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— ¡Pero te gustó! Te encantó chico...

—Ya-

— ¿Cuál es el peo ahora?—seguí preguntando arrecho.

Iba caminando detrás de él y parecía la propia cuaima ardida porque no entendió el concepto de "una sola noche". Pero de bolas que yo lo entiendo, lo que no entendía eran sus ganas de seguirme teniendo lejos de él y de la casa.

—El peo es que tus vacaciones no han terminado—contestó desinteresadamente, bebiendo del vaso de malta y sentándose en el mueble.

—Me importan una verga los días de vacaciones. Quiero trabajar.

Mentira. Quería seguirlo viendo, más aún después de lo que pasó que me iba a cargar como un chicle pegado picándole torta todavía más.

—Deja tu arrechera en mi casa—exigió y me señaló ya estresado, tenía días que no me hablaba así de despectivo—. Y tengo compromisos, así que no te quiero ladillando por aquí cerca estos días, por eso te los di.

— ¿Y entonces para qué coño me llamaste?

—Ya te dije. Estaba aburrido, ya se me pasó, te puedes ir.

Gruñí por lo bajo para que no me escuchara y acepté la dura derrota. Ya no iba a estar humillándome especialmente donde no me querían. Y antes de darme media vuelta, susurré en forma de queja:

—Ni un gracias, por lo menos.

—Gracias, jalabolas.

Levanté la vista para encontrármelo con la misma cara sin expresión. De repente volvieron las ganas de caerle a coñazos, es que estaba siendo peor de mierda que un perro hablándole a la puta que se cogió este fin de semana. Eso a mí me convertía en la puta y esa vaina me estaba sacando canas verdes. Yo también de pajúo por andar creyendo en pajaritos preñaos.

Me fui de ahí recogiendo los pedacitos de dignidad que me quedaban por culpa de este cabrón. Me contuve de patear todo lo que viera a mi paso por las miserias que me pasaban porque tampoco estoy tan loco.

Para ser sincero y ahora que pensaba fríamente, yo no tenía la razón en esto. Era verdad el acuerdo que hicimos sobre mis días de descanso para que no anduviera por aquí, Yoongi solamente me llamó cuando su ladilla coincidió con la mía para matar el aburrimiento —y el queso— con un polvo rápido, y debía ser nada más que eso. Pero me ardí demás y me pasé de intenso después.

Fue mi culpa.

Fui a sentarme a una cafetería donde pudiera sacar el teléfono y llamé a Jungkook, por lo menos para que no se me terminara de cagar el día y poder estar un rato echando vaina con él.

—No puedo esta tarde, hyung. Tengo cosas que hacer.

—Pero hoy no tienes clases, Kook, háblame claro.

—No, pero es del trabajo...

—Coño e' la madre contigo, carajito. ¿Cómo que trabajo, chico? ¿Es en serio?—reclamé, no quería volver otra vez con la misma canción, no quería volver a tener esta misma conversación donde lo regañaba por el trabajo.

—Sí, voy a estar ocupado. No me vengas otra vez con eso, ya me diste el sermón...

— ¡Parece que no aprendes! ¿Y dónde vas a estar, haciendo qué cosa?

—Trabajo pues, duh.

—No estoy jugando, Jungkook.

—Yo tampoco. Si quieres nos vemos mañana, ya te dejo. Chao.

Me trancó la llamada antes de empezar a llamarlo por su nombre completo y jalarle los peladientes telepáticamente. No sé cómo hacía mi doña madre para soportar a esta necedad y no matarlo a palos, ni yo lo aguantaba.

Parecía que mi tarde sí se iba a terminar de cagar. Pero no iba a poder dormir bien hoy sabiendo que peleé con mi cuchurrumín y estando arrechos. Entonces iba a ir como perro arrepentido a su casa, a ver si me quería perdonar y arreglar el peo.

El primer error. El peor que pude cometer.

Me arrancó el corazón ↠ jimsu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora