doce

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Finalmente había terminado su tarea y se estaba dirigiendo al departamento de Temo para arreglar las cosas con él, durante toda la tarde no había podido sacarlo de su cabeza. Si cuando estaban bien aquello era difícil, estando enojados lo era aún más.

Al llegar al piso donde su novio vivía agradeció mentalmente que no se había topado a nadie molesto en el camino y tocó la puerta, esperando impaciente mientras miraba sus pies, ¿por qué se tardaban tanto en abrir la puerta?

— Ya, ya Papancho, le diré... —Temo abrió la puerta y dejó de hablar de inmediato, volviéndose serio al ver que tras la puerta no estaba a quien esperaba.

— Temo... ¿estas ocupado?

El moreno miró por unos segundos a Aristóteles y negó, acomodándose las mangas de la camisa que llevaba puesta.

— Creo que debemos hablar y arreglar las cosas... No me gusta estar así contigo.

— Fuiste tú quien no está siendo sincero conmigo.

Aristóteles abrió la boca y después la cerró inmediatamente, tragandose las ganas de responder a Temo de una manera de la que después se arrepentiría.

— Ya lo sé, por eso estoy aquí.

— ¿Me vas a decir que tienes con la tal Ana?

— ¡Te dije que no hay nada entre nosotros! — Aristóteles se encontró levantando las voz sin darse cuenta por lo que suspiró y relajó los hombres antes de continuar. — La estoy ayudando con algo.

— Aristóteles, hoy realmente creo que ninguno de los dos estamos de humor para discutir y no...

— Cállate, tahi... —Aris tragó saliva al darse cuenta de lo brusco que había sonado. — por favor escúchame.

Temo pareció pensarlo por unos segundos y después asintió, cruzándose de brazos mientras se recargan a en el marco de la puerta. ¿A quién podía engañar? Realmente quería saber cuál era la razón por la que Aristóteles había estado con aquella niña, y le molestaba bastante que estuvieran enojados.

— Ella le quiere dar una sorpresa a su novio, así que les estoy escribiendo una canción.

El más bajo de ambos abrió los ojos sorprendido, parecía que se había equivocado bastante sobre las circunstancias de aquella canción.

— ¿por qué no me dijiste eso desde el principio?

— Su novio está en nuestra clase y ella realmente no quería que nadie lo supiera... creí que entenderías...

El de cabello rizado bajo la mirada y jugó un poco con sus manos, sintiéndose un poco vulnerable al pensar que su novio no confiaba en él.

Pero las dudas se fueron de su cabeza cuando sintió aquellas suaves manos tomando su barbilla mientras lo besaba lentamente en los labios.

— Lamento no haber confiado en ti.

— Yo también, tahi.

PROBLEMS // aristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora