Capítulo 26:«Hasta el fin de mis días.»

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Me levanté por la mañana con las piernas enredadas en la almohada que hacia de Erik y el cuerpo perdido entre las sábanas. Me costó encontrar el orden de mi propio cuerpo a las... 12:30? Mierda. Había quedado con Erik a la 1. Santísima mierda.

Me levanté de un impulso y acto seguido me metí en la ducha. Me enjaboné y enjuagué bastante rápido y salí de la ducha con tanta velocidad que por poco más y me dejo los dientes en el suelo del baño. Me puse el albornoz de cualquier manera y salí fuera.

-Woaw.- dijo.

-¿Sabes lo que quiere decir el derecho a la intimidad?- dije haciéndome la ofendida.- No puedes estar entrando y saliendo por la ventana de mi habitación cuando te de la real gana. Para algo se inventaron las puertas y los timbres.

-Si hubiera entrado por la puerta me hubiera perdido esto.- respondió mirándome de arriba a abajo.

Miré hacia abajo. Entonces me di cuenta de que llevaba la cuerda del albornoz medio desatada y que daba una vista... Digamos que bastante esclarecedora de mis pechos. No se veía gran cosa, pero ya se veía lo suficiente como para poder empezar a saludar al amiguito de Erik. Cogí la cuerda rápidamente y la anudé con fuerza a mi cintura.

-¿Puedes simplemente esperar a que me vista?- pregunté con tono impertinente.- Y a ver si tu colega se baja un poco.

-Uy, mierda.- dijo Erik mirándose los pantalones.- Aunque bueno, creo que a ninguno de los dos nos importa que te quedes así. Incluso me gustas más que vestida.

-Que te des la vuelta, pesado.- insistí.

Después de unos pocos intentos más, Erik cedió y se dio la vuelta lentamente, echando alguna que otra mirada hacia atrás de vez en cuando, aunque yo también estaba de espaldas a él.

Me vestí en otros cinco minutos y me acabé de arreglar en cinco más. Se suponía que solamente íbamos a comer, tampoco hacia falta ir vestida de gala, ni nada por el estilo.

-¿Por qué siempre estás guapa te pongas lo que te pongas?- preguntó Erik.

-No seas pelota, anda. No me gusta que te cueles en mi habitación cuando te venga en gusto, ¿sabes?

-Vaaaaaaale, dejaré de hacerlo. Es que estaba impaciente por verte de nuevo.

Nos miramos por un instante y acto seguido ya estábamos besándonos como si lleváramos dos años sin vernos. Nos separamos cuando escuchamos un crujido de las tablas del suelo.

-Mierda. ¿Tu hermano otra vez?- dijo Erik visiblemente alarmado.

-No, tranquilo. Solo ha sido el suelo.

-Por cierto, ¿me vio ayer?- preguntó.

-Sí... Justo estaba abriendo la puerta cuando saliste por la ventana. Te pilló de pleno... Bueno, pero venía con su novia así que aún tengo un sermón pendiente.- le informé.

-Joder... Lo siento muchísimo.- susurró.

-No pasa nada. Es mi hermano, tampoco me va a hacer nada. Oye, ¿y la sorpresa que me tenías preparada?

-Uy si, vamos. Tengo la moto en la parte de atrás.

Bajamos las escaleras y salimos de la casa hasta llegar a la moto. Nos subimos y Erik empezó a conducir. Me agarré fuerte a su trabajado torso. Empecé a subir la mano por debajo de su camiseta para notar sus músculos.

-Como no pares de hacer eso nos estrellamos.- dijo Erik.

-Bueno, al menos si muero sería feliz.- dije.

-No digas tonterías y espera a que lleguemos.- respondió.

Ah, es cierto, seguía sin saber donde íbamos. Erik siguió conduciendo hasta que llegamos a su casa. Se bajó y yo no sabía que hacer. Se suponía que debía bajar, pero no sabía qué estábamos haciendo ahí.

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⏰ Última actualización: Feb 09, 2015 ⏰

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