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Al momento después de su pregunta desvié la mirada y suspiré, dando a entender que era medio complicado no solo él como tal, sino la relación entre los dos. Dudé entonces si hablarle claro y decirle que le había clavado el ojo y que le chanceaba con esperanzas de en un futuro clavarle algo más... o contenerme diciéndole un embuste ahí de que era normalito para que no me dejara de hablar hasta el año que viene.

Porque así era Jin, dramático era un eufemismo arrechísimo. Decirle la verdad del beta que frinchi en definitiva no era una opción, porque me iba a reclamar y después a reclamarse a sí mismo por llevarme a esa casa, y por último, me iba a meter cizaña para que no volviera a verlo, me fuera de ahí y me cuidara.

En vista de que me abstuve, él volvió a hablar.

— ¿Tan rata es contigo? Coño, pensé que ese tiempo en el que había estado perdio era en un retiro espiritual para limpiar su alma errante...

Lo de dramático no era en joda, pana.

—De que es rata, de bolas que sí es... pero, también es complicado, ahí vamos...—terminé diciendo al fin, poniendo una cara que mostraba aires dubitativos y ya, que mostraba que esa iba a ser mi respuesta final y que no iba a responder otra pregunta.

—No chico, solamente tú—comentó sorprendido porque no hablé paja de Yoongi como seguramente esperaba. Pero él lo había dicho al fin: soy muy buena gente.

Acabé encogiéndome de hombros para dar fin al tema, simplemente no pensaba dar detalles y bórralo chico.

Pasamos varios segundos viendo nada, y viendo todo; a la gente pasar, los carros en la cola, los gaticos callejeros que pasaban por la acera y se me restregaban por las piernas buscando mano que los acaricie y yo tocándolos y jugando con ellos después, las señoras que pasaban como los bachacos pero aún así quejándose del sueldo mínimo, qué bolas.

Y entre ese gentío que pasaba, pasó un chamo como entre la edad mía y la de Jin, con su pelo resaltando por sobre todo, pero también dándola con su estilo y presencia por sí sola. A este lo había visto varias veces en el gimnasio al final de la avenida, era Hoseok. No es fácil confundirlo y apenas pasó me fijé.

Pero verga, Jin se fijó a otro nivel.

Lo vio medianamente en shock, boquiabierto y casi que con la babita resbalándose. Si te acercabas y veías con atención, vislumbrabas la vía láctea en sus pupilas.

Reaccionó lo suficientemente rápido antes de que el chamo pasara de largo. Antes de que nos diera la espalda, Jin le pegó un silbido, disimulado, pero a la distancia de metro y medio que estábamos de él, por supuesto que escuchó, y por supuesto que se volteó. Recé a todo lo que conocía porque no me confundiera y pensara que había sido yo, fue efectiva la plegaria porque directamente volteó a ver a Jin.

—Uno sentao aquí todos los mardicientos días y tú papi que pasas es ahorita.

Prudente y Jin no iban juntos, por el coño de su madre que no.

Me quise esconder al sentir tanta pena ajena. El pobre muchacho lo vio con cague y disimuladamente caminó más rápido. Seguro mientras salía pirao se iba planteando no volvérsele a ocurrir pisar esa acera nunca más. Jin era un amor —sifrino pero un amor después de todo—, pero ahí seguro que no la pensó y entró en plan chancero-acosador-marginal-de-la-esquina.

Pero bueno, qué va, las vainas que hace uno cuando vemos a un jevo que nos para el corazón —y alguito más— tan de repente.

Me arrancó el corazón ↠ jimsu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora