-¿Qué haces aquí?
-Solo quería pasar por tu habitación- sonrió, al ver una fotografía de nosotras- me trae muchos recuerdos.
-¿Aunque sean tristes?
-Cuando se trata de recuerdos bonitos, dependiendo si estás triste, estos también te traen tristeza.- se mantuvo en silencio varios segundos- ¿Pasa algo, Melissa?
Aprieto mis manos en puños y cierro los ojos – Estos recuerdos son tristes porque tú nos dejaste solos, rodeados en tristeza y un vacío inolvidable- salen unas pequeñas lágrimas de mis ojos y las quito de mi cara con rabia, "no debería estar llorando, no debería ser tan débil".
-Yo estoy aquí, Melissa, contigo. Siempre lo he estado- dijo mamá con un brillo en sus ojos que no pude descifrar.
-Eso no es cierto, eres una alucinación, lo sé. Eres una memoria en mi cerebro- respondí en un susurro mirando al piso, aún con las manos hechas puños.
-¿Cómo estás tan segura, cariño?- se acercó a mí.
Mostré una sonrisa cínica y unos ojos inexpresivos antes de responder- Porque hemos tenido esta conversación antes- La sonrisa y el brillo en los ojos de mi madre desaparecieron en un instante- Me habías dicho exactamente lo mismo sobre los recuerdos, mientras hablábamos sobre mi abuelo, ¿lo recuerdas no es así? Recuerdas haberme dicho que siempre estarás conmigo ¿No es así?- una lagrima pasó por mi mejilla- recuerdas que le dijiste a papá que lo amabas. Recuerdas habernos prometido un millón de cosas a mí y mis hermanos, ¡¿No es así?! ¿No recuerdas lo felices e ilusos que éramos mientras tú nos hacías vivir en una mentira? Recuerdas que habíamos estado arreglando mi fiesta de cumpleaños de hace un año, pero nadie quiso ir ¿No es así?- un sollozo escapó de mis labios- No sabes todo lo que papá sufrió gracias a ti, las noches que él esperaba que abrieras la puerta de nuestra casa, las veces que el intentaba ir ebrio a buscarte, todas las botellas rotas, todos los sollozos. No sabes lo inexpresivos y robóticos que mis hermanos se convierten al escuchar tu nombre, o tan solo un "mamá" ¡¿No es así?!- mis sollozos no pudieron contenerse más y comenzaron a salir cada vez más fuertes- ¿No es así?
Mamá no se movía ni por un centímetro, mientras yo lloraba y sollozaba en el piso. No sé si lloraba por rabia, tristeza, decepción o las tres juntas, pero cada lágrima que salía de mis ojos y cada grito que daba me hacía recordar cada cosa que ella y yo pasamos juntas, cada momento feliz y acogedor con todos nosotros, cada risa, cada broma. Todo.
Y lo que más me dolía no era saber que todo lo que mamá me dijo hoy fue una alucinación. Lo que más me dolía era recordar gracias a ella todos los malos momentos que mi familia pasó este último año, todo lo que sufrimos por haber sido tan ciegos por el amor y admiración que sentíamos hacia ella.
Al cabo de varios minutos, paré de llorar. Solo para encontrar la expresión muerta y robótica que mi madre tenía en este momento, la cual me dió más ganas de llorar. Porque esa expresión, esa maldita expresión, fue la que ella tenía el día en que se fue.
-Cariño, no sé qué decirte. No sabes cuánto siento que hayas-
-¿Sabes qué? Yo también siento mucho haber sido tan patética, ciega e ilusa contigo. Pero eso no hará que vuelvas, o que cambie de opinión y deje de odiarte. Así que, lo mejor sería que te fueras ahora mismo. Tal como lo hiciste aquel día, cínica y silenciosamente.
-Melissa, por favor- se acercó a mí- quiero dis-
-¡He dicho que te fueras! ¡Sal de mi mente, de mi casa y de mi habitación!- dije algo llorosa, mirando al suelo mientras seguía acostada en él. Luego de unos segundos levanté la vista para ver mi sola, blanca habitación.
Me acosté en mi cama y comencé a ver mi techo por minutos. Mi mente estaba en blanco, pero no estaba en paz. Podía respirar bien, pero sentía que me ahogaba. Tenia una sonrisa en mi rostro, pero no estaba feliz.
Eso era lo que mamá causaba en mi.
Más lágrimas comenzaron a salir hasta llegar al colchón, y aunque intenté contenerme, fracasé y terminé sollozando otra vez en medio de mi habitación.
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Antes de Tus Ojos Cafés [DETENIDA]
Teen FictionProblemas familiares y escolares. Recuerdos dolorosos y posibles alucinaciones. Eso era lo que a una Melissa de 14 años le sucedía en el transcurso de su adolescencia. Ella quería dejar de recordar, quería dejar de sentirse culpable. Ella quería...