❝ Linda gabardina. Pero apuesto a que se vería mejor sin ella.
B. ❞
El hombre desdobló la nota con curiosidad, releyéndola más de una vez y pensando en e...
El hombre mantenía en sus ojos una expresión dura y pensativa. Una ráfaga de frío viento le golpeó la cara y su gabardina negra ondeó al ritmo del aire glacial. Miraba los bosques llenos de escarcha y los arbustos casi completamente hundidos en la nieve.
Aquel paisaje parecía llenarle de orgullo.
Pero ahora mismo sus pensamientos estaban más allá del panorama que tenía en frente. Se preguntaba si todo esto que le estaba pasando tenía un patrón.
Cerró los ojos, y su mente lo llevó a sus recuerdos lejanos. Escuchaba el gruñido distante de su padre regañarlo, pero al mismo tiempo incitándole a ambicionar más. Siempre deseando en grande... Pero eso era lo único que tenía, a su padre reprenderlo sin razón alguna, porque simplemente no creía en su propio hijo. ¿Pero qué más daba? Era el General de la Primera Orden y parte de la Base Starkiller, debería estar satisfecho, ¿no?
Sin embargo, una voz en el interior de su cabeza atronaba todo lo demás.
Conocer la identidad de ❝B❞.
Y si así le costaran días averiguarlo, no pensaba detenerse. Aunque ahora había descubierto algo: ❝B❞ tenía un arañazo en la cara. ❝B❞ tenía libre las tardes, pues la gran cantidad de recados eran después de mediodía. ❝B❞ trabajaba cerca de su oficina, o al menos eso creía. Y lo más importante. Todas las notas eran enviadas a la misma hora: 7:59.
Tal vez era una combinación entre números, tal vez era algún stormtrooper cuya matrícula llevará B y 759, o 957, 579, 795, etc. Sólo debería llamar a los soldados cuya clave se asemejara más a la hora y ponerlos a escribir unas cuantas líneas, comprobar el trazo de su letra y observar sus rostros.
La nota de hoy confirmaría sus sospechas. Sí llegaba a las 7:59, llevaría a cabo su planal día siguiente.
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𝟕:𝟓𝟗 𝐩.𝐦. ──────────────────────
Hux regresaba del hangar de la Base, luego de hablar con un almirante y redireccionar la zona de vigilancia de algunos stormtroopers y droides centinelas, había llegado por fin a su oficina. Aunque, repasando mentalmente las cosas que había hecho no parecían tantas, era inevitable no sentirse agotado. Ir de allá para acá... No era divertido.
Entró a su pieza y comenzó a estirarse, primero los brazos y luego las piernas, y su cuerpo se lo agradeció, pues la sensación cosquilleante aumentaba conforme más se movía. Terminó aquella mini rutina y se acercó a su escritorio, solo para mirar una nueva nota sobre este.
❝Ví que estabas afuera de la estación. ¿Disfrutabas de la vista?
