Diez

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Azul.

Una sola palabra que puede describir tantas cosas.

El azul es hermoso. También es peligroso y extraño.

Jamás había pensado en lo mucho que me encanta el azul. Por lo menos, no hasta ahora.

Al llegar a mi casa, una pequeña pero firme sonrisa se presentó en mi rostro. Por primera vez en horas, no era sarcástica, ni sádica o sin sentimientos. Era una sonrisa genuina. Tal y como tenía antes de llegar a la escuela.

La escuela...

Hoy no era un gran día para sonreír, créeme que no. En cada clase tenía 3 asignaciones distintas, un examen al que no fui, todos rumorean y crean rumores sobre mí, tengo que organizar la horrible cafetería de mi escuela, y, para mejorar todo, la "gran" Señora de Las Sombras me amenazó. Pero, a pesar de todo, terminé sonriendo. Qué irónico.

Luego de haberme topado con aquel desconocido, mi expresión cambió. Creo que ahí fue cuando se formó mi sonrisa, no tengo idea porqué. Él era más amable de lo que pensaba, luego de que nos chocáramos me regaló una barra de chocolate como disculpa, decía que era lo único que podía entregar. Lo sé, es algo extraño que te regalen un chocolate como disculpa, aunque eso no signifique que lo negaría.

Él me había dicho que quería ir hacia mi escuela, sólo que no sabía cómo llegar desde ahí. Mi curiosidad se activó pero de todas formas decidí no preguntarle en ese momento, lo único que hice fue ofrecerle de mi ayuda. Mientras caminábamos me di cuenta que era un tipo raro. Incluso cuando no se veía mayor de 16, era enorme en comparación mía, sus manos eran largas, sus piernas eran largas, incluso sus pies eran enormes a mi lado. Me sentía como un hóbit.

Lo más extraño de todo era que su sonrisa no vacilaba. Nunca. Él siempre sonreía, incluso llegué a pensar que estaba fingiendo o algo así. Pero su sonrisa era genuina. Toda su expresión era genuina. Sus ojos brillaban de una forma que jamás había visto, eran increíbles. Y mientras más sonreía, su mejilla izquierda mostraba un hoyuelo que solo me hizo querer hacerle sonreír más. Su voz era un poco grave pero no tanto como para no ser de un adolescente, y su acento era un tanto extraño, no podía determinar de cuál país podría ser. De todas formas supuse que no era de por aquí. Cuando comenzamos a hablar a medio camino lo único que supe sobre él era que quería ir a la escuela a encontrarse con alguien. Vi su cara contraerse en forma de desagrado y supuse que era alguien no muy amigable. También me dijo que una vez leyó en un libro que si le regalas un chocolate a un desconocido, mas felicidad se esparcerá por el mundo. Aunque no me dijo en cuál libro era, lo primero que pensé que lo que dijo era falso, de todas formas me reí por su rareza.

Ahora que lo pienso, ese chocolate estaba... uff. Creo que él tenía razón porque ahora tengo esta aura diferente de energía, que desde hace horas no sentía. Supongo que tengo que agradecerle.

Me dirigí directo a la cocina cuando mi hambre comenzó a presentarse, me llevé a mi habitación un chocolate caliente y varias galletas saladas. Me quité la ropa de educación física que tenía encima y me puse unos shorts un tanto viejos y un sweater rojo. Me dispuse a leer un poco aún con la pequeña sonrisa en mi rostro.

Ya ni siquiera estaba leyendo, era solo mirando las letras y pensando en aquel chico que me regaló un chocolate. La mayor parte de mi pensamiento era que tenía que agradecerle por haber alegrado el final del día. Él realmente era un tipo raro, pero se veía agradable.

La otra parte de mis pensamientos, una parte mínima y pequeñísima, se estaba preguntando cuándo lo podría volver a ver. Traté de quitar ese pensamiento porque, juzgando su enorme tamaño, se veía por lo menos 2 años mayor que yo. Probablemente jamás lo vuelva a ver. Probablemente para él no haya sido tan importante esta inesperada coincidencia entre nosotros. Probablemente él ya se ha olvidado de mi.

Antes de Tus Ojos Cafés [DETENIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora