Día 17

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- Jeany ¿Estás despierta? - ¿Jake? Pero si yo estaba... Es decir... ¿Qué?
- ¿Ya debo cantar?
- ¿Cantar? ¿De qué hablas?
- El concurso de karaoke. - Jake arquea una ceja. Sigue sin comprender de qué hablo. - ¿Ya lo olvidaste?
- ¿Te sientes bien, hermanita? - ¿Entonces fue un sueño? ¿No besé a Dustin? - Hay una búsqueda del tesoro, ¿Quieres ir?
- ¿Dormí todo el día?
- Sip. En la madrugada tuviste 39° de temperatura, me despertaron tus delirios y Dustin, al parecer estabas diciendo su nombre. - abro los ojos como platos. Si estuve delirando y todo fue un sueño ¡¿Qué habrá escuchado Dustin?! - Llamé a la enfermera y te dió un calmante. Pero no fue suficiente porque seguiste delirando hasta la hora del almuerzo y la fiebre no bajaba, así que también te inyectó algo; creo que la mezcla de medicinas te hizo dormir hasta ahora. Pero la enfermera dice que ya estás estable.
- ¿Y esta camiseta? - Acabo de darme cuenta que me encuentro recostada en una camilla.
- Oh, eso. Tu ropa está húmeda, y yo no tenía una camiseta extra, Dustin sí.
- Lo que significa que no tengo ropa.
- Algo parecido, sí.
- ¡¿Y aún así quieres que vaya a una búsqueda del tesoro de la que me acabo de enterar?!
- Entonces... ¿No?
- ¡Por supuesto que no!
- De acuerdo, gruñona. - se pone en pié - Eras más tierna cuando tenías 39°. - Se marchó cerrando la puerta detrás de sí.

Son las 2:34 AM y está comenzando a dolerme el cuerpo. El dolor es insoportable, no puedo evitar llorar o contener los gritos, en vano, el gimnasio está vacío; todos están en la búsqueda del tesoro. Siento como si me clavaran agujas o puñales en cada centímetro de mí ser.
Luego de unos minutos, cuando parece haber cesado el dolor, de nuevo empiezo a sentirlo. Cada vez era más fuerte.
- ¡¿Jaeny?! - Dustin abre la puerta de un empujón y corre hacia mí desesperado - ¡Dios mío, estás hirviendo! - Me sostiene con cuidado entre sus brazos, como si fuera una pieza de cristal invaluable. Mientras, yo no paro de llorar y gritar de dolor.
- ¿Dus...tin? - ya arrastro las palabras, me siento desvanecer.
- No, no, Jeany, por favor despierta. Mírame, no te duermas. - me levanta en brazos de la camilla, incluyendo la sábana que cubría mí cuerpo, y se sentó en ella conmigo sobre sus piernas. Con un brazo sostenía mí espalda y la mano que le quedaba libre estaba sobre mí rostro. - Todo estará bien, relájate.
- No... No me...
- Vamos, háblame.
- No me dejes, amor.
Entonces todo se puso negro.

Un rayo de luz entró por la ventana cegando mí visión. La enfermera estaba parada junto a mí.
- Buenos días, Jaeny ¿Cómo te sientes, cariño? - me observa con una sonrisa amable; me restriego los ojos y veo a Dustin recostado contra la pared durmiendo, y mí cabeza está sobre su regazo. Vuelvo la vista a la enfermera sin comprender. - Le pedí que se fuera, pero él insistió en que tú le habías pedido que se quedara. No durmió hasta que tu temperatura estuvo estable. Espero que no te moleste.
- No. - lo miro y sonrío - él no.

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