dos

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Temo suspiró y entró a la escuela con sus dos pequeños hermanos junto a él, antes de llegar a la escuela Aristóteles le había dicho que tenía algo que mostrarle urgentemente y que no podía esperar, aunque se encontraba ansioso por tal cosa no podía evitar pensar en Aris andando solo por la escuela con aquella Yolo detrás de él.

Esa chica era alguien que acababa de llegar a Oaxaca con si familia después de ser deportados de Estados Unidos, Papancho los había ayudado a encontrar casa y ahora tenían que verlos todos los días en su edificio.

— Nos vemos luego, calcamonías —sonrió a sus dos hermanos y avanzó a su salón de clases que a esta hora debía estar solo, era donde Aristoteles quería verlo.

Mientras caminaba pudo ver como Yolo llegaba a la escuela con sus dos hermanos gemelos, por lo que liberó un poco de aire contenido al darse cuenta de que no pudo estar molestando a Aristóteles en su ausencia.

— Hasta que llegas, Temo —suspiró Aris tratando de sonar cansado al ver a su novio, realmente llevaba poco esperando a su novio, pero la noticia no podía esperar.

— ¿Qué es lo que quieres mostrarme? ¿Es algo grave?

El más alto se aclaró la garganta y se puso completamente serio, asustando por unos segundos a Temo antes de soltar una gran carcajada y acercarse a plantar un beso en sí frente.

— No es nada grave, tranquilo, solo que finalmente terminé nuestra canción.

— ¿Te cae? —preguntó el moreno completamente emocionado. Eso sí que había mejorado su día, o más bien su semana por completo.

— Y te aplasta completito, Temocles.

Aris no podía emocionarse al ver a su novio tan feliz, le encantaba verlo feliz, y aunque la canción no era algo muy grande o costoso le encantaba saber que significaba tanto para Temo.

— ¿Y qué esperamos? ¡Hay que escucharla, Aris!

El castaño asintió rápidamente y fue a por su celular que se encontraba en la mochila, completamente dispuesto a colocar la canción ya completamente terminada, hasta que la puerta del salón se escuchó.

— ¿No se cansan de estar siempre escondiéndose? —Yolo entró al salón, haciendo su cabello hacia atrás con aquella mirada de asco que ya todos le conocían a la perfección.

— No nos estamos escondiendo, se llama privacidad —atacó Temo, cruzándose de brazos y poniéndose a la defensiva. Aris tan solo tragó saliva.

— ¿Sabes, Aris? Si consideraras estar conmigo no te tendrías que esconder... —habló la rubia completamente normal, sentándose en el pupitre que solía utilizar todos los días y se cruzaba de brazos.

Temo sintió enojo recorrer por su pecho y bajo sus brazos de su pecho para apretar completamente los puños, afortunadamente Aristóteles notó aquello y le hizo una seña de que no valía la pena continuar con aquello.

¿Cómo alguien podía actuar tan indiferente a los sentimientos de alguien más?



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Espero que les haya gustado el capitulo, los primeros van a estar algo dispersos (? pero después todo va a tomar sentido

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PROBLEMS // aristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora