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La mañana de sábado llegó con un frío abrazador que mantuvo a más de una familia bajo las grandes capas de tela que cubrían sus cuerpos, hasta que el sol salió por la tarde.

—He notado que últimamente estás muy callado JiMin.— murmuró el jóven castaño que sostenía su mano con tal fuerza como si al soltarlo, fuera a caer en el vacío.

—No me he sentido muy bien.— respondió el rubio restándole importancia, tratando de navegar nuevamente en aquella neblina que mantenía obstruidos sus recuerdos. — Siento que he olvidado algo muy importante.

El castaño abrió sus ojos grandes y le abrazó repentinamente.

—Tal vez la bruja te hizo algún embrujo... ¡Tal vez cuando escapaste te lanzó un hechizo!.

JiMin se alejó del chico que parecía querer asfixiarlo y le miró con el ceño fruncido.

—No exageres TaeHyung, sólo no recuerdo nada... Eso es lo que me tiene tan inquieto.

El chico de mayor estatura asintió comprendiendo y tomó la mano de Park, guiandola hacia sus labios para besar el dorso de la misma.

—Tal vez sea mejor que no tengas esos recuerdos, quizá fue algo tan terrible que tu mente prefirió bloquearlo.

—Tal vez tengas razón.— murmuró no sintiéndose muy convencido ante aquellas palabras.

Él estaba seguro de que algo importante se encontraba ahí, oculto detrás de aquella puerta de la cual no tenía llave.

—¿Porqué no vamos a la orilla del bosque a buscar algunas flores?.— propuso TaeHyung con una curiosa sonrisa.— Tal vez así puedas relajarte un poco.

JiMin lo pensó por un momento. Quizá si era una buena idea después de todo.

—De acuerdo, vamos.

Los árboles bailaban con la suave brisa y el pasto se encontraba aún mojado gracias a las lluvias que habían caído esa semana.

Se hincaron en el lugar donde había más flores y las miraron en sus diferentes colores y texturas.

—Me encantan las flores blancas.— murmuró TaeHyung sonriente mientras acariciaba los pétalos de una flor.

Sin embargo JiMin dejó de prestar atención cuando su vista quedó pérdida en un solitaria flor lejos de las demás.

Su color era rojo brillante y estaba hermosamente abierta con los rayos del sol rozando sus pétalos.

Una sensación de nostalgia invadió su pecho y no sabía la razón de las lágrimas que habían comenzado a descender por sus mejillas. Sentía como si la puerta que bloqueaba sus recuerdos, estuviera cediendo lentamente.

—¡JiMin!.— TaeHyung se alarmó cuando le vió llorar e inmediatamente se acercó a él.— ¿Te encuentras bien?.

—S-Si, yo... No sé lo qué sucedió.

—Oh, cariño está bien, sólo volvamos a tu casa y podrás descansar si es lo que deseas.

JiMin asintió y se dejó envolver por los brazos del mayor mientras lo levantaba del suelo y lo ponía en pie.

Caminaron lentamente hasta que JiMin escuchó algo crujir bajo su zapato. Se detuvo y miró el pasto con ahora pequeños vidrios, pintados por un color azul claro que al parecer se había impregnado en ellos.

—¿Qué es eso?.— se agachó y tomó uno de los trocitos entre sus dedos.

—No tengo idea.— respondió TaeHyung mirando curioso aquel trozo de vidrio.— Quizá a alguien de pueblo se le cayó.

Quédate Conmigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora