Capítulo 2: «Garroway, Erik Garroway.»

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*Jo-der, me-nu-do -o.*

Dios, creo que no había visto un tío más guapo en toda mi vida.

-Bf... Guapo, ¿verdad?- dijo Clara.- Es Erik, el mediano de los primos Garroway, Dylan y Alex. Erik y Dylan van a nuestro curso, aunque Erik tiene un año más y ha repetido. Y Alex es un año mayor que Erik, osea dos más que nosotras. No sabemos mucho de ellos, solo que Erik vive con los hermanos (Alex y Dylan) y con sus tíos por razones que nadie sabe. Son todos muy cerrados.

*Virgen santa, si sus primos eran igual de guapos que él... Eso tenía que verlo con mis propios ojos.*

Erik estaba apoyado en su moto con su cazadora de cuero, fumando un cigarrillo mientras miraba hacia nosotras. Espera, espera. ¿Me estaba mirando? No podía creer que me estuviera mirando a mi, con esos ojos claros y y esa cara tan perfecta. Dios, creo que mis pulmones se habían olvidado de respirar. Vamos pulmoncitos, podéis soportar esto.

-¡Tierra llamando a Gabrieeeeela!- dijo Clara- ¡Te está sonando el teléfono!

Estaba tan ocupada intentando no perder el sentido y no empezar a babear como el perro que llevaba dentro que no me había dado cuenta de que mi teléfono, si a esa mierda con teclas se la podía calificar de teléfono, estaba sonando.

-¿Si?- contesté.

- ¡Gab! He venido a buscarte. Estoy a media manzana de la puerta. ¿Me ves?- Mi hermano estaba saludando en un descomunal coche descapotable, que, a saber de donde lo había sacado... Vamos, como para no verle.- Te espero aquí.- dijo.

Bueno, le había visto yo y la mayoría de las chicas del instituto, porque solo les faltaba empezar a hiper ventilar. Ag, que asco, estaban babeando por mi hermano. Y no es que no fuera guapo, es que... Era mi hermano.

En cuanto colgué, me di la vuelta y ya no había ni rastro de Erik, ni de su moto.

*Genial querido hermano, ya has interrumpido esa ronda de miradas con el chico guapo. Estupendo.*

Erik no era el único que había desaparecido de golpe. Clara también. ¿Donde se había metido esa chica?

Eché un vistazo a mi alrededor y como no la encontré me fui hacia el coche, donde mi hermano estaba hablando por teléfono.

-Si, si. Eso es. ¿Cuando la tendríamos? ¡Genial! Muchas gracias. Adiós.

-¿Con quien hablabas?- pregunté.

*Por favor que sea la compañía del agua, por favor, por favor. Lo deseo más que una tarrina de helado de menta y chocolate. Bueno, no, eso ya es pasarse.*

-Ah, nada, con la compañía del agua, que dicen que mañana ya tendremos agua caliente.

-Te hago un jodido altar hermano. ¡Por fin agua caliente!

Hugo y yo nos empezamos a reír mientras algunas chicas pasaban a nuestro lado soltando risitas. No sabía si por mi comentario del agua caliente o por la sensual belleza veinteañera de mi hermano. Bueno, en el momento que una de ellas casi se disloca el cuello mirando hacia atrás me di cuenta. Mi hermano causaba sensación, era oficial.

-¿Has visto que cochazo hermanita?

-Madre mía, como para no verlo. ¿De dónde lo has sacado?

-Pequeñas ventajas de tener unos padres ricos que te abandonan cuando descubren que tu hermana es una enorme bola de pelo.- Le golpeé en el brazo mientras reía.- Pero se olvidan de cambiar las contraseñas de sus tarjetas de crédito.

-Ahá, osea que les hemos robado a nuestros padres.- no me disgustaba la idea. Ya que nos habían abandonado, al menos que nos pagaran algunos caprichos.

-Bueno, técnicamente no es robar, ellos me dieron la contraseña...- dijo Hugo.

De camino a casa Hugo me estuvo explicando que había dado una vuelta por el pueblo y había visto que en una cafetería necesitaban camareros, así que había pedido una entrevista.

-Me parece genial que quieras hacer algo en tu tiempo libre pero, ¿Para qué trabajar si podemos tener todo el dinero que queramos?- tal vez fuera estúpida por preguntar pero no lo veía necesario.

-No podemos estar cogiendo dinero siempre que queramos, se darán cuenta antes o después.- me dijo.

-Sobretodo si vas comprando descapotables, ¿no crees?

Hugo rió y puso la radio. No había ninguna canción decente, así que la apagué y estuvimos lo poco que quedaba de camino en silencio.

Cuando llegamos a casa me puse algo cómodo y bajé a la cocina donde Hugo estaba poniendo la mesa y sirviendo unos macarrones. Mmm, bendito hermano el mío.

Los lunes por la tarde no tenía clase así que podía relajarme.

Me fui a la cama donde me puse a leer hasta que me quedé dormida.

-¡No, no, no por favor! ¡Ahhgg!

-Gabriela, Gabriela, ¡despierta!- Era Hugo.- ¿Esa maldita pesadilla de nuevo? Estabas gritando y bueno, estás sudando.

Desde mi transformación tenía pesadillas continuamente. Siempre esos malditos ojos amarillos acercándose a mi, esas garras clavándose en mi pierna, esos dientes hincándose en mi cuello. Esa maldita sensación de despertarme la mañana después de que me mordieran llena de sangre, sin recordar nada. Joder, ese recuerdo repitiéndose continuamente no era muy agradable que digamos, y siempre, siempre, pasaba una semana antes de la luna llena.

-Date una ducha y intenta dejarlo correr Gab.- Hugo me besó en la mejilla y se marchó.

*Oh si hermano, gracias por ese gran consejo de dejarlo correr. Creo que no lo superaría de no ser por ti.*

Supuse que me vendría bien ducharme, aunque fuera con agua fría, que alivio, ¡mi última ducha con agua fría!

Después de ducharme salí dispuesta a vestirme e ir a casa de Clara para preguntarle algunas cosas, pero de golpe escuché a alguien hablar. Y de repente silencio.

Abrí la puerta con cuidado y vi que la cortina se estaba moviendo. Me acerqué lentamente y me quedé parada al escuchar una risita.

-¡Joder Clara! ¡Me has dado un susto de muerte!- grité.

-Solo venía a decirte que parece que te están vigilando.- dijo ella.

-¿Que me están vigilando? Mírame, ¿estás fumada o algo?

-Si.- respondió.

-¿Si qué? Que me están vigilando o que estás fumada?- Dios, esta chica me ponía de los nervios.

-¡Que te están vigilando coño!- dijo.

-¿Quién se supone que me está vigilando?

-Garroway, Erik Garroway.

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