Al día siguiente, fuimos al hospital.
Y para ser sincera, ni siquiera sabía quién estaba más nervioso. Papá, quién mientras manejaba, no paraba de golpear el centro del volante de forma exasperante con su pulgar. Dylan, quién también me estaba cansando con sus pisadas veloces en el piso del auto. Ryan, quién no ha parado de hablar, tratando de tranquilizar el ambiente, con sus chistes malos y risas nerviosas. O yo, que me mantengo con el corazón palpitando fuerte, la mente hecha un desastre y mi mirada fija en la calle.
Aún no sabemos nada sobre lo que tengo, sobre lo que pasó y porqué pasó, y creo que esa es la razón principal de nuestro temor. La incertidumbre que la inocencia nos crea es algo que los seres humanos no lograrán eliminar sin importar el tiempo.
Al llegar al hospital, gritaron mi nombre y la habitación en donde me harán los estudios. En aquel momento, mi corazón, mi respiración y el funcionamiento de mi cerebro pararon por varios segundos, fue como una especie de estado paralítico. Pero decidida, respiré hondo y miré a los hombre que me han acompañando, soportado y apoyado todo este año sin mamá. Tenían su mirada preocupada hacia el suelo, tratando de disimularla y sé que es para que no vea la incertidumbre en sus ojos. Sonrío ante ese gesto y les toco la cabeza a mis hermanos, que de inmediato, la elevaron para mirarme.
-Ya es hora, chicos. Gracias por acompañarme- removí el pelo de ambos y miré a papá.
-Sí, ya es hora- dice papá levantándose, mientras lo miraba un poco confundida. Al ver mi expresión, respondió- ¿Crees que no iremos contigo?
Miré a Ryan en busca de una explicación.
-No importa dónde te harán esos estudios, nosotros siempre estaremos junto a tí- le siguió Ryan mientras sonreía, yo seguía un poco aturdida.
-Somos una familia, ¿recuerdas?- dijo esta vez Dylan, mirándome a los ojos de la misma manera que Ryan. Me quedo unos segundos en silencio, probablemente sin poder creer lo que están diciendo, hasta que reacciono y sonrío, mientras niego con la cabeza.
-Están locos. Vengan ya entonces.
Los tres se levantaron, con sonrisas reconfortantes y, a la vez, determinadas. Mientras que yo me sentía relajada al pensar que ellos me acompañarán, ocultando y alejando esos nervios de mi mente.
Al acercarnos a la entrada del pasillo, una enfermera un tanto bajita, de unos 30 años y con pelo rubio, se acerca a nosotros con el ceño fruncido, mostrando confución y molestia.
-Lo siento, eres Melissa Williams ¿no?- asiento. -Los estudios que se te harán son muy delicados e importantes, por lo tanto, no podemos dejarlos entrar- dijo, refiriéndose a mis hermanos y papá.
Mi corazón comienza a acelerarse. Me giro hacia ellos, con la esperanza de que traten de resolverlo. Papá está analizando la situación mientras que mis hermanos se veían confundidos. Sentía que iba a llorar, pero me aguanté.
Todos sabíamos que no podíamos hacer nada para cambiarlo, lo supe en el momento en que vi la mirada de papá. Ellos estaban en lo cierto y no podíamos quejarnos. Pero, de todas formas, quise hacerlo. Quise protestar. No quería estar sola en esa habitación, pero tenía que aceptarlo.
Así que, papá asintió mientras me miraba de vez en cuando, tal vez para ver mi expresión. Pero ni siquiera yo estoy segura cómo reaccionar. Estoy decepcionada, enojada, triste, nerviosa; todos aquellos sentimientos que para mí eran difíciles de esparcir una vez que estén, aparecieron, haciéndome sentir inútil por unos minutos al saber que no puedo cambiar de parecer a aquella enfermera. Así que, por eso, respiro hondo y cierro mis ojos, asintiendo de la misma manera que papá.
-¡Espera Sam! Ella es mi paciente- gritó una voz que se escuchaba amable y tranquila. Miré hacia el punto de origen de aquella voz, y vi a un hombre alto, castaño, de unos 20 y tantos años. Su rostro demostraba paz, y su sonrisa traía serenidad. Por un momento, no pude quitarle la vista a aquel hombre. Y al parecer, tampoco pudo hacerlo otra persona.
-Oh, doctor, pensaba que su turno se había acababado hace un tiempo- respondió la enfermera con un tono diferente a antes.
-Yo también lo pensaba, pero ya sabes, el jefe llamó- dijo, sin un ápice de enojo. Él seguía sonriendo y hablando amablemente- Pero como te decía, Melissa es mi paciente- se acerca a mí y coloca su mano izquierda en mi hombro- Y me anunciaron de que podía dejar entrar a tres de los familiares, por lo que veo...- comienza a mirar las caras de mis hermanos y papá- sí, sólo son tres. Así que... vamos, tenemos que hacerte las pruebas, Melissa. No vemos más tarde, Sam- terminó, dirijiendo su mirada azulada en mí. Nos alejamos de la enfermera, que nos siguía con la mirada, con un poco de desconfianza y perspicacia.
-Lamento la desconfianza de Sam- dijo ya después de haber estado más adentro del pasillo- Nuestra política es muy exigente desde que han pasado muchas cosas este año. Y por eso no podemos aceptar muchas cosas- de repente, su tono es un poco más serio, pero sin eliminar su aura de sosiego y amabilidad. Y eso me agradaba. Nos mantuvimos en silencio en el trayecto hacia la sala de estudios, cada quién con sus propios pensamientos, todos estábamos asustados. Unos... más que otros(cof papá cof cof) pero nos manteníamos fuertes, porque los Williams somos así. Algo aprendí de mis hermanos y es que a pesar de las circunstancias, siempre hay que estar un paso adelante de tus miedos, para así vivir. Todo mi cuerpo se estremeció al ver lo cerca que estábamos de aquel lugar, y me acerqué a Ryan, para poder aferrarme a él cual garrapata. Enredé mi brazo en su espalda y mi cara en su costado, mientras que él puso su brazo sobre mis hombros.
Al llegar, el doctor sonrisas se giró hacia nosotros y nos miró con cierta diversión.
-Aunque la verdad, le tuve que mentir a Sam sobre la autorización, pues sólo era una persona que podía acompañar a Melissa- miró a papá, quién estaba observándolo con confusión- No podía dejarlos ahí luego de ver sus expresiones, simplemente no podía. Así que, hice algunos acuerdos para poder hacerlo.
-Gracias, en serio- respondió papá mirándolo con extrema gratitud y felicidad.
El doctor sólo asintió mientras sonreía intercambiando la mirada entre los tres, hasta que la mantuvo en mí. Y por una fracción de segundo, sus ojos me dieron un golpe de familiaridad.
-Bien Melissa, entremos- dijo.
Y, sin saber lo que nos deparará el destino, entramos en aquella habitación.
N/A
Lamento muchísimo haberme tardado tanto. Ténganme piedad :|
He estado con varios problemas en cuánto a creatividad. Era algo así como un apagón en mi cerebro, por más que lo intentara, no podía avanzar mucho. Pero no se preocupen por la historia, que sigo escribiendo, y estás por pasar muchas cosas interesantes, como en el próximo capítulo por ejemplo. ;)
Gracias por haberme esperado tanto, los quiero un montón.
Leticia Valdez
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Antes de Tus Ojos Cafés [DETENIDA]
Teen FictionProblemas familiares y escolares. Recuerdos dolorosos y posibles alucinaciones. Eso era lo que a una Melissa de 14 años le sucedía en el transcurso de su adolescencia. Ella quería dejar de recordar, quería dejar de sentirse culpable. Ella quería...