SIX

1.7K 119 27
                                    

Soy la típica hueona que pierde la dignidad por un hueón que ni la pesca, esa hueona pava que piensa que el culiao en algún momento se dará cuenta de su existencia y la amará con todo su ser. Que llegará un día de la nada a tocar la puerta de su casa y le dirá "me gustai, andemos".

No seamos hueonas, no nos dejemos llevar por un sentimiento tan tóxico y egoísta. Si egoísta, porque ponemos expectativas en una persona, una persona que no nos debe nada, que no tiene porqué cumplir nuestras expectativas cegadas por el "amor".

— Necesito un completo a la vena para este mal de amor.— suspiré mirando el techo.

Hago todo mal, me creo poetisa, me las doy de Julieta Montesco  cuando no llego ni a la planta carnívora. Quedo en vergüenza frente al único culiao que más me ha gustado en toda mi miserable vida, pero trato de que no me importe y es peor conchatumare.

Salí un rato a la calle a pensar un poco sobre lo que estoy haciendo últimamente con mi vida, me siento en un banco mientras escucho una canción de los prisioneros y que para colmo la hueá después se pone una canción justo en el estado emocional en el que me encuentro.

¿Casualidad?
Puede ser...
¿Destino?
Lo dudo, es solo una canción
¿Pico pal que lea?
Cinco por favor, y que uno sea del Isaías.

Miré al cielo y comencé a cantar importandome una corneta si la gente me juzgaba con sus miradas de "culiá loca".

Para amar, para amar....
Debes tratar de poco entregar.
Para amar, para amar...
Tu identidad debes falsear.
Para amar, para amar...
Siendo estúpido serás feliz.
Para amar, para amar...
Debes evitar soñar, debes olvidar soñar.

En eso unos hueones se ponen al lado mío y se ponen a cantar conmigo.

¿Qué hueá?

Uno tenía una guitarra, el otro andaba con unos parlantes y el último hueón andaba sin nada. Se notaba que eran como un grupito que les gustaba andar tocando en la calle y hueás.

Después de terminar el tema nos quedamos en un silencio un poco incomodo y al final terminamos cagandonos de la risa.

La hueá rara.

— ¿Mal de amores?.— me preguntó el que tenía la guitarra.

Se veía como el más sociable de los tres.

Bufé y lo miré — Más que eso.— miré al suelo— pensando en la vida.

No tenía ganas de hablar del tema, menos con unas personas que acaba  de conocer, no era exactamente la persona más abierta de todas.

— Puta, si te sirve de consuelo, estamos en las mismas.— dijo el culiao que andaba con los parlantes.

— La verdad es que la hueá no me sirve de nada, pero gracias igual.

— Si te tinca nos quedamos contigo un rato más y tocamos algunos temas para que te sientas mejor ¿Querí?

¿Que onda? ¿La Pachamama me trajo unos guardianes para hacer mi día menos mierda o qué?

— Sería pulento.— hice mi mejor sonrisa y nos pusimos a cantar.

Pasé casi toda la tarde cantando con los cabros en una plaza, fué todo muy raro, pero me hizo sentir de una u otra forma mejor.

Los cabros me dieron su insta y como sospeché, tenían una banda y todas esas volás. Me dijeron que si quería algún día podía ir a sus ensayos a verlos tocar, que también hacian sus tocatas de vez en cuando y que si iba le dirían al portero que entrara gratis.

Llegué a mi pieza y me tiré en la cama como saco e papas. Pensé en lo raro que había sido este día, en lo cuatica que es la vida y te pone a personas pulentas en los días menos pensados.

Me llegó un mensaje y mi corazón se paralizó, de hecho también mi vagina tuvo la misma reacción.

Rico exquisito: ¿Eras tú la que estaba hoy en una plaza cantando con unos hueones?

¡NO SOY CHORA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora