No pude cerrar los ojos en toda la noche.
Los recuerdos pasan por mi cabeza una y otra vez, como una película sádica, masoquista y dolorosa que no cesaba. Joel pidiéndome hablar, Joel a punto de beber quince caballitos de alcohol, Ji Yong poniendo su asquerosa ropa interior en las manos de el, Joel caminando hacia el...¿Que podía justificar Joel?, ¿Que tenía que defender cuanto todo estaba claro para mí?Los ojos me ardían por las lágrimas derramadas y todos los músculos de mi pecho dolían por los sollozos reprimidos. Después de la fiesta, Yoandri me trajo a casa sin decir una sola palabra, lo cual agradecí infinitamente. No estaba listo para hablar de eso. No estaba listo para afrontar nada.
Cuando mire el reloj y me di cuenta de que eran las doce del día, me obligue a ponerme de pie y desperezarme. Me introduje a la ducha y ahí llore una vez más.
Era como si mi cuerpo no se cansada de arrojar llanto. Como si no hubiera sido suficiente llorar una noche entera por el.Había apagado el móvil. Si había llamado, no me había enterado. Si me había escrito, no quería leerlo. No podía creer lo mucho que podía a lastimar una sola persona. ¿Cuanto daño era capaz de hacerme?, ¿Cuanto daño era yo capaz de soportar?
Al salir de la ducha, ni siquiera me moleste en mirarme al espejo. Me daba miedo lo que iba a encontrar en el reflejo pero casi podía imaginarlo: alguien completamente diferente a mí me estaría viendo fijamente y la frustración volvería.
Cuando baje a la sala, me encontré con la soliraria estancia de la sala y una nota en Braille sobre la mesa.
"Salimos a casa de tu tía Alina. Llegaremos tarde. Te amo."
Suspire pesadamente y me tiré en el sillón de la sala, mirando un punto fijo en el techo. No podía decir cuánto tiempo pasó mientras yo dejaba mi mente en blanco, pero el timbre de la entrada me desconcentro por completo.
—¡Voy!—grite con desgano.
Cuando me puse de pie, me congelé en mi lugar. ¿Y si se trataba de Joel?, No estaba listo para verlo. Mucho menos estaba listo para afrontar la realidad. Trague duramente mientras caminaba hacia la puerta.
—¿Quién eres?—dije, con un hilo de voz.
—¡Oh vamos, Erick ábreme!—la voz ronca y alegre de Seung me hizo suspirar aliviado, mientras que una parte de mi, sentía una punzada de decepción.
Sin decir una palabra, abrí la puerta. Seung vestía unos vaqueros negros junto a una camisa de cuadros rosa. Su cabello lucía alborotado a comparación de otros días y llevaba una bolsa de supermercado entre los brazos.
—¡Dios mío!, ¿Te has visto en un espejo?—dijo, abriendo los ojos como platos.
Yo lo mire con cara de pocos amigos, mientras me disponía a cerrar la puerta. El puso el pie para impedir que la cerrará por completo y sonrió diciendo—Solo bromeó. Lo lamento, ¿Puedo pasar?
Yo mordí mi labio inferior antes de decir.—No creo que sea una buena idea. No quiero hablar ahora.
—¿Quién ha dicho que he venido a hacerte hablar?—inquirio alzando una ceja mientras una sonrisa bailaba entre sus labios.
Mi ceño se frunció ligeramente, y el rodo los ojos al cielo mientras sacaba de la bolsa un par de películas de comedia romántica.
—No sé cómo funciona eso de el helado, los pastelillos y las películas en chicas, pero he oído que estas son terapias reparadoras. Así que...Hoy seré una chica, he traído todo tipo de golosinas, ¿Ahora puedo pasar?
—Una fuerte caracajada salió de mi, al escuchar tal tontería—¡No soy una chica, idiota!—espete golpeando su hombro a modo de broma.
—Pues golpeas como una.
—Calla y entra antes de que me arrepienta.—dije abriendo la puerta, para que este pasará.
—No puedes culparme por intentarlo.—dijo mientras caminaba hacia la sala.
Me dirigí a la cocina y tomé dos pares de tazones y cucharas. Cuando llegue a la sala, Seung estaba poniendo una película en el reproductor. Me senté en el sofá mientras abría el bote de helado y tomaba un pastelillo. Seung se sentó a mi lado sin decir nada y tomo otro pastelillo mientras comía helado conmigo.
El silencio no era incómodo ni tenso. Seung no estaba intentando nada. No era que yo esperara que intentara algo, sino que mas bien lo agradecia. Lo que nos quería ahora era lidiar con un chico intentando aprovecharse de la situación.
—Esa película fue espectacularmente terrible.—se quejo Seung, mientras se ponía de pie para cambiar la película del reproductor.
—A mi me gustó.—dije con una sonrisa pintada en los labios.
Seung me miró como si me hubiera vuelto loco, pero no replicó. Se limitó a encogerse de hombros y decir—¿"Chicas Pesadas" o "Mi Pobre Angelito"?
—"Chicas Pesadas".—respondi con seguridad.
Seung sonrió nuevamente y volvió a sobre sus talones para colocar la película. El timbre de la puerta volvió a sonar y me puse de pie, excusandome un segundo.
—¿Quién es?—pegunte.
Nadie respondió. Mi corazón comenzó a latir con fuerza dentro de mi caja torácica, pero me obligue a tragar mi nerviosismo y tomar aire profundamente.—¿Quién es?—pregunte de nuevo.
—Soy yo.—la voz ronca de Joel me hizo congelarme por completo.
Mi corazón se aceleró aún más y odie a Joel un poco más por aquellas reacciones que provocaba en mi.—V-Vete.—tartamudee pegando la frente a la puerta. Reprimiendo a aquella parte de mi que gritaba que debía abrirle la puerta.
—Necesitamos hablar.—dijo Joel. El tono de su voz era desgarrador.
—Yo no tengo nada que hablar contigo.—dije lo suficientemente fuerte como para que el me escuchará del otro lado de la puerta.
—Erick, por favor...—su voz se quebró, y yo cerré mis ojos intentando reprimir el nudo en mi garganta, pero era imposible.
—Joel, por favor, vete...—suplique.
—Solo escúchame. Prometo que...—se quedó callado unos segundos como si estuviera midiendo el peso de sus palabras.—. Prometo que después de que me dejes hablar, me iré y nunca más te molestaré. Solo.... Solo escúchame.
Yo cerré los ojos con fuerza y me obligue a sonar firme. Lo que iba a hacer iba a poner punto final a todas las esperanzas albergadas a lo largo de estos tres meses. Joel y yo jamás íbamos a volver a estar juntos.
—No tengo nada que hablar contigo, Joel. No me interesa escuchar lo que tiene que decir. Lo único que quiero es que me dejes en paz. Lo único que quiero es que sigas con tu vida, así como yo seguiré con la mía.
—Erivk, no me pidas eso. Tu sabes que te a...
—¡No lo digas!—espete con la voz entrecortada.—¡No te atrevas a usar esas dos palabras!, No sabes su signficado. No te atrevas a decir que me amas cuando ni siquiera sabes lo que es amar de verdad, Joel. Se terminó. Vive con ello. Yo lidiare con ello, también.
Las lágrimas inundaban mis ojos, pero no podía importarme menos.
"Nunca más contigo, Joel Pimentel. Nunca más." Prometí mentalmente. Y esta vez, haría todo por cumplir mi palabra.
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