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JiMin había vuelto a la cama luego de estar intentado escapar casi por dos horas.

Sus lágrimas caían sobre la suave tela de su suéter mientras que sus brazos apretaban fuertemente sus piernas contra su pecho.

-¿Porqué nadie se opuso?.- se preguntó en voz baja, acurrucadose del frío que la lluvia dejó horas atrás.

De pronto la puerta se abrió de golpe haciendo al rubio dar un respingo. Sus ojos inmediatamente buscaron a quien era el dueño de aquella cabaña, encontrandolo casi al instante mientras se quitaba aquella capucha y dejaba al descubierto su elegante ropa color guinda y negra.

-¿Dormiste un poco?.- le preguntó él dirigiéndose a donde se encontraba. JiMin negó temeroso.- ¿Porqué?.

-T-Tenía miedo.- susurró casi inaudible.

El azabache frunció los labios ante aquella respuesta, él no deseaba que aquel jovencito le tuviera miedo. Había decidido conservarlo y no quería ver aquella mirada en sus ojos cada vez que estuviera cerca.

-¿De mí?.- el rubio no respondió, simplemente bajó la mirada.- Entiendo.

Aquello le hizo sentir realmente mal, así que caminó hacia otra parte, alejándose del muchacho que temblaba como si estuviese muriendo de frío.

JiMin lo observó caminar y darle la espalda mientras que tomaba varios frascos en sus manos.

El hombre desapareció de su vista, pero olvidó algo muy importante... Cerrar la puerta.

Los ojos del menor se mantuvieron en los árboles que se lograban apreciar afuera, estaba temblando de miedo, realmente deseaba escapar, así que se puso de pie y se asomó hacia esa pequeña puerta por donde el brujo se había ido. Estaba oscuro y no se lograba ver nada.

Tragó el nudo en su garganta y sin pensarlo demasiado, salió corriendo a toda velocidad.

El sonido de las ramas quebrandose bajo sus pies se lograba escuchar, su respiración se volvió errática y podía ver el vapor que salía de su boca.

Corrió lo más rápido que sus piernas se lo permitían, corrió por largos minutos, pero el frío no ayudaba en nada y el chico no parecía avanzar gracias a que la neblina acompañada de la oscuridad cubría su visión.

Su tembloroso cuerpo cayó contra el pasto aún mojado, su piel estaba más pálida que de costumbre y sus labios habían tomado un color morado.

Se abrazó con fuerza y pensó que aquello terminaría ahí, que su vida había sido tan corta y llena de sufrimiento que ni siquiera pudo disfrutarla.

Sus ojos se cerraron lentamente, la hipotermia seguramente lo mataría, pero nunca esperó sentir unos brazos sostenerlo fuertemente.

Imágenes borrosas llegaban hasta sus ojos, pero pudo apreciar ese rostro serio mirando fijamente hacia adelante... Era él... Era el brujo quien lo llevaba cargando.

La oscuridad cubrió su vista dejándolo inconsciente por algunos minutos, pero al despertar, había calor llenando su cuerpo, se sentía bastante cómodo.

Sus párpados se separaron y pudo ver una chimenea encendida frente a él. Quizo moverse, pero fue en ese momento que se dió cuenta de que aún estaba siendo sostenido por unos fuertes brazos mientras que su mejilla descansaba en el pecho de aquel hombre que únicamente lo miraba en silencio.

-¿Te sientes bien?.- Preguntó él con su mismo tono frío.

-T-Tú... Me salvaste.- dijo sorprendido con una voz algo ronca.

El peli negro se quedó callado, realmente no sabía porqué sintió pánico y vacío al verlo salir corriendo por la puerta. Ni siquiera llevaba un día ahí y ya estaba preocupándose demasiado, quizá la razón era que nunca antes había tenido a otra persona cerca, únicamente a su madre que lo dejó solo, cuando tenía doce años.

-No hubiera tenido que hacerlo si tú no hubieras escapado.- espeto.

-L-Lo lamento yo... Tengo miedo.- las lágrimas nuevamente se acumularon en sus ojos y el peli negro sintió fastidio ante la debilidad del chico que permanecía entre sus brazos.

-Ya deja de llorar.- respondió alejándose lentamente, dejando al rubio en el suelo frente a la chimenea.

Caminó hasta la cama y tomó las cobijas para llevarlas a donde se hallaba JiMin y así poder envolverlo en ellas, brindándole aún más calor.

-G-Gracias.- el rubio estaba bastante desconcertado. Aunque su rostro era bastante duro y su voz demasiado gélida, nunca nadie fue tan amable con él, como lo era ese jóven de cabellos negros.- ¿P-Puedo saber tu nombre?.- preguntó tímido.

-JungKook.- respondió luego de varios segundos.

-JungKook.- repitió JiMin con una suave sonrisa, una que alteró el corazón del peli negro sin entender porqué.- Yo me llamo JiMin.

El azabache no respondió nada, simplemente se dió la vuelta y dejó al pequeño chico frente al fuego de la chimenea.

Él no sabía cómo tratar a una persona, nunca antes lo hizo y por eso a pesar de parecer tan duro, por dentro estaba poseído por los nervios y el miedo de que aquel precioso muchacho lo dejara solo nuevamente.

-Cálmate Jeon.- se dijo a sí mismo mientras tomaba algunos recipientes de la cocina.- ¿Y ahora qué hago?.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó un estornudo provenir de JiMin y luego otro y otro más.

Se asomó y pudo ver al chico sorbiendo su nariz mientras que su rostro triste le decía que no estaba contento de estar en ese lugar a su lado.

Se recargo en la pared y dejó escapar un largo suspiro. Realmente no sabía si era correcto retenerlo ahí contra su voluntad.

-De todas maneras siempre estuve solo.- murmuró y alejó el miedo que sentía en su interior, volviendo así con el chico que apenas notó su presencia lo observó fijamente.

-Creo que me voy a enfermar.- dijo JiMin aún tembloroso mientras que JungKook ponía la mano en su frente, comprobando así la fiebre que tenía.- Mamá me habría dado algo calientito para que me aliviara pronto.

El mayor no comprendía qué estaba mal en aquella cabeza. Sus padres lo ofrecieron y aún así él seguía pensando en ellos, echandolos de menos, creyendo que todo había sido producto del miedo... ¿Realmente no se daba cuenta de que no lo querían?.

Pero quién era él para juzgarlo.

No le quedaba más opción que resignarse nuevamente a la soledad.

-Quédate conmigo hasta que mejores, luego podrás irte.

La sorpresa en los ojos de JiMin captó su atención, así como el brillo que emitieron.

-¿E-En verdad?.- preguntó esperanzado.

-Si, lo prometo, pero debes jurar que no vas a intentar huir cuando yo no esté.

-L-Lo juro.

Jungkook asintió, él podía curar a JiMin en ese mismo instante, pero no quería... Iba a tenerlo hasta que se aliviara por si mismo. Quizá sería peor, pero deseaba disfrutar de la compañía de aquel muchacho aunque fuera por unos días solamente.

Quédate Conmigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora