Parte 10

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“Había una vez una princesa ¿Era una princesa? Era una muchacha muy hermosa, muy joven también, pero su edad no le impidió enamorarse perdidamente del príncipe. Sinceramente no recuerdo si eran miembros de la realeza, si eran príncipes y princesas, pero todos los cuentos de niños tratan de eso, supongo que lo eran. Sus familias enemistadas, no les permitían estar juntos se convirtieron en amantes clandestinos no podían vivir el uno sin el otro. Intentaron de tramar un plan, por lo menos esa fue la iniciativa de la princesa, alguien la ayudó, le dio un brebaje para fingir su muerte para que su familia le dejará el camino libre para vivir junto a su amado. El brebaje hacia que durmiera un profundo sueño y que los latidos de su corazón cesaran sin matarla, su cómplice debía comentarle de este plan al príncipe pero nunca logró llevarle el mensaje. El muchacho la encontró postrada en una especie de altar y creyéndola muerta tomó su propia vida para reunirse con ella en el mas allá. Es un cuento de hadas demasiado oscuro para niños de corta edad pero uno nunca lo analiza en ese momento. Mi madre me decía que era una historia que existió en los tiempos donde el mundo era diferente al nuestro, cuando existían muchas mas personas, muchos gobiernos, y no existían los juegos. Es tan solo un cuento de hadas, pero daría mi vida por conseguir el brebaje, hacer que Clove y yo aparentáramos estar muertos. Nos llevarian a algún sitio para entregar nuestros cuerpos, y ese lugar tendría menos seguridad, dado que un muerto no intentaría de escapar, y podríamos intentar de huir de ese lugar.”

Cato pensaba para si mismo un sinfín de planes sin sentido, infantiles, fantasiosos, puesto que no existía ninguna manera realista de engañar a los Juegos. Una vez adentro de la arena solo uno viviría, no podía intentar de engañarse diciendo lo contrario. El muchacho se encontraba sentado en su cama con los codos apoyados en sus rodillas y la cabeza descansando sobre sus manos. Amargas lagrimas se secaban en su mejilla, lagrimas de frustración e ira ¿Cómo podrían salvarse? Las reglas estaban establecidas hace 74 años, solo UN vencedor prevalecería por sobre los demás tributos. No tenían salida. Una vez mas el muchacho se veía obligado a romper una promesa, no permitiría que Clove muriera. La protegería durante los juegos, llegarían los dos a ser finalistas y el inventaria alguna clase de plan para satisfacerla. Pero cuando solo queden él y ella dentro de la arena, aprovecharía el sueño de Clove y  haría lo mismo que el príncipe, se quitaría su vida con la esperanza de que despues de que ella viviera una buena vida algún dia se reunieran en ese mundo que existe mas alla de la consciencia.

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La sombra debajo de sus ojos delataba el cansancio y preocupación en el rostro de la muchacha. Durante la noche decidió castigarse a si misma, llorando y reprochándose por la actitud que había tomado después de que Cato cayo en un estado comatoso. “Si hubiera elegido mantenerme de luto no estaríamos aquí” se repetía una vez mas mientras se miraba al espejo. El monstruo que se había apoderado de su cuerpo durante el ultimo año poco a poco abandonaba su cuerpo, se sentía como ella de nuevo. Sin embargo era demasiado tarde y esa mutación debía permanecer junto a ella si quería seguir con vida. La antigua Clove no podría sobrevivir en la arena, no podría defender a su amigo de potenciales asesinos, era necesario aferrarse a su lado mas oscuro y tenebroso, esa faceta que nació a partir de su sed de venganza.

Clove se vistió con un uniforme estilo deportivo que su estilista había dejado preparado, las primera sesión de entrenamiento se daría acabo en una hora. Al menos no debía preocuparse por eso, ella se había encargado de convertirse en una maquina asesina durante los últimos meses, la preparación que necesitaba era muy diferente. La batalla mas  importante que tendría que pelear era en su interior, si estaba dispuesta a matar pero no a cualquiera sino a Demian, pero ahora se sentía incapaz de arrebatarle la vida hasta a  una mosca. La muchacha se arrojó sobre su cama intentando de pensar en las justificaciones en las cuales se podría refugiar para cometer semejante aberración: defensa propia, en defensa de Cato (en si significaba lo mismo que defensa propia, defender su vida y la de Cato era lo mismo, sin él ella no vivía)… “No existen justificaciones para cometer un homicidio” sentencio después de unos minutos. Estaba completamente convencida de que no habían excusas para sentirse dueño de la vida de otra persona y poder arrebatársela asi como si nada. Los demás tributos también son jóvenes, tal cuales ellos, sienten, temen, sufren, aman ¿Cómo podría excusarse después de haberlos matado?

Los Trágicos Amantes del Distrito Dos: Cato y Clove (Reeditando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora