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| lado b
Nina ya iba por su segundo vaso de cerveza. Su promesa de no tomar tanto se había esfumado en el momento que había visto a Tess Taylor rodeando con fuerza el cuello de Ben. No sabía cuanto tiempo había estado observándolos, pero sospechaba que había sido el suficiente para que se vuelva raro.
Ellos seguían bailando y platicando como si nada sucediera, mientras que Nina sentía su garganta -y todo su cuerpo, básicamente- prenderse fuego con cada trago. No sabía de donde salía tanta inconformidad, solo quería ir y separarlos.
-¿Qué onda esa cara?- Úrsula apareció desde el patio, sin labial y con Gwilym siguiendo sus pasos. Siguió la mirada de Nina y rápidamente entendió todo- Oh...ya veo- agregó.
Nina se percató de la presencia y solo rodó los ojos, dándole otro trago a la cerveza. -Solo un beso...si claro- exclamó la maquilladora mientras preparaba un trago.
-Ugh, no es eso, no empieces con tus estupideces- la voz de Nina sonó mas amarga y punzante de lo que ella imaginaba. El alcohol ya estaba dejando aflorar su enojo.
Úrsula se resumió a mostrar sus palmas en signo de tranquilidad. Nina se obligó a calmarse y se apoyó en la barra junto a su amiga. -Ok, ¿pero no sería raro que ellos dos salgan? O sea, es casi como un incesto. Tipo ¿la hija del verdadero se enamora del actor que hace de su padre? Me parece una locura.- exclamó, mas tranquila y fingiendo desinterés. -Nina, acepta que estás celosa y ya- respondió su amiga. -No lo estoy, con Ben somos amigos- aclaró de inmediato. -Que se besan en el trabajo... -Dios, fue un juego ¿si? no fue nada. -Sí, sí, obvio. Como digas, niña- Úrsula tomó los dos vasos y caminó hacia donde estaba su chico, al menos esa noche.
Nina se quedó sola -de nuevo- viendo bailar a todo el mundo. Sus ojos volvieron a pegarse a Ben y Tess, que por alguna razón se entendían demasiado bien. La rubia le bailaba y él reía. Realmente esa chica era linda. No le sorprendía porqué le iba tan bien como modelo. No pudo evitar sentirse ridícula al verse en vestido y borcegos.
Hacia un costado, Ema se encontraba bailando con un muchacho. Y eso la hizo sentirse mas miserable de lo que ya se sentía. No comprendía muy bien como de alguna manera siempre terminaba en esa situación: sola, en la barra, con un vaso en la mano y el alcohol apoderándose de su cuerpo. Hasta la gila de Ema tiene una cita, se decía.
Su momentánea baja autoestima, mezclado con los celos y la ebriedad (ninguno de estos dos últimos se podían negar) la hizo divagar por la casa, sin percatarse de las reiteradas miradas que otro de los Taylor esa noche le dedicaba. Después de todo, su mente buscaba a un rubio en especifico.
Cuando llegó a lo que ella percibió como la cocina, tanteó la pared con algo de violencia, un poco buscando la luz y otro poco para sostenerse. Al prenderla, Gwilym y Úrsula que estaban besándose apoyados en la isla, se separaron de golpe.
