Once

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Al verlos llegar a la puerta con todas mis cosas en mano, corrí como si no hubiera un mañana. Porque sabía que si Susan me veía ahí, ya estaría muerta. Seguí corriendo por el largo pasillo con probablemente la cara llena de desconcierto y el ceño fruncido, los labios un poco abiertos por la confusión que recorre mi cerebro y mis ojos mirando a todos lados. Básicamente parecía estar loca. Mi respiración comenzó a estar más acelerada de lo normal, mis manos estaban un poco sudadas y no podía parar de correr.

Ya ni siquiera estaba pensando en llegar a clases, ya ni siquiera sabía en qué estaba pensando. Era solo correr. Correr por el pasillo que parecía no tener final. Mi mente trataba de conectar datos entre sí para formar algo lógico y saber por qué diablos Susan y el chico raro de ayer estaban hablando.

De repente, el lugar que estaba rodeado de personas y casilleros abriendo y cerrando, desaparecieron. Sólo era yo, los casilleros cerrados y el vasto silencio del pasillo solitario. Paré de correr al ver que no había nadie ni nada, aún más confundida por lo que está pasando.

¿Qué rayos?..

-¡Te digo que no lo haré. No vas a obligarme!- la voz de Susan se escuchaba detrás de mí, lejana. Pero la forma en la que hablaba se parecía a la vez que estaba discutiendo con el chico raro. Otra voz más grave se escuchaba igual de lejano, igual de irritado, pero no pude saber lo que decía. De todas formas, me giré y comencé a trotar hacia la voz, sin saber lo que hacía.

El único sonido que podía esuchar era el de mis zapatos, que cada vez sonaban más conforme lo rápido que trotaba. Otra vez la voz de Susan gritó algo que no logré entender y eso hizo que corriera más rápido, aunque aún no sabía por qué tenía que ir o dónde estaban.

En el momento en que estaba a 2 bloques de casilleros del mío, justo a mi costado, estaban las primeras dos personas que veía en pasillo desde varios minutos. Dos adolecentes, un chico y una chica. Se veía que estaban discutiendo y estaban molestos, la chica tenía un moño desordenado y el chico, con el ceño fruncido, tenía una gorra color azul oscuro. Eran Susan y el chico de antes. Ambos comenzaron a mirarme como si viniera del manicomio. Estaban más cerca de lo normal, como si estuvieran secreteando cosas. El chico se quedaba intercambiando miradas conmigo, sus ojos eran de un color intenso, un color hermoso. Su pelo le hacía contraste tanto a su piel como a sus ojos, haciéndose ver más excéntrico y peculiar.

Azul. Otra vez en mi mente.

Decidí ignorarlos al escuchar los gritos molestos de la voz otra vez, más por miedo y confusión de lo que está pasando, que por Susan. Me giré hacia la dirección que está mi casillero, porque justo al lado de este, estaba el salón en donde ella discutía. Seguí trotando, y trotanto y trotando. No tenía cansacio, pero tampoco me sentía bien. También comenzaba a olvidar por qué estoy corriendo y hacia dónde iba. Pero seguí. Seguí trotando en medio de el vacío pasillo.

Llegué a mi casillero. No sabía por qué estaba tan ansiosa por llegar, no hasta que volví escuchar un grito molesto. Giré a donde creía que estaba el salón, pero tan sólo había otro casillero, el "29A", fruncí mi ceño y entrecerré mis ojos, tratando de leerlo mejor. Pero ese era, y ese era el problema, porque yo había estado justo frente ese casillero antes de volver a correr.

¿Qué?

Volví a girar mi cabeza al costado izquierdo, y ahí estaban, Susan y el chico extraño. De la misma forma que antes. El azul, observando su intensidad mientras este también me observaba. Por la confusión, me asusté y seguí corriendo, tratando de llegar a mi casillero.

No sé cuánto corrí, ni cuándo volví a escuchar aquel grito que no logro reconocer, pero cuando me paré, volví a ver el número del casillero.

Antes de Tus Ojos Cafés [DETENIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora