Capítulo 8: «Eh, tú.»

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-¿Cómo que bienvenida a la manada? ¿Ya está? ¿Así de fácil?- pregunté.

-Ya está bien por hoy cariño. Ya has aprendido tu primera lección. Cuando tengas un ataque de ira solo tienes que repetir: Alfa, beta, omega. Y así hasta que te calmes. Pero sobretodo tienes que pensar en lo que estás diciendo, en el sentido que tiene. Tienes que aprender muchas cosas aún, pero todo a su debido tiempo. Puedes hacerlo Gabriela. Cualquier cosa ya sabes, soy tu alfa.- me dijo, y me guiñó un ojo.- Ahora, vamos.

Mary me llevó fuera de la habitación y la última puerta se cerró de golpe, luego la mujer cerró con llave la puerta exterior. Subimos las escaleras y me guió de nuevo hacia el salón.

-Siéntate aquí y espera un momento.- dijo mientras se marchaba.

Mary volvió con una especie de neceser en la mano de color blanco.

-Bueno, supongo que ya habrás averiguado que tienes un espléndido poder de curación, así que las heridas de la cara no es necesario que las cures, sanaran por si solas en cualquier momento. El sello que te he puesto del brazo es una especie de marca especial de nuestra manada. Como verás, está desapareciendo poco a poco, ya que nuestro cuerpo no acepta tatuajes ni marcas, de ningún tipo, aunque no desaparecerá del todo. Cuando tú o algún otro miembro de la manada esté en peligro lo sentirás aparecer y lo verás brillar. Y eso pasa con todos nosotros.- me explicó mientras me vendaba el brazo.- Puedes irte cariño. Nos veremos muy pronto.

Me levanté y me fui hacia la puerta. Me puse los auriculares y pronto llegué a casa. Fui a sacar las llaves de mi bolsillo cuando recordé que no las había cogido. Levanté la cabeza y vi que mi ventana estaba abierta, de nuevo. Me volteé para comprobar que no había nadie y empecé a escalar la pared. Apoyé las manos en la ventana y me impulsé hacia dentro.

*Había tenido suerte de que la ventana estuviera abierta, pero, ¿por qué siempre estaba abierta?*

Estaba magullada y cansada después de mi pequeño entrenamiento, así que me pegué una ducha rápida y me fui a dormir, sin cenar, sin esperar a Hugo.

Estando dormida sentí una especie de figura al lado de mi cama. Será Hugo, pensé. No le di mucha importancia y me volví a dormir.

Por la mañana me marché con Clara a clase, que, como no, me hizo un interrogatorio de porqué había faltado, al que obviamente no le podía responder: "Pues nada, que estaba en casa de un vampiro buenorro hablando de sexo y salió la luna llena y como soy una mujer lobo tuve que huir. Me desperté con una amenaza de que alguien sabe lo que soy y luego otro hombre lobo, que, ah, por cierto, es uno de tus mejores amigos me llevo a casa y, bueno he estado ocupada con la alfa de mi manada que me ha dado una paliza." Pensé que esa opción podría hacer que a Clara le diera un infarto así que opté por algo que nunca falla, "Tenía la regla y no me encontraba bien."

Clara no hizo más preguntas, y nada más llegar al instituto nos separamos. Yo me marché hacia el gimnasio y ella se fue hacia el otro lado del pasillo.

Pasé por el vestuario, que estaba lleno de chicas chillonas, para ponerme la ropa que había cogido para educación física. Cuando me hube cambiado, guardé las cosas en la taquilla y me encaminé al gimnasio. Cuando llegué, vi una multitud de adolescentes en ropa deportiva, entre la cual distinguí a Erik.

*¿Puede alguien explicarme por qué estúpida razón entre unas 30 personas, a la primera a la que distingo es a este gilipollas? Vaya, veo que no.*

-¡Buenos días alumnos!- dijo el profesor mientras soplaba por el silbato.- Venga, poneros en parejas.

*Sí, sí, menos mal que podemos elegir. ¿Es ese Kyle?*

-¡Eh rubio!- le dije.- ¿Te pones conmigo?

-Siempre te pongo, a secas.- me dijo mientras me guiñaba un ojo.

-Imbécil...- susurré lo bastante alto para que él me escuchara.

-Sí, sí, muy imbécil pero bien que vienes a buscarme guapa.- dijo con una pícara sonrisa.

-Tampoco te lo creas tanto.- le dije.

Me quedé sorprendida de que el muchacho no me hubiese contestado, hasta que me di cuenta de por qué no lo había hecho, estaba demasiado ocupado fulminando con la mirada a alguien. Me di la vuelta para ver hacia quien iban esas miradas y vi a los Garroway.

*¿Por qué ese jodido guaperas y su maldita familia no paran de entrometerse en mi camino?*

Erik y Dylan pasaron a nuestro lado y pude notar como cada músculo de Kyle se tensaba poco a poco.

-Eh, tranquilo.- le susurré.

La mirada que los chicos nos echaron creo que podían haber arrancado cabezas e incendiado ciudades. ¿Las miradas que matan son algo típico en los vampiros o es solo una más de las cosas que dan miedo de los Garroway?

-Si no fuera porque mantenemos la paz con los vampiros les hubiera partido la cara aquí mismo.- me dijo.

-Si bueno, por eso y por que te hubieran expulsado.

-También le puedo partir la cara al profesor, no me subestimes nunca.- me dijo.

Los dos reímos y nos pusimos a hacer los ejercicios que había mandado el profesor. Cuando acabamos nos separó en dos equipos para jugar a matar, balón prisionero, o algo así.

Me puse con mi equipo y el juego empezó. Teníamos que “matar” a los del otro equipo dándoles con el balón, mientras evitábamos que ellos nos golpearan a nosotros.

Una chica morena del otro equipo lanzó el balón con la increíble buena suerte que me dio en toda la puta cara.

*Muy bien Gabriela, eres incapaz de coordinar un puto movimiento para evitar que te den en toda la cara. Si si, vas mejorando.*

Abandoné el gimnasio y me fui a la taquilla a verme en el espejo. Estaba caminando cuando escuché a alguien tras de mi.

-Eh, tú.

*¿Pero qué coño...?

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