—Avísame cuando dejes la marisquera y salgas del closet.
—Qué es vale, yo no soy el marico triste aquí—me defendí.
—No, marico, no eres...—replicó con la ironía a flote—. Desde que estás trabajando allá se te mojó esa canoa con Yoongi, literal no hay una vez que hables conmigo sin echarme un cuento de él. Miéntete a ti mismo, pero a mí no me vengas con ese mojón.
—Coño ya, Jin, no te llamé para que me regañes, bendición 'amá.
Le tranqué el teléfono al mamarracho ese y lo tiré sin cuidado alguno en la acera en la que estaba sentado, arrepintiéndome después cuando me acordé que la masa no está pa' bollo y que ando pelando bolas, situación que no me permitiría comprarme un celular nuevo si escoñeto la vaina esta.
Eran pasadas las seis y ya en el cielo ni luz se veía, todo estaba sombrío y había un silencio nada normal por estos lares. Llevaba sentado en el porche de la casa de papi Yoongi tanto tiempo que ya me dolía el culo, pero hace una hora me dijo que no me fuera porque tenía un beta que hablar conmigo.
—Ay coño, ¿y si se me declara?—hablé bajito para conmigo mismo como el propio loco—. Señor, tú sabes que yo no estoy emocionalmente preparado para un show—confesé esta vez mirando al cielo oscuro, con la esperanza de que Diosito me salvara del yeyo que me iba a dar si Min Yoongi me correspondía.
Pegué un brinco innecesario y tremendamente marico cuando reparé en las piernas vestidas con un par de tubitos al lado mío. Quién sabe desde cuándo estaba parado ahí escuchando mis disparates.
— ¿Ahora le vas a meter al loco? Más o menos tú hablando solo ahora...
Malaya sea mi vida, vale.
Iba a sentarse a mi lado pero primero se dedicó a volverme a dar un susto e hizo ademán de pisarme el teléfono con el zapato, como para que reaccionara y lo quitara de ahí porque definitivamente no era buen lugar.
—No vale, estate quieto...—exigí pero más bien sonó como una súplica miserable que venía de alguien que pocas ganas tenía ya de vivir.
Se sentó y entonces se me quedó viendo para comentar: —Parece que te quieres morir. Si tuviste un mal día no es para tanto, no te me vayas a colgar del palo de mango, por fa.
Ay chamo, sé que estos instintos los tengo que controlar, pero no pude evitar querer besarlo apenas dejó de hablar.
— ¿Qué ibas a hablar conmigo?—me animé a preguntar.
—Primero que nada, te voy a dar un nuevo teléfono; ya veo porqué nunca tienes cobertura en esa vaina.
Me reí sin ganas y me puse a distraerme con el aparato recién nombrado, esperando que prosiguiera con la cuestión.
—Segundo...—empezó pero se calló y dejó de verme, rascándose la nuca con nervios. ¿Se estaba dejando ver nervioso delante de mí? Eso es nuevo—. Te voy a dar unos días libres. Empezando a partir de mañana.
— ¿Cómo es la vaina?
—Ah pues ¿no querías descansar? Yo pensé que estabas mamado del tiempo que llevas aquí, aparte no te voy a obstinar por unos días.
Tú me haces de todo menos obstinarme, pana.
—Pero-
—No te lo voy a descontar.
—No entiendo porqué ahora se te da por darme un descanso. Y no quiero hacerme mente con-
—VAS A SEGUIR, ABIGAIL. Coño pana, es que yo no puedo hablar serio contigo porque me sales con una vaina. Puro negocio serio vale.
Hice un esfuerzo extraordinario para no reírme de su reacción, pero no me aguanté ni siquiera regañándome mentalmente, así que solté esa carcajada en su cara con expresión de sacado de quicio. Hizo señas para que dejara de reírme, pero seguía burlándome acordándome de otras veces que también lo sacaba de sus casillas, ya parecía el mismo borracho riéndome como un enfermo.
—Bueno ya, pues, no da risa.
Su cara de culo y sus quejas me siguieron sacando risitas hasta el punto de hacerlo pararse de ahí decidido a irse, pero fui rápido y me levanté para jalarlo del brazo antes de que entrara a la casa, también lo hice con fuerza a propósito para que quedáramos cerca, casi pegándolo a mí.
—Pero no te me arreches, mi amor—insistí, diciendo lo último con tono de echar vaina para que no cague el momento otra vez.
—Ya pues, fuera de juego...
— ¿Ya no me quieres ver por aquí?
—No es eso, sé serio, vale—exigió, pero supe que estaba a mi merced cuando vi que ni siquiera me miraba a los ojos, ya se había puesto nervioso buscando en qué otra cosa fijarse que no fuera mi cara muy cerca de la suya.
—Te voy a complacer, está bien—acepté, haciendo ojitos de perrito para que notara mi tristeza—. Pero ¿no te voy a hacer falta?
—No, normal.
Me reí por lo bajo, no le había soltado el brazo y me acerqué todavía más, haciendo que por primera vez me diera la cara y dejara el cague. Después le susurré—: Pero tú a mí sí. Entonces me debes esto.
Rompí los centímetros de distancia y probé por segunda vez esa boca que me quería comer, sin embargo, todavía él no estaba listo para zampar de verdad y por ahora me conformaba con piquitos sin segundas intenciones. Me sorprendió fue burda cuando no me soltó un coñazo ni buscó empujarme siquiera, solamente se quedó ahí quieto.
Tan bello así sumiso.
Me separé con una sonrisita y él se dio media vuelta, pero no tan rápido como para ignorar sus cachetitos rojos. Se quedó en la puerta decidido a entrar y darle fin al diálogo, por último se despidió con unas palabras.
—Te aviso cuando quiera que vuelvas del descanso.
cómo estamos con el beta betoso de Jimin emparrandao en París
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Me arrancó el corazón ↠ jimsu.
Fanfiction«Empezó arrancando monte, y terminó arrancándole el corazón» ▹ fic venezolano ▸ yoonmin [jimin top x yoongi bottom] ▹ capítulos cortos ▸ estado: concluido © idea original: @OneStrangeName © redacción: @PAJUOSEOK