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Me desperté, eran las 5:35 de la mañana, hoy sería mi primer día de trabajo.

Me levante y entre al baño para darme una ducha, cuando salí procedí a cambiarme y arreglarme adecuadamente para mi primer día de trabajo.

Me coloqué mi colonia y tomé mi celular junto con un bolso que me pidieron, el cuál tenía una carpeta, lapicera, y algunos datos míos para anotarme correctamente.

Bajé las escaleras y camine hacia la cocina.

- Que galán - me alagó mi Madre al verme - Aunque aún no creo que sea buena idea que trabajes.

- Mama, tengo 19 años, necesito trabajar y mantenerme yo solo.

- Esta bién - dejó un cafe sobre la mesa y me indicó que me sentara al frente de ella - E pensado que en algún momento deberás mantener a tu familia.

- ¿Mi familia?

- Sí, Katy y tus hijos.

- Yo no voy a mantenerla, para eso tiene a su familia llena de dinero, y no voy a tener hijos.

- ¿De que hablas?, Yo quiero nietos.

- No tendré hijos para obligarlos  a casarse con quién no quieren.

- Ay hijo - me alcanzó una media luna - Cuando crescas los querrás.

- Cuando cresca me escaparé.

- ¿Qué dices?

- Sí, me voy a ír.

- Sabes que tu padre podría matarte, es una tradición Erick, tu vida está en juego.

- Y que me importa mi vida.

- ¡Erick!

- Bueno, perdón- suspiró.

- Ya, desayuna y vé para la empresa, yo iré a dormir un rato más.

- Ok - la ví subir las escaleras.

Terminé de desayunar y salí de la casa, caminé a uno de los autos e intenté abrir la puerta, pero estaba trabada.

- ¿Lo llevo a algún lado, Señor? - preguntó mi chofer mientras abría la puerta.

- Quiero ír yo solo, es mi primer día de trabajo.

- Oh, ya veo - me entregó las llaves - Los papeles del vehículo están allí - me indicó - Buena suerte Colón.

- Gracias Esteban - me subí y arranqué el vehículo, esperé a que abrieran el portón y salí directo hacia mi trabajo, estaba muy emocionado y nervioso a la vez.

Llegué y era un lugar grande, estacioné el carro y bajé caminando a la gran y bella entrada.

Apenas me acerqué las puertas Se abrieron, eran automáticas, genial.

Caminé firme hacia una joven de cabello castaño que estaba en la recepción.

- Buenos días - levantó la mirada.

- ¿Diga?

- Soy nuevo, Erick Brian Colón.

- Oh, espere un momento- se levanto y caminó hacia un cuarto, entró y después de unos segundos salió con un muchacho - Él se encargara de tí - se ubicó nuevamente en su lugar - feliz primer día, niño bonito - me giñó un ojo y llevó la vista a su portatil.

- Ven - habló por primera vez el muchacho, lo seguí hacia un ascensor - Sé que quizás estes algo nervioso, yo también lo estaba.

- Estoy algo tranquilo dentro de todo, confío en mí - sonrió.

- Yo te deseo suerte de todos modos.

- Gracias, ¿Cómo te llamas?

- Yo soy Christopher, tengo el mismo puesto que tú, secretario, nos veremos a diario jovencito Colón.

- De acuerdo - sonreí - ¿Tú por qué trabajas aquí? -Pregunté, quizás él tambien venia de una familia rica.

- ¿Qué por qué trabajo aquí?, no lo sé, solo que mi padre es el jefe y me obligó a que siguiera la tradición de mantener la empresa.

- Mi familía me impide trabajar.

- ¿Cómo?

- Sí, mi familía es millonaria, no querían que trabajara, pero yo insistí.

- ¿Por qué?, si lo tienes todo-Negué.

- Nos quitan derechos.

- ¿Cómo cual?

- El de casarnos.

- ¿Tú familia es de esas que los obligan a casarse? - asentí - Lo lamento.

- No importa - quité mi vista del suelo para llevarla a él- De todos modos, nadie querría estar conmigo - sonreí, él hizo una mueca, iva a hablar pero las puertas del ascensor se abrieron.

- Sígueme - y así lo hice, llegamos hacia un cuarto, abrió y había un escritorio, y arriba de este, un portatil - Esta es tú oficina, aquí trabajaras, yo me encargaré de traerte lo que debes hacer, sí hay algo que no entiendas con respecto a los trabajos puedes consultarme, al principio es confuso - asentí -Ten- me dió las llaves - Te dejaré que te acomodes mientras traigo tu trabajo - sonrió y salió desapareciendo de mi campo de visión.

Había un pequeño sofá, una mini libreria con un par de libros, relacionados con el trabajo, supongo.

Me senté y la silla era realmente cómoda, abrí el portatil, tome mi pequeño bolso y saqué la carpeta dejándola sobre el escritorio.

- ¿Y?, ¿Te gusta? - preguntó Christopher entrando por la puerta.

- Es cómodo.

- Bién, aquí tienes - me entregó una pequeña carpeta - Ya sabes, sí no entiendes - rodeó el escritorio hasta llegar a mi lado, me señaló un pequeño botón debajo del escritorio - presionalo, conecta con mí oficina - corrió su mirada a mí - En realidad se utiliza en casos de emergencia, pero por esos ojitos haré una excepción - sentí mis mejillas enrojecerse, nunca una persona de poder había dicho algún comentario de ese tipo sobre mis ojos - Pareces tierno, Ojitos - caminó hacia la puerta - Suerte - lo escuché reír luego de cerrar la puerta.

Imposible || ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora