Parte 7

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El tren se alejaba de la estación del Distrito dos y  las cámaras se pierden de vista, así como los asesores y mentores, Clove por fin puede escapar a su compartimiento. Estaba en shock, paralizada, suspendida en el tiempo, se alejó lo más que pudo de ese fantasma que era su compañero de Distrito. ¿Era realmente él? No, su mente estaba jugándole una mala pasada. Tal vez todo esto era un sueño, ella cerraba los ojos con fuerza tirada en su cama esperando despertar en su casa Esperaba volver a la plaza central, vivir realmente la cosecha como se suponía, presentarse como voluntaria y escuchar el nombre de Demian después del suyo. Nada sucedía, seguía allí en el tren directo al Capitolio. La puerta de la habitación se abre y Cato la cierra después de entrar

“¿QUE ES LO QUE HAS HECHO?” le grita con los ojos desorbitados. Clove solo puede mirarlo sin poder creer a sus propios ojos, es como un espejismo, un oasis en el desierto. Su mejor amigo estaba allí de pie frente a ella, saludable, fuerte y con pasión y furia en los ojos ¿Cómo podía ser? Se suponía que estaría tendido en una cama hasta que su corazón se cansara de latir sin sentido, hasta que su corazón renunciara a ser el motor de un simple cascaron vacío.

“¡Clove responde! ¿Porque hiciste esta estupidez?” le grita el muchacho tomándola de los hombros y sacudiéndola  con fuerza intentando de forzar una reacción. El calor empieza a inundar cada fibra del cuerpo de la muchacha, los recuerdos viajan rápido por su cabeza: su amigo salvándola por primera vez, enseñándole a usar cuchillos en el centro de entrenamientos, regalándole una flor que encontraba en el camino de vuelta a casa, el regalo de cumpleaños, besos, abrazos, Cato prometiendo que no haría nada estúpido, y él muchacho tendido en la cama con vendajes en su cabeza. Clove se zafa del agarre del muchacho se aleja un paso y le proporciona una bofetada en el rostro. Una sensación de hormigueo y ardor recorre la mano de la muchacha, la mejilla izquierda del muchacho esta al rojo vivo, ambos respiran agitadamente como si acabaran de correr una larga maratón.

El pecho de la tributo sube y baja con violencia, haberle proporcionado una cachetada al muchacho no fue suficiente para demostrarle su rabia, su enojo. Si él estaba allí tan capaz de sus facultades hace cuanto que había regresado al mundo real

“¿Qué es lo que TU hiciste Cato?” Grita, mientras pesadas lagrimas de rabia ruedan por el rostro de la muchacha. “Estas…. Estas aquí, consiente, fuerte caminando. Te estuviste recuperando desde hace mucho tiempo”

Cato mira a la muchacha con pesar, intenta tomarla en sus brazos pero ella lo empuja con fuerza, lo rechaza por completo.

“Quería que fuera tu regalo” empieza a explicarse Cato, dada las circunstancias un detalle que podría haber sido hermoso sonaba tan estúpido “Tu regalo de cumpleaños… desperté hace un mes, tan solo treinta días. Fue muy difícil resistirme a la tentación de aparecerme en tu ventana.. que-que- quería que fuera perfecto” dice el muchacho con tristeza

“Perfecto ¿estas bromeando?” El odio que sintió por Demian durante todo el año, los planes de asesinarlo que la consumían todo los días, la tristeza por perder a Cato que nublaba el mas mínimo momento de alegría no le permitía sentirse feliz por verlo de nuevo.

“Te busque ayer, te busque toda la noche y no te encontré…. ¿Por qué?”

“¿Por qué? No tenia nada, no había nada para mi allí, no sin… sin ti”

“¿Decidiste suicidarte entonces? ¿¡ESTAS DESQUICIADA!?”

“¿Que se suponía que haría, ser como tu madre?” Le reprocha la muchacha. Ella llegó a conocer a la madre de Cato con mas detalle, se vio reflejada en ella. Esa pobre desgraciada había sido como Clove en su juventud: débil, indefensa. El padre de Cato la sometió durante años hasta que ella, quien había dejado de creer que el maltrato era algo malo sino algo que se esperaba de una mujer, se caso con él. Clove prefirió morir antes que vivir ese miserable destino, la única esperanza de conocer el verdadero amor era con Cato y el se había ido para siempre. Cato debía conocer la situación de su madre, después de todo el maltrato de su padre hacia ella nunca terminó. La mujer siempre tenia impresa la marca de sus puños en algún sector de su cuerpo.

“¿Porque te presentaste como tributo de todas maneras? Yo podría haber vuelto contigo pero ahora…” Ahora no existía la menor esperanza de volver a casa y ser felices. No existía esperanza de que ambos pudieran vivir.

“No podría haberte dejado ir Clove, te matarían…” responde el muchacho

“No soy la misma. Me abandonaste, aprendí a defenderme” dice la muchacha con tanta frialdad que los ojos del muchacho empiezan a humedecerse inevitablemente

“No lo hice porque quise, no te atrevas a acusarme de hacerlo a propósito”

“Si hubieras cumplido tu palabra, si no hubieras sido tan terco, tan arrogante, tan imbécil de querer demostrar tu hombría… no estaríamos aquí” Ni siquiera ella sabía si eso era cierto. Después de haber recibido una golpiza de Demian él la podría buscar una y otra vez, Cato hubiera reaccionado tarde o temprano sin importar ninguna promesa de mantenerse a raya.

“¿Y cuales eran tus grandes planes?”

“Iba a matar al bastardo, lo iba a mandar derecho al infierno donde pertenece. Lo iba a hacer sufrir, lo iba a cortar en mil pedazos antes de matarlo y luego…”

“Luego que? Crees que te iban a dejar salir después de mostrar tanta brutalidad?” Pregunta el muchacho completamente atónito por la respuesta de su amiga. ¿Quién era esta mujer? Esta bestia llena de odio que usaba la piel de Clove para infiltrarse entre los habitantes del distrito dos.

“¿Crees que querría volver?  No seas tan ingenuo, por favor. No, mis planes nunca fueron regresar. Tal vez me dejaría morir por causas naturales, tal vez le daría una muerte a algún tributo, no lo había decidido aun”

“¿Quien eres?” Cato pregunta sin poder creer a sus oídos

“Soy-soy- soy ESTO” dice Clove  mirándose las palmas de las manos mientras tiembla “Soy ESTO. ESTO es lo que quedo de mi sin ti” La muchacha cae de rodillas sobre la lujosa alfombra de su habitación y empieza a sollozar sin control. Cato la toma en sus brazos y usa toda sus fuerzas para mantenerla allí ya que ella lucha para alejarlo, golpea su pecho con los puños cerrados, araña su pecho y mueve su cuerpo sin control.

“Shhh Esta bien, esta bien” Le dice el muchacho intentando de consolarla, de mejorar una situación  que no tenia solución

Los Trágicos Amantes del Distrito Dos: Cato y Clove (Reeditando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora