Cap. 4: Revancha

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¿Novios?

¡Ja!

¿Acaso la inocente y pequeña criatura no sabía en el lío en el que se había metido?

Sin necesidad de pedírselo, él me había dado el control de sus acciones, y con ello, de su tiempo y de quienes le rodean...

¡Era fantástico!

Sus ojos me observaban con tanto descaro mientras mis prendas de vestir caían que, estuve tan tentado en abalanzarme sobre él y acabar de una buena vez con estas sensaciones nacientes...

Porque si, era más que evidente que la atracción o tensión entre nosotros era demasiado notoria; ambos podíamos percibirlo, pero, ninguno de los dos quería dar el brazo a torcer. Por eso, él que Bill me haya cedido la capacidad para decidir sobre qué hacer; me resultaba, simplemente, satisfactorio.

Me encontraba sumido en las lecturas que iba a tratar el día de mañana durante la clase, y recordé que una de las chicas del Curso – B2, solicitó una tutoría sobre las confrontaciones que posee Dante en su escrito...

¡BINGO!

Era momento de empezar la tortura psicológica, sólo así, conseguiría que se abandonara asi mismo, o que por el contrario, siga resistiéndose a lo que sea que se esté originando entre los dos.

Tome mi móvil, busque "Cielo" y procedí a llamarle...

- ¿Bueno?

- Amor, ¿Cómo estás?

- ¿Qué putas quieres?

Por el tono de su voz, podía deducir que Bill acababa de despertarse, lo cual me causaba gracia, porque le había jodido su siesta de relajación, luego de haberlo sentenciado como mi prisionero; digo, "Monitor".

- Cielo, esa no es forma de hablarle a tu sexy galán.

- Voy a colgar.

- Si lo haces, te va a ir peor.

- ¿QUÉ QUIERES?

- Para mañana, necesito que te encargues de una tutoría sobre el "Infierno de Dante", ¿Lo has leído?

- Me lo sé de memoria.

- Esplendido.

- ¿Ya acabaste?

- Estás muy gruñón, bebé.

- ¡Ahhh! ¡Jódete, vagabundo asqueroso!

La manera tan déspota y desinteresada en la que él me trataba, era una sensación nueva; estaba más que acostumbrado a tener toda la atención que deseaba, incluso, sin haberla pedido; pero Bill, no sólo se hacia el desentendido, sino que parecía resistirse a mí, y ¡Dios! Eso sí que me ponía; era como si quisiera someterlo al extremo para demostrarle lo equivocado que se encontraba.

Retire el móvil de mi oreja, y me percaté de que la llamada aún continuaba...

De repente, escuché un ruido extraño; como si el celular de Bill se hubiese caído; sin embargo, no había rastros de él...

Entonces, dije:

- ¿Bill?

Nada.

No existía contestación del otro lado de la línea...

¿Qué estaba sucediendo?

¿Tan dormido se encontraba como para dejar su móvil tirado en el suelo?

DestinyWhere stories live. Discover now