Clove lloró hasta quedar dormida en los brazos de Cato, no se habían movido de aquel espacio en la alfombra, así que el muchacho la tomó en sus brazos hasta dejarla tendida en la cama. Acariciaba su cabello con los dedos muy suavemente, lo llevaba suelto, había olvidado cuanto le gustaba verla con su cabello suelto. Una oleada de tristeza invadió cada célula de su cuerpo ¿Así era como todo terminaría? ¿Sin poder demostrarse cuanto se amaban, sin poder pensar en un futuro, en una familia? Él se había imaginado todo eso y mas, no importaba cuan jóvenes eran, el amor que sentía por ella era algo que trascendería cualquier estúpido prejuicio de la edad. Cato estaba hipnotizado, sedado, entre alegría y sufrimiento contemplando al amor de su vida, a la mujer que deseaba amar por eternidades pero con quien moriría dentro de pocos días. El muchacho estaba completamente desorientado, no sabía que hacer. Aunque en realidad sabía que QUERIA hacer y eso era salvarla ¿Pero como regalarle vida a alguien que ya no quería vivirla?
“Necesito que te vayas” le dijo Clove en voz baja
“Pero yo necesito estar contigo” responde Cato con firmeza “¿Porque quieres que me vaya?”
“Porque ya aprendí a vivir sin ti. Sin sentirme feliz, o contenta y ahora quiero sentir felicidad, quiero abrazarte y besarte pero no puedo” explica la muchacha sin mirar a Cato a los ojos
“Porque no puedes, estoy aquí mismo. Y quiero lo mismo” susurra el muchacho acercándose lentamente, aunque se detiene al ver como ella se encoje para evitar tocarlo
“Me dolía…me duele respirar desde que te fuiste” explica la muchacha sentándose en la cama “estaba vacía, estaba como tu. Era solo una caparazón, mi corazón latía pero no había nada dentro de mi, nada que me hiciera sentir bien. Nada me hace sentir bien” A pesar de que era una declaración extremista era cierto. Ella había soñado tantas veces con volver a verlo, escuchar su voz de nuevo y allí estaban pero algo no encajaba, toda ese escenario era un error. Quizás la sensación de una inminente muerte era la fuerza que retenía a mantener sus sentimientos a raya.
“Creo que escuche tu voz, cuando estaba…”
“¿muerto?”
“Nunca estuve muerto Clove, solo inconsciente”
“No fue eso lo que le dijeron a tu madre. No fue lo que ella me dijo a mi. Ciertamente no esperábamos que volvieras, no fue como si te hubieras desmayado” La muchacha continuaba siendo dura con el, pero al menos Cato sintió un poco de alivio al sospechar que ya no lo golpearía.
“¿Qué es lo que haremos?”
“Morir” Al ver que su amigo la miraba con cara de pena, ella decide aclarar su respuesta “¿Qué otra opción tenemos Cato? ¿Quieres pelear, volver al distrito dos? Hazlo, por el respeto y el amor que te tuve te ayudaré, pero YO no quiero volver” Clove continuaba poniendo un escudo de frialdad entre ella y Cato. Intentaba herirlo al decir que solo sintió amor por él en un tiempo pasado, pero esa táctica defensiva también la destrozaba de a poco a ella
“Hay mas cosas en esta vida que sufrimiento, no deberías sentir miedo a descubrirlas”
“Ya he vivido lo suficiente para saber de que se trata y de que se tratará mi vida. Ya no quiero mas. De todas maneras solo uno saldrá de la arena, si quisiera salir de allí solo lo haría cont…”No termino su oración porque no quería rendirse, no quería ceder ante la debilidad de su corazón. Clove se rehusaba a probar la felicidad por unos cuantos días para que nuevamente se la arrebataran. Para Cato de repente la respuesta de la muchacha tenia sentido ¿Qué mas podían hacer, además de morir?
“Podríamos escapar, debe haber alguna manera de escapar…” La habitación quedo en completo silencio. Cato intentaba buscar alguna ruta de escape en su mente, pero era imposible seguramente el no era el primer tributo en pensar en esa idea. A pesar de estar completamente distanciados, Clove nublada por la ira, y Cato sobrepasado por la tristeza ambos estaban de acuerdo en una cosa: Ninguno quería salir de ese estadio sin el otro. Sobrevivirían o morirían juntos
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Los Trágicos Amantes del Distrito Dos: Cato y Clove (Reeditando)
FanfictionEsta es la historia de los verdaderos amantes trágicos de los 74 Juegos del Hambre.