Cap. 8: Riesgo

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Decir que se encontraba drogado, era insuficiente...

Bill estaba en medio de un viaje tan profundo que quizás mañana le será imposible acordarse de las cosas que ha soltado, y menos del cumulo de estupideces que dijo e hizo...

Sin embargo, yo no era nadie para detener su inminente iniciativa ¿Verdad?

Debía disfrutar al máximo de su descaro y atrevimiento de provocarme con movimientos tan sensuales como esos que ejercía sobre mi entrepierna...

¡Dios!

¿Qué carajos estaba esperando?

¡Lo quería con desespero!

Y justo como si sus pensamientos se hubiesen acoplado con los míos, en una perfecta sinfonía, él dijo:

- Cómeme Tom, soy todo tuyo, ¿Si?

¿Qué prueba del destino era esta?

Por más que no deseara forzarlo a un evento del cual va a arrepentirse; la realidad es que, mis ansias son tan descontroladas, que prefiero sobrellevar su enojo, que la frustración de no hacerlo mío, en estos instantes...

Lleve mi boca hasta su hombro, y en medio de besos pequeños, lo mordí, diciendo:

- ¿Eso es lo que quieres?

- Sí, sí, sí.

- No voy a contenerme, sabes que te tengo muchas ganas, Bill.

- Entonces, no lo hagas.

Lo cargué hasta la habitación, dejándolo sobre la cama, y despojándolo de las prendas restantes...

Su desnudez me parecía tan atractiva a la vista, que me era imposible no recorrer mis labios con la lengua, en señal de lujuria; él sólo me observaba, y de repente, una hermosa sonrisa pinto su rostro, dejándome completamente aturdido, por el milagro de concebir un ser tan angelical como él...

Era un niño precioso, tan ingenuo y trasparente; con un carácter fuerte, y un orgullo representativo, pero, el color de su alma, hacía que mi mirada se perdiera en el horizonte...

Me acomode sobre él, observándolo, detallando cada una de sus facciones, pues quizás, esta era la primera vez en la que él me permitía el deleite de verlo con tanto detenimiento...

Sus pestañas eran muy largas, y sus cejas gruesas; mientras que su nariz era fina y sus pómulos algo delgados, tan frágil...

No hice nada por unos minutos, sólo, me limite a admirarlo con mucha quietud, entonces, el pequeño e inocente bebé, contrajo su cara en un puchero de lo más adorable, diciendo:

- ¿No vas a comerme?

¡Por todos los putos dioses del Olimpo!

¿Qué carajos era esto?

Sus palabras eran sencillas y llanas, pero, mi pulso se aceleraba de a poco, e incluso, podía sentir como la respiración se agitaba; no entendía como, pero, la cercanía con Bill me daba la impresión de haberla percibido antes con alguien más...

- Lo haré, pero, iremos lento ¿Si?

- Lo que tú digas, sexy galán.

- ¿Sexy galán?

- Andy dice que eres así.

- ¿Andy?

- Mi mejor amigo.

DestinyWhere stories live. Discover now