Día 36

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- ¡Jeany! ¿Puedes parar ya de dar vueltas? He conocido niños menos inquietos que tú. - Dustin me abraza para retenerme y evitar que siga moviéndome tanto.
- Tan solo estoy algo nerviosa por el anuncio de la directora.
- Ni que fuera a anunciar el día de tu boda. - me volteo a verlo con una expresión en mí rostro que le dejara saber que no me ha hecho ni un poco de gracia. - A lo que me refiero es que no es la gran cosa, deja de ser tan exagerada.
- ¡No lo soy! - arquea una ceja - Bueno... tal vez, a veces, exagero un poco las cosas... Pero esto es diferente, es importante para mí. No sabes lo horrible que es caminar entre las personas y sentir que andas desnuda en el centro de Nueva York. Todos te observan, algunos tal vez tomen fotos, pero nadie se detiene a darte un abrigo para cubrirte. - suspiro - A veces desearía jamás haberlo escrito. Si hubiera sido más sociable, quizás, no habría tenido la necesidad de desahogar mis penas en páginas y páginas que no me darían la respuesta a mis dudas, al fin y al cabo, hablaba conmigo misma. Quizás te parezca algo tonto...
- Jamás podría desvalorizar tus palabras. Todo lo que tienes para decir y el hecho de que seas tan abierta conmigo cuando sé que eso te aterra, es algo que nunca consideraría tonto. - coloca su mano en mí rostro, se siente cálida, agradable al tacto. Cierro los ojos para profundizar el sentimiento. - Todo estará bien, confía en mí. ¿De acuerdo?
- De acuerdo. - le doy un beso en la palma de la mano y me coloco de lado decidida a dormir.
Hoy será un día interesante...

Desperté unos minutos antes que los demás, necesitaba un momento de silencio para pensar en todo lo que ha pasado hasta ahora; mí relación con Dustin, la falsa amistad de Amy, todos mis secretos salieron a la luz y ahora... no tengo nada. Bueno, eso no es del todo cierto, resultó ser que había alguien a quien le gustaba y por un tiempo no fue correspondido. La mayoría de las veces que eso sucede, yo soy la no correspondida, algún día debían cambiar los roles. También descubrí aspectos de mí que no sabía que tenía; siempre fui muy reservada y poco sociable, pero, sin mí diario, secretos o celular, tuve que responder por mí misma. Ya no podía esconderme detrás de mí hermano y esperar a que me defendiera.
Tal vez mis secretos salieron a la luz; tal vez ya no soy invisible; tal vez no vuelva a escribir en un diario. Pero algo es seguro, no volverán a hacerme débil; no permitiré que me hagan dudar de mí misma, mis cualidades, valores, sentimientos; nadie se interpondrá en mí camino ni tomará decisiones por mí. Se acabó, ésta soy yo, y no importa lo que digan, no me avergüenzo ni un poco de ello.

Acabando el desayuno, observé a la directora y parecía que no estaba concentrada en lo que hablamos ayer, tal vez decidió que no era necesario ya que faltan tan solo cuatro días para que termine la cuarentena. Debí imaginarlo, me he puesto nerviosa por nada, de seguro se olvidó. Tal vez sea para mejor, quizás es el destino diciendo que será un fracaso si sucede y por eso no sucede.

- ¿Me permiten su atención, por favor? - todos nos giramos al escuchar la voz de la directora. - No tomará mucho tiempo y es importante. - endereza su postura, se aclara la garganta y prosigue. - Como sabrán, tan solo faltan cuatro días para retirarnos de aquí. - comienzan a aplaudir y festejar - Pero, han habido algunos inconvenientes en la convivencia; ha llegado hasta a mí información que indica un comportamiento de bullying hacia una de las estudiantes. - se establece el silencio por completo, observo a mí alrededor; algunos desvían las miradas y las dirigen al suelo, otros intercambian miradas - No se hagan los desentendidos, saben exactamente de quién hablo, debería darles vergüenza. A estas alturas de la sociedad y siguen con estas actitudes irresponsables y para nada aceptables en la institución. Pero, ya que el castigo sería la expulsión, y no puedo expulsar a medio colegio, he tomado otra decisión como castigo. A partir de mañana, hasta la última noche de ser necesario, realizaremos un confesionario. Todos deberán decir sus secretos como libro abierto, tal y como lo hicieron con Jeany. - El silencio acabó y se transformó en un gran alboroto.
- ¡No puede pedirnos eso!
- Tiene razón, ¡es injusto! - la directora baja de la silla y camina hacia el estudiante que acababa de hablar. Éste retrocede unos pasos pero termina frenando.
- Sé que no es justo. Pero para
ella - me apunta con el dedo sin apartarle la mirada - tampoco lo fue. Y cualquiera que tenga alguna objeción, la puede ir guardando, es una decisión tomada.
- ¿Cómo sabrá que no mentimos?
- ¿Olvidan al profesor de psicología? Él sabe las expresiones que tiene una persona cuando miente; estará justo al lado de ustedes, observándolos, para asegurarse de que estén diciendo la verdad. En caso de que no sea así, serán amonestados. ¿Se entendió? - todos responden un "sí" al unísono.
Veremos qué sucede mañana.




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