Cap. 2: Café

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"Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres;

Pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias"

Llevaba más de 30 minutos, deambulando por las frías calles de Nueva York...

La nieve caía a mi paso, y mi mente no hacia otra cosa que recordarme, aquella cita que algún día Miguel de Cervantes proclamó, haciendo énfasis en una de las realidades más circunstanciales de la sociedad actual...

El dolor trae rencor, y con él, el despertar de la maldad que yace en el corazón de un hombre...

Yo, soy un claro ejemplo de ello...

Mi vida a los 25 años, no era del todo gratificante.

Si hablamos de mi perspectiva profesional; se podría decir que me encuentro en la cima del mundo; he sido reconocido por mi inventiva, pero sobretodo, por la innovación con la que suelo enseñar. Graduado de la Universidad de Columbia con honores, cartas de recomendación de maestros que son considerados una eminencia en el campo de la Literatura, desempeño ejemplar en las Instituciones que he dictado clases...

Un "Prodigio"...

Muchos de mis docentes, pasaron más de un tercio de la carrera, tratando de persuadirme sobre la posibilidad de convertirme en "Escritor"; y la verdad era que, a pesar de que mi conocimiento trascendía por mucho a la media educativa; para mí, los pensamientos plasmados en letras, no eran más que una completa pérdida de tiempo; y no porque los libros sean considerados una manera obsoleta de enriquecer el entorno; sino porque, en la actualidad, es imposible encontrar lectores que valoren con sumo detalle, la creatividad del autor...

¿Entonces?

¿Para qué invertía mi tiempo y esfuerzo en crear obras dignas de admiración, si estas iban a ser incomprendidas para el resto?

Disuadí a mis maestros de la "Tentadora Oferta", y me formé como pedagogo, especialista en la comprensión lectora; pues alguien que entiende un escrito de alta dificultad, puede a su vez, redactar algo de la misma complejidad.

Era, una clase de "Editor", buscando talentos, puliéndolos, y liberándolos al mundo, bajo la premisa de haber sido instruidos por mí. Sin embargo, encontrar a alguien capaz de conmover mi vena literaria, era casi que inverosímil.

Había tenido cientos de estudiantes a mí alrededor, algunos con una agudeza específica para encontrar falencias, y otros con una memoria tan resaltable, que en ocasiones, osaron provocarme; pero, ninguno capaz de cautivarme...

Estaba por perder la esperanza, hasta que...

Cierto día, luego de una extenuante jornada laboral, de la cual, no obtuve más que un cumulo de insultos por haber "Rechazado", a una chiquilla que según ella: Iba a morirse sino le prestaba atención; decidí, pasarme por una Tienda de Libros que quedaba en el Centro, cerca al Starbucks en el que suelo perder mi tiempo...

Ingrese, y como de costumbre; el recinto se encontraba casi lleno, ¿La Razón?, bueno, "The Key", era un local pequeño, pero, con una variedad tan remarcable, que atraía a todo tipo de lectores; secciones que iban desde el Manga hasta escritos más complejos provenientes de la Literatura Inglesa...

¡Era el Paraíso para los amantes de los libros!

Iba cerca del escaparate que me llevaría a un gran descubrimiento, cuando, fui interrumpido por alguien...

- ¿Puedo ayudarle en algo?

Aquella joven, de no más de un metro sesenta, con curvas definidas, un rubio intenso en su cabello, y unos ojos chocolates que incitaban a sumergirse en ellos; jugaba nerviosa con sus manos, mientras sus mejillas adoptaban un tenue color rosa que la hacían verse "Adorable"; y digo que parecía, porque su actitud, y en sí, el gesto provocativo de su rostro, me daban a entender sus intenciones...

DestinyWhere stories live. Discover now