Una segunda vez

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- La cena a estado deliciosa Señora Agreste...  Gracias por invitarme a cenar - sonrió la azabache mientras bebia agua de su copa.

- No es nada linda,  mi esposo y yo queriamos conocer a la amiga de nuestro hijo y no se me ocurrió mejor idea - sonrió la madre mirando la atento.

- Y... Dime Marinette...  ¿Tienes algun interés en particular?  - mencionó el padre aún angustiado.

- Bueno...  Amm,  esto es algo penoso,  pero he de admitir que soy admiradora de su trabajo,  es tan lucrativo tan...  Espectacular,  pese a que se dedica a su familia tengo que admitir que sus trabajos son deleitables.  De hecho he estado trabajando en un vestido inspirado en la colección de la temporada pasada,  claro que en tonos inversos -

- Vaya,  eso es una halago,  me gustaría ayudar en ese proyecto,  claro si edad que quieres supervisión.  -

- Me encantaría...  Muchas gracias -

- ¿Lo ves cariño?,  no a pasado nada malo y ya tienes otra amiga además de Chloé.  - repuso la madre tomando la mano de su hijo.

- Si,  bueno me puse nervioso,  pero me alegra que te la estés pasando bien Marinette - giro a verla algo nervioso sonriendo

- Claro que si,  es muy agradable,  además de que aceptaste la derrota en el combate de la consola -

Solo se escucho una alegre risa en ese comedor. A simple vista no había nada malo.  De igual,  las horas pasaron  y las luces se fueron apagando.  La chica aceptó el gesto de la familia para llevarla a casa en la limusina y a su retorno el hijo solo se fue a dormir dejando solos a sus padres.

El corazón de Gabriel quemaba,  no toleraba ver a su hijo angustiado y ver como la chica que amaba hace días era solo para el una ilusión que le a causado horror.
Simplemente no hay secuela, según el libro, el deseo no debería afectarlo en esta forma,  solo regreso el tiempo,  pidió cambio de un amor por otro, si estaba claro, pero el no debería estar recordándola.  No debía sentirse así,  algo a salido mal.

Sumamente mal.
¿Pero como hablar con el sobre ello?
Lo terminaría odiando. Si esa verdad sale a luz,  el público entero lo tacharia de loco y su familia de brujo,  se supone que debe ver por el bien común entre ellos,  y quieran o no eso a pasado.  A regresado a la persona que amaba a su hijo y eso es el mayor sacrificio que ningún ser humano va a hacer en este mundo.

- ¿Que piensa hacer maestro?  - musito una criatura que salía de su bolsillo

- No lo se,  hemos llegado tan lejos que ya no hay marcha atrás,  lo único que espero edad que no me odie -

- Se que no lo tengo permitido,  pero en estos casos siempre va a terminar perdiendo,  si logró quitarle la máscara también lo hará en esta vida -

- Nooroo,  creo que lo menos que puedo hacer es compensar su tristeza -

- ¿No habla sobre dejar libres otra vez los miraculous?,  el guardián esta muerto y sabe que es muy peligroso dejar esto a la luz sin que nadie pueda reprimirlos -

- Yo soy su nuevo guardián y me obedeceran a mi,  quieran o no he ganado la batalla y ahora me pertenecen,  solo los entregaré para unir a estas almas -

- Pero maestro...  Aun no a descifrado todo el libro,  no sabemos lo que pasaría bajo las emociones que ambos han tenido y no sabemos que a sido de los demás kwamis, porfavor debemos considerar esto -

- ¡Silencio Nooroo!  -  y dicho esto la boquita de esa criatura se esfumó - Hare mi voluntad,  Adrien y Marinette han hecho un buen trabajo la primera vez,  no veo porque no el hacerlo una segunda,  así que por el momento creo que tus opiniones sobran -

De un pequeño compartimiento que había en su oficina a ascendido a una imitación de guarida,  en un estante hay dos cajas pequeñas una la toma en sus manos mientras la otra se la entrega a su pequeña mascota.

- Toma, ya sabes la identidad de esta portadora,  dejala donde creas que la pueda ver,  y a tu regreso espero que las palabras vuelvan a ti -

Solo lo vio salir por la ventana como si se tratase de una mariposa,  que pequeño Dejavu.  No importa,  solo sale de ahí y avanza a la habitación de su hijo.  El esta profundamente dormido,  solo se resiste y deja la caja en un costado de su cama.

- Cuando seas grande hablaremos de esto,  y espero puedas perdonarme -

- ¿Gabriel?,  aquí estas amor,  me has dejado sola y ya tengo sueño -

- Lo siento Émilie - sonríe y se acerca besando su cabeza - vámonos,  ya mañana podré ver lo feliz que va a estar mi hijo -

- ¿De que hablas? ¿Le has dejado algún regalo?  -

- Tal vez si,  tal vez no...  Vámonos amor,  yo también tengo sueño -

El Pecado Agreste Donde viven las historias. Descúbrelo ahora