5 | COURTNEY CRIMSEN.

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LA MIRADA RECELOSA que Madison le enviaba a Clay desde la distancia era razón suficiente para que el chico rodará los ojos y se acercará a ella.

-¿Por qué me estas mirando así?- cuestionó tomando asiento al lado de la chica.

-Bueno, Jensen. Estoy a favor del karma, pero no esperaba que cayeras tan bajo para hacerle algo así a Tyler- contestó tranquilamente mientras veía a Bryce y Montgomery burlándose del encargado del anuario.

Rodó los ojos con exasperación y se pregunto cómo alguien podía ser tan cruel para atormentar la presencia de un individuo sólo porque sea diferente.

Si era cierto que la furia de la muchacha todavía se reflejaba cuando Down intentaba acercarse a ella y pedirle disculpas, pero humilllarlo y burlarse de él no era algo admirable.

Ella no era un pan de dios, y lo admitía. En más de una ocasión había sido cruel con alguien a quien no tolerará, pero la justificación de sus acciones se debía a que esa persona se lo había ganado.

Quizás ese era el error de la sociedad, todos defendían sus acciones con excusas incoherentes y la gente sólo se callaba, guardando sus opiniones y diciendo; ese no es mi problema des pues de todo.

La sociedad estaba podrida y era una lástima, porque las personas que aún  sentían empatía eran escasas y a los demás les importaba un comino.

-Ojo por ojo, diente por diente- escuchó a su amigo susurrar por lo bajo.

Una risa sarcástica salió de los labios de la castaña y dejo al chico sólo cuando decidió levantarse e irse del lugar que ocupaba.

Chocó contra alguien y suspiró brevemente antes de pedir disculpas y seguir con su andanza.

Tomó asiento en el salón de clases y espero allí, rodeada de sus compañeros, a qué la primera hora de clases fuera inicio. A pesar de que parecía concentrada en los bocetos que realizaba con la punta de su lapicero, sus pensamientos se encontraban viajando por los tormentosos momentos que había vivido en Liberty High y siempre ignoró.

Si ella había logrado olvidarlo, ¿por qué Hannah no pudo?

No sabía que hora era debido a la prisa que llevaba, aunque en realidad no le importaba demasiado el tiempo.

Tomó las galletas que había preparado y las guardo en una bolsa transparente que tenía flores estampadas.

No se despidió de nadie en su hogar y aprovecho salir en la vieja patineta que guardaba en su armario para llegar a su destino.

Una vez allí, respiro profundamente parada frente la puerta del hogar y tocó suavemente con sus nudillos.

No pasaron muchos minutos después para que le abrieran y una chica de cabello rizado apareciera en su campo de visión.

-Hola- saludo Madison en un tono dulce y con precaución.

Temia asustar a su mejor amiga o hacerla molestar, pues sabía que ella no estaba pasando por un buen momento y se sentía fatal.

-Hola- murmuró Hannah con una pequeña sonrisa.

Le dejo espacio a su invitada para que entraba a la casa y abrió los ojos con sorpresa al ver que un paquete de galletas caseras le era entregado por su amiga.

-Lamento lo que dije el otro día, no debió pasar- se disculpa la castaña sin alzar la mirada y pronto se encontró envuelta en los brazos de su mejor amiga, Hannah Baker.

Las cosas siempre sucedían por algo, o eso era lo que Madison había escuchado de sus padres durante su adolescencia.

Le era indiferente como sus progenitores podían ver el mundo caerse a sus pies y aún así estar tan optimistas todo el tiempo. Esa no era una de las características que ella había heredado.

Por el contrario, Clay Jensen estaba sofocado de que sus padres intentarán ayudarlo o al menos lograr que su hijo hablará con ellos respecto a su nuevo comportamiento rebelde.

Sus padres estaban preocupados por él, quien les guardaba muchos secretos y no razonaba correctamente sobre lo que hacía.

Tony Padilla se acercó con la respiración agitada a su amiga y le tomó el hombro. El ceño fruncido de la muchacha no tardó en aparecer y miro expectante a que el latino dijera algo.

-¿Haz visto a Clay?

Madison rodo los ojos ante la interrogante y señaló el pasillo por el que minutos antes había visto salir al ojiazul con cierta chica de rasgos asiáticos.

-¿A dónde vas? ¿Acaso eres su niñera?- exclamó irónicamente al ver que el moreno pretendía salir por el mismo lugar.

-No tienes que ponerte celosa. Puedes venir conmigo si deseas.

La sonrisa arrogante que le era dirigida a la castaña la hizo bufar y seguir al espécimen humano por detrás.

No hablaron durante su transcurso al auto, ni al cementerio. En donde Tony se bajo del coche y vio atentamente la figura de Clay arrodillada en la lápida de Hannah.

Corregan se removió en su lugar y dedico una vista panorámica a todas las tumbas que los rodeaban. Le entró un escalofrío cuando decidió acercarse a cierta lápida en específico y sonrió melancolicamente releyendo su nombre.

Jefferey "Jeff" Atkins.

La verdad para ella es que el jugador de baloncesto había formado gran parte de su vida y había dejado un vacío en su corazón que nadie podría entender.

Le quería como a nadie y lo traía siempre en su memoria aunque intentará olvidarlo. Pero allí estaba su recuerdo, con su sonrisa perfecta, sus ojos iluminados por el sol, y su alma bondadosa para el mundo.

No era perfecto, pero era justo lo que era quería.

Observaba emocionaba a sus amigos bailar sobre la pista, a su lado, Jeff se burlaba silenciosamente de su inmadurez mientras mantenía su brazo en los hombros de la chica.

-¿No quieres bailar, Maddie?- susurró contra su oído al ver que la susodicha no le enviaba ninguna mirada.

-Me encantaría, Jeffie- contestó usando el apodo que años atrás le había colocado.

Soltaron una risa dirigiéndose al centro del gimnasio y los cuerpo de ambos se acercaron lo suficiente para aprovechar del calor mutuo.

The night we met sonaba de fondo y las miradas de ambos adolescentes se deleitaban entre sí.

-Te ves muy hermosa hoy- murmuró apretando su agarre en las caderas de la chica.

-Gracias- sus mejillas se sonrojaron y miro su pecho con una sonrisa-. Me gusta tu corbata.

Esta vez fue el chico quien bajo la mirada con su sonrisa y beso la mejilla de su cita.

-Mamá se encargó de que estuviera perfecto- comentó aclarandose la garganta.

-Hizo un buen trabajo.

Madison aprovecho la situación para burlarse de las mejillas coloradas de Atkins y dejo un beso en su barbilla.

-Me alegro de que hubieras aceptado venir conmigo al baile- murmuró sobre el cabello de ella cuando la envolvió con sus brazos para tenerla más cerca y sentir su aroma.

El gran amigo de ambos los observo con una sonrisa y deseo que la química entre ambos nunca se evaporara.

Y aquel amor nunca desapareció. A pesar del cruel destino que era deparado para aquella pareja.

BROKEN HEART ↓ 13 reasons whyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora