

No quería volver, no quería dejarle ir; pero sabía que debía hacerlo.

—Empieza a hacer frío.— habló soltado las suaves manos que de inmediato le quitaron el calor en sus palmas.— Deberíamos irnos antes de que sea más tarde.

JiMin no dijo nada, simplemente asintió y pudo observar la incertidumbre en los ojos oscuros del brujo. Sabía que pronto debía irse pero ¿Realmente quería irse? A pesar de que JungKook le dió mucho más amor en una semana que sus propios padres en sus años de vida... Los extrañaba.

Y el camino de regreso a la cabaña fue completamente silencioso. Sólo las ramas de los árboles y el sonido del viento lograban escucharse.

—Bueno.— JungKook fue el primero en hablar.— Ya no estás enfermo.— mencionó lo que era obvio para ambos.— Supongo que debo cumplir la promesa que te hice.

«Quédate conmigo»

—¿Me dejarás ir?.— preguntó JiMin moviendo sus manos con nerviosismo.

«Por favor no me sueltes»

—Es lo que prometí.— respondió JungKook como si ahora estubiera arrepentido por dicha promesa.

JiMin bajó la cabeza y movió sus pies de un lado a otro.

—Entonces... ¿Cómo puedo volver al pueblo?.— preguntó el rubio sin intención de mirarle a los ojos.

—Yo te llevaré JiMin.

El menor asintió, pero muy en el fondo sabía que no quería irse. Sus pies no parecían querer moverse y las lágrimas que estaba reteniendo no podrían ser detenidas por mucho tiempo.

«Pídeme que me quede contigo»

Suplicó en su mente, pero era incapaz de decirlo en voz alta porque no sabía si al brujo le agradaría la idea de tenerlo junto a él por el resto de su vida, así que prefirió quedarse callado.

Quédate Conmigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora