Capítulo 23: «Gracias a ti he vuelto a vivir.»

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Después de mi reconciliación con Erik, las cosas volvieron a ser como antes, aunque teníamos que ser un poco más cuidadosos. No podíamos besarnos apasionadamente contra las taquillas ni tener sexo salvaje en el armario del conserje, porque aparte de que eso solo lo hacen las guarrillas que por lo que parece ser en este instituto había para dar y regalar, tampoco se nos ocurriría hacer algo así porque últimamente había algún que otro miembro de la manada de Mary, por tanto de la mía, rondando por la escuela, que Mary me explicó que era a causa del pequeño incidente de la nota en mi taquilla.

Así que por así decirlo, durante las horas de clase y momentos en los que estábamos en lugares extremadamente públicos, los Garroway eran simples compañeros míos. Si ellos supieran...

-Ts, ts.- susurró alguien.

Me di la vuelta en el momento justo en el que una bola de papel me golpeaba en la cara. Por supuesto, el magnífico lanzador era Erik. Abrí la bolita para encontrarme una nota.

*Este chico no se imagina lo que me pone a mi el secretismo.*

-¿Quieres ahorrarte tu lado pervertido para cuando estemos en mi cuarto y leer ya la maldita nota?- dijo en mi cabeza.

*Mierda, deja de hacer eso, idiota.*

Me giré para fulminarle con la mirada, cosa que pareció asustarle un poquito ya que se dio la vuelta al instante y agachó la cabeza. Ya hablaríamos de eso más tarde, tampoco era plan de que a cada momento que al señorito le viniera en gusto andara metiéndose ahí en mi cabeza para pervertirme la mente. Observé la nota y la leí un par de veces, para retener la información antes de guardarla en un bolsillo secreto que mi hermano me había hecho coser en la mochila de clase para guardar unas lentillas de recambio, que ahora ya no solía necesitar, porque Mary me había enseñado a tener el color verde de mis ojos predominando sobre el amarillo lobuno que tenían ahora, aunque por si acaso siempre llevaba unas lentillas encima, no podía arriesgarme tampoco a que me vieran con los ojos amarillos, sería un poco extraño para ser sinceros.

"Esta noche, a las 21:00, ¿cenamos en tu casa? La família al completo en la mía. Yo me encargo de todo."

Me pasé todo el resto de las clases esperando que el reloj marcara la hora de irnos a casa, y para cuando quise darme cuenta, las clases ya habían acabado y la tarde libre del viernes había llegado de nuevo. Cuando llegué a mi casa, me encontré a mi hermano, mirando embobado a la pantalla de su smartphone, mientras sonreía como un completo idiota.

-Hermanito, ¿piensas decirme de una vez por todas quien es esa chica?- juro que cuando dije eso mi hermano por poco se abre la cabeza contra uno de los armarios de la cocina intentando esconder la pantalla de su teléfono.

-¿Chica? ¿Qué chica? ¿Dónde hay una chica?- dijo él nervioso.

-¿Me ves cara de idiota?

-Emm... Eso es una pregunta trampa, ¿verdad?- respondió soltando una risita floja.

-Sí, sí, no me cambies de tema. ¿Quién es? ¿Quién es? ¿Quién es? ¿Quién es?- pregunté alrededor de cien veces mientras daba vueltas y saltaba donde él estaba.

-¡Vaaaaaaale, pesada! Se llama Ayleen y bueno, viene de vez en cuando a la cafetería.- confesó.

-¡Cuéntamelo todo!

He de decir que ese momento fue realmente gracioso porque mi hermano y yo parecíamos unas mejores amigas durante una fiesta de pijamas hablando sobre los chicos guapos de clase.

-Bueno pues la conocí a los pocos días de entrar a trabajara a la cafetería. Ella simplemente venía y se sentaba en una de las sillas más alejadas de todo el salón, siempre cargada con su pequeño ordenador portátil. Me había fijado en ella desde el momento que entró por la puerta, con sus vaqueros rotos, su chaqueta de cuero y sus gafas cuadradas. Era muy guapa Gabriela, pero lo que realmente me llamó la atención de ella fue su simpatía y ese aroma a vainilla que dejaba siempre que venía. Un día, después de muchos intentos fallidos de atenderla yo, me dirigí a su mesa decidido, ya que le había pedido a Robert que me dejara llevarle su pedido. Mientras me dirigía hacia allí, un crío se me cruzó y solo eso hizo falta para que me tropezara encima de ella, lanzando su croissant y su café con crema por los aires.

-¿Y qué pasó?- pregunté con ganas de saber más.

-Me dijo que no pasaba nada y que no me preocupara, aunque yo me sentí mal igualmente por lo que al próximo día le dejé una servilleta con una nota de disculpa y cuando se marchó y fui a recoger su mesa, vi la misma servilleta que yo le había dejado con su número de teléfono escrito en ella. No me atreví a llamarla hasta que en un momento dejó de venir y... me decidí.

-¿Y ahora qué sois?

-No lo sé, estamos en ello.- dijo.

Acabamos de rematar el tema y subí arriba para prepararme. Estaba taan feliz por mi hermano... Por fin había encontrado una persona con la que ilusionarse y ser feliz, porque por mi culpa había dejado de tener vida social y ahora Ayleen le había hecho feliz de nuevo. Tenía unas ganas immensas de conocerla y agradecerle lo que había hecho por mi hermano.

Me cambié de ropa y me arreglé un poco para la visita de Erik. Me puse una camisa de manga larga de color turquesa y unos pantalones ajustados negros y unas botas negras con un poco de plataforma.

Vi que el reloj marcaba las 20:53 y escuché el timbre de casa. Bajé las escaleras corriendo y abrí la puerta ilusionada y entonces me encontré a Erik, apoyado en la pared fumando un cigarrillo.

-¿Qué pasa muñeca?

-Esos aires de chulo no me gustan y lo sabes, guárdatelos para tus amiguitas.- dije demasiado brusca.

-No más amiguitas, ya sabes.- Erik se dio la vuelta y cuando me vio se abalanzó sobre mi, para deborarme en un apasionado beso.

-Hey, hey, hey, veo que vienes con hambre.

-De ti siempre tengo hambre.- dijo antes de guiñarme un ojo.

-¿Ah si?- dije retándole un poco.

-Si quieres luego lo comprobamos ansiosa, pero primero vamos a preparar la cena enana.- Erik levantó la mano izquierda, en la cual llevaba una bolsa de plástico blanca.- Te dije que me encargaba de todo, ¿no?

-No creía que fuera verdad, no te veo mucho cocinando.- dije.

-La verdad es que se me da bastante bien, hemos viajado mucho durante todos estos años y he aprendido algunas recetas.- dijo mirándome a los ojos.

-¿Y por donde habéis viajado?- pregunté intrigada.

-Italia, Alemania, Suecia, Irlanda, India, Brasil, Canadá y muchos otros sitios.

-Ah...- dije un poco decepcionada.

-¿Qué pasa?- dijo cogiéndome la cara con las manos.

-No es nada, solo que... No lo sé, me da la sensación de que nunca podremos hacer algo que no hayas hecho ya, algo que te sorprenda o te ilusione hacer como puede pasar conmigo. Me gustaría viajar, pero tú ya lo has hecho, conocer nuevas cosas y vivir experiencias nuevas, pero para ti nada es nuevo ya. No lo sé, solo temo no poder alcanzar tus expectativas...- dije sinceramente.

-Todo eso son tonterías, Gabriela. ¿Sabes lo que es estar por más de ciento quince años, de cama en cama y de bar en bar, buscando algo que realmente te haga sentir vivo? Y que sí, que los vampiros somos 'muertos vivientes', pero no se siente bien estar simplemente vagando por las ciudades, sin saber que hacer, sin nada nuevo en tu vida, ni ninguna ilusión o cosa por ver, porque en todo el tiempo que llevas vivo has visto todo lo imaginable y has estado con personas de toda clase y todo tipo de mentalidad, y entonces llegas a ese punto de tu vida donde nada te importa realmente, donde los 'te quiero' no significan más que un 'vamos a la cama, muñeca' y donde la frase 'estaría contigo toda una vida, no me abandones' se la dices a una botella de ron en una gélida noche de invierno. Pero ahí es cuando apareces tú, pisando fuerte con esa preciosa sonrisa y esa mirada penetrante y rompes todos mis esquemas. Cuando estoy contigo tengo la sensación de ser un niño pequeño descubriendo un nuevo mundo, averiguando cosas que no conocía y sintiendo cosas que nunca imaginé. Te quiero Gabriela y que no te quepa duda que vamos a viajar, hacer cosas nuevas y absolutamente todo lo que se nos ocurra, porque gracias a ti he vuelto a vivir.

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Madre mía pequeñas, os podréis quejar... ¡ERIK ES ADORABILIDAD PURA, OSEA LE QUIERO PARA NAVIDAD DEBAJO DE MI ÁRBOL Y A SER POSIBLE SIN CAMISETA! Pensaba subir hoy el especial navideño pero tardará unos días, lo siento muchísimo:( Mi Gabriela en la foto del principio del capítulo, Hailee Steinfield es demasiado diva.

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