El muchacho cegado de odio no tuvo problemas en encontrarlo puesto que Demian lo estaba esperando. Estaba corrompiendo el lugar de encuentro de los dos mejores amigos, estaba parado muy erguido cerca del arbusto con una sonrisa burlona. Cato lo mira y hace una mueca de amargura, se sorprende pensando que es lo que haría con su cuerpo si no llegara a controlarse por completo y lo matara después de esto. Después de todo, para él, Demian se merecía ese castigo y mas.
“No creí que me estarías buscando” comenta Demian “Solo los estaba esperando. Veras los iba a sorprender ya que pasan tantas horas entre esos arbustos, escondidos…”
“Mira eso nada más” responde Cato “Yo creí que eras muy poco hombre por golpear a una indefensa muchacha, y ahora también lo resultas por tener esa característica típica en mujeres despechadas. Solo eres un pobre fisgón” La sonrisa de Demian se borra de su rostro. Sus ojos se ven mas salvajes que nunca, cejas espesas y despeinadas, la mirada brilla con la intensidad que solo el odio podía proporcionar.
“¿Yo? ¿Poco hombre? ¡Ja!” emite una sola carcajada mal actuada “¿Y que es lo que tu eres según tu lógica? Eres un burdo ladrón. Robaste, ella era mía. Es mía y lo será una vez que acabe contigo. Con el tiempo la gente pensara que eras un pobre fracasado que escapo hacia los bosques, nadie te buscara”
“¿Eso piensas? Supongamos que llega a pasar lo que en tu cabeza es un mundo ideal, y aun en ese mundo ella me buscaría. No es tuya, no es de nadie.”
Demian corre en dirección de Cato y lo golpea con un codo en la cara. La sangre de su nariz empieza a correr rápidamente. Cato le da un, dos, tres puñetazos seguidos en el estomago, su contrincante se dobla de dolor y cae al suelo. A pesar de que Cato sabe que no esta bien golpear a alguien que ha caído, recuerda el día que salvo a Clove y como Demian la pateaba en el suelo, y entonces el también comienza a hacerlo. No es hasta que ve el árbol donde la noche anterior había besado a la mujer de sus sueños que se detiene. Cato escupe a los escombros del cuerpo de Demian y se da la vuelta diciendo:
“No vales la pena”
Lo único mas fuerte que el dolor es el amor o su contraparte, el odio. Es la única explicación al subidón de adrenalina que Demian experimentaba . Él tomo a Cato de sus piernas y lo tumbo al suelo, encontró la única arma a su alcance, una roca y comenzó a golpear al desprevenido muchacho en la cabeza.
A lo lejos se escuchó un grito y personas que corrían en dirección a ellos. Sin embargo Demian logró escaparse y el ensangrentado cuerpo de Cato yacía en el suelo mientras un grupo de personas lo asistían e intentaban de buscar ayuda.
Habia pasado un mes desde la brutal golpiza, y Clove entraba a la habitación de su mejor amigo por la ventana, el seguía allí tal cual estaba un mes atrás: Sus ojos cerrados, vendajes alrededor de su cabeza, sin la mas mínima señal de que en algún momento despertara. Ella, sin embargo, mantenía sus esperanzas, la vida de Cato no podría terminar asi y Clove quería asegurarse de que el primer rostro que viera fuera el de ella. Mientras acercaba un banquito a lado de su cama para sentarse y acariciar sus manos con fuerza una voz a sus espaldas la sorprende.
“No despertará” le dice la madre de Cato con voz quebrada. Las palabras se atoran en la garganta de Clove dejándola sin habla, sin aire. “Ese fue el diagnostico del doctor ayer”
Espesas lagrimas empiezan a rodar por la mejilla de la muchacha, la única persona en la que había confiado toda su vida se había ido. Él estaba a su lado tan cerca, pero a la vez tan fuera de su alcance, perdido en un mundo aparte en su cerebro, encerrado para siempre lejos de la realidad.
“Créeme que estoy mas devastada de lo que tu estas”
“¿co-co-como supo que estaba aquí?” pregunta Clove tartamudeando
“ Si fuera por mi, no me hubiera separado ni por un segundo de su cama. Sabía que el estaba muy enamorado, pero no creí que esa muchacha le correspondiera, hasta que te vi afuera por tres días seguidos. Una vigilia horrible bajo la lluvia te podrías haber enfermado”
“No me importaba” responde Clove levantándose del banco para observar a la mujer. Esta embarazada, tiene los ojos cansados y tristes.
“Pues que te importe ahora. Tienes que continuar con tu vida, mucho mas después de saber que pronto se nos ira definitivamente” la madre de Cato se seca las lagrimas antes de que mojen su rostro. Clove sostiene la mano de su mejor amigo sin intenciones de separarse ni renunciar a la esperanza a la cual tanto se aferró.
“Es muy cruel de su parte decir que continúe con mi vida ¿Usted lo haría?”
“¿Acaso tengo opción?” dice frotándose su enorme panza de embarazada. Es cierto, no tiene opción, no puede derrumbarse con un hijo en camino en cambio Clove que se sentía tan feliz hace tan solo un mes atrás, ahora sentía que le habían arrebatado la única razón para vivir.
“¿Y su padre?” pregunta Clove con curiosidad y sintiendo tristeza por aquel niño que crecería en un hogar destrozado por la perdida de un ser querido.
“Él esta bien, ahora espera a que nazca su nuevo futuro vencedor de los juegos. No le importa nada mas” afirma la mujer con amargura. “Ya le sentenciaron un castigo. Aunque no me parece justo”
“No creo que algún castigo que le den pueda ser suficiente” dice la muchacha mirando con tristeza a la caparazón vacía de lo que un dia fue su mejor amigo
“Lo obligaran a presentarse como voluntario en las próximos juegos del hambre”
“Podría ganarlos y ya no seria un castigo sino un premio” suspira Clove con resignación
“Si pudiera lo mataría yo misma” comenta la madre entre dientes con violencia “Intenta de continuar, ya no hay nada mas por hacer… no despertará”
La madre de Cato sale de la habitación, llorando a lagrima viva sin poder retenerlas ni ocultarlas.
“Si pudiera yo también lo haría” Murmura Clove mientras la mujer cierra la puerta tras de si. Suelta la mano de su amigo con desprecio “Esto no hubiera pasado si hubieras mantenido tu promesa. Si no fueras tan terco estarías aquí conmigo y ahora ¿que puedo hacer? NADA.” Y a pesar de haber pronunciado las palabras las dos opciones que le quedaban se dibujan claramente en su mente. Podía huir, vivir en el bosque lejos de la barbarie que tanto odiaba del distrito dos. Lejos, muy lejos de los recuerdos (ahora solo le provocaban dolor) de Cato, y del constante acoso de Demian. Sin embargo la segunda opción le parecía mas atractiva, era la manera mas simple de saciar su sed de justicia y acabar con su existencia. Participaría de los próximos juegos y mataría a Demian de manera legal ante los ojos de Panem, para luego rendirse y dejarse atrapar por algún otro tributo. Lo que deseaba era morir y esperar a que exista ese lugar donde las almas de los que parten de este mundo se reúnan, esperar poder encontrarlo nuevamente en aquel lugar
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Los Trágicos Amantes del Distrito Dos: Cato y Clove (Reeditando)
Hayran KurguEsta es la historia de los verdaderos amantes trágicos de los 74 Juegos del Hambre.