Capítulo 21 - Caos

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La voz de Sorcim sonó como un trueno, potente y ensordecedora, haciendo temblar el aire, e inmediatamente todo rastro de Lennoctis desapareció por completo. Cuando el portal se cerró, nos encontrábamos flotando en medio del aire en otro mundo, otra dimensión. Al ver aquel lugar comprendí, con mucha preocupación donde estábamos.

Un cielo estrellado daba la impresión de que flotáramos en el espacio, aunque ni el mismo cielo, ni las estrellas se mantenían del mismo color más de un minuto. Variaban entre todos los colores conocidos, algunos a veces mezclados de forma antinatural y dando destellos coloridos y brillantes.

Parecía que estuviéramos suspendidos en el aire, pues no había ningún tipo de gravedad, y en el cielo, en lugar de las islas flotantes, había varias esferas de piedra lisa con el tamaño de un planeta. La luz del sol aún se veía, pero era extraña en aquel lugar. Sus rayos se veían oscuros, retorcidos y muy distorsionados, al igual que el aire, que se sentía extremadamente incómodo. Aquel lugar no parecía obedecer ninguna de las leyes físicas que conocía.

Estábamos en la dimensión del caos. La cúspide del poder de Sorcim y el lugar donde se formaba la esencia del caos, que se podía sentir llenando el aire. Todo lo que se hallaba en aquel lugar obedecía a las órdenes de Sorcim, y su poder aquí era prácticamente ilimitado.

El hombre se hallaba suspendido en el aire, varios metros por encima de mí, mirándome fijamente con una sonrisa burlona en el rostro.

—¿Qué dices ahora, Letcitus? ¿Es esto suficiente para asustarte? —Preguntó la terrorífica voz de Sorcim, que parecía provenir de todas las direcciones al mismo tiempo—. Aún estás a tiempo. Ríndete al caos de una vez y permitiré que sigas con vida. Espero que sepas que no tienes ninguna oportunidad.

Era verdad que me preocupaba mucho la situación, y podría decirse que sentía algo de miedo, pero no lo demostraría, y por supuesto, no dejaría que me intimidara. Debía encontrar la forma de usar ese miedo como combustible.

—¿De verdad esperas que acepte eso? —Dije, mientras mi cuerpo comenzaba a elevarse lentamente, flotando en el aire—. Aunque no tenga oportunidad, eso jamás sucederá.

—Creí que serías inteligente y aceptarías. Dime, ¿Qué es lo que esperas hacer? ¿De verdad piensas que vas a ganar aquí? —Sorcim compuso una sonrisa amenazante—. Y aún si me ganaras, ¿Sabes lo que pasaría? —Soltó una carcajada que resonó por todas partes—. Me matarías, sí. Gobernarías sobre el mundo durante un tiempo, con tu justicia, bondad y demás estupideces, y luego yo volvería una vez más, arrebatándote todo. ¡No tienes ninguna oportunidad! —Repitió con un grito cargado de odio y furia—. Te ofrezco algo que salvará tu patética vida. ¿Sabes cómo detendrías esta guerra? Dejando de luchar en una batalla que simplemente no puedes ganar.

Me había preparado para esto. Ya sabía que Sorcim intentaría disuadirme de cualquier forma, pero no lo iba a lograr. Seguí elevando mi cuerpo hasta que estuve cerca de la altura a la que estaba.

—Ya cállate y pelea de una vez, Sorcim —Dije en cuanto estuve flotando varios metros frente a él—. Ya me cansé de escucharte. Nada de lo que digas hará que cambie de opinión sobre ti.

—Muy bien. Si eso es lo que quieres... —Susurró mientras asentía con una mirada terrorífica.

El aire a mi alrededor se agitó, dando una sacudida notable. Sentí la esencia del caos rodearme, quemando lentamente mi cuerpo, incluso a través de la armadura, aunque, ya que la misma estaba hecha de la esencia del silencio, me protegería de ser consumido por el ardor que causaba la esencia de Sorcim.

De pronto surgieron miles de chaotics por todos los alrededores, oscureciendo todo el ambiente y llenando el aire con su ruido eléctrico. Las criaturas se quedaron inmóviles tan pronto como se formaron, mirando fijamente hacia mí y esperando órdenes.

El misterio del silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora