- No creí encontrarte aquí, luego de lo que sucedió. - Una voz masculina hace presencia en la oscuridad de la biblioteca. Lo reconozco.
- ¿Austin? ¿Estás siguiéndome?
- Podría preguntar lo mismo. - tose. Parece enfermo.
- ¿Vienes a burlarte de mí como los demás? - sus pasos se acercan, solo puedo oírlo. Debí haber encendido la luz.
- Me hieren tus palabras, Jeany ¿Cómo crees? Nunca me burlaría de ti. A pesar de que no encontré ningún defecto, dudo que sean motivo de burla. Todo en ti está bien.
- Es claro que no me conoces. Soy un maldito desastre, créeme.
- Más quisiera el desastre tener algo que ver contigo. - qué bueno que no puede ver cómo me sonrojo. Me volvería aún más roja. - ¿Qué haces aquí? Y a oscuras.
- Necesitaba pensar. En un principio no encendía las luces porque la realidad es que no alcanzo el interruptor, pero ahora, literalmente prefiero estar a oscuras, porque si veo éste lugar... Me lleva a malos recuerdos.
- Entiendo... Puedes pensar en voz alta, si quieres. Voy a fingir ser tu inconsciente. ¿En qué pensabas?
- En mí. Estoy perdida. Siento que me encuentro en una guerra. Lo irónico de ellas, es que consideran victoria el haber asesinado a todos los enemigos, pero ellos también pierden compañeros. Supongamos que son trescientos soldados contra otros cuatrocientos. Comienza la batalla; de los trescientos quedan cincuenta, pero asesinaron a sus contrincantes ¿Por qué festejan? ¿A caso vale más el reconocimiento que la vida de sus compañeros?
- No comprendo...
- El punto es, a veces, por ser reconocidos, arriesgamos valores; sentimientos; emociones; dignidad. Pero nos enfocamos tanto en el qué dirán y elegimos perder, creyendo que hemos ganado. - suspiro - ¿Vale la pena nuestra reputación? ¿No debería bastar con ser nosotros mismos?
- Si lo pones de ese modo, tiene sentido. Pero debo disentir contigo en algo. Los soldados que van a luchar en la guerra, están convencidos de que perderán compañeros o su propia vida; verán más muerte de la que nunca han visto en toda su vida. Pero muchas veces no es por reconocimiento, ellos se han propuesto una meta y el saber que llegaron es su victoria.
- Tiene sentido... No lo había pensado así... Gracias por ser mí inconsciente unos minutos.
- Bueno, hablas conmigo en la oscuridad. Soy lo más parecido a un inconsciente, si lo analizas bien.
- Tienes razón... Una cosa más.
- Sí, dime.
- Quiero pistas.
- ¿Sobre qué?
- Sobre ti; tengo una idea, yo te haré preguntas y tú responderás con la verdad y nada más que la verdad.
- ¿Estoy en juicio?
- Algo parecido.
- De acuerdo, jueza, pregunte.
- ¿Me conoces? ¿Sabes cómo soy físicamente? - se acerca.
- Sí. - los pasos se detienen. Vuelve a toser.
- ¿Te encuentras bien? - ésta vez soy yo la que se acerca. Coloco mí mano derecha sobre un lado de su rostro. - Estás sudando frío.
- Sí, sí, estoy bien. - se aleja para no sentir mí tacto. Está actuando extraño. - Sigue preguntando.
- De acuerdo... Mmm... - vuelve a toser. - En serio, Austin, estás asustándome, ¿Seguro de que estás bien?
- No, es decir, sí. Debo irme. - se aleja corriendo.
- ¡Pero aún no termino con las preguntas! - ya se había ido. Demasiado misterio para una sola persona.Registro las cosas de mí mochila antes de recostar mí cabeza sobre ella. La última vez, alguien escondió una araña allí. ¡¿Cómo es posible que hayan tantas arañas en ésta escuela?! ¡Ni siquiera podemos salir al patio!
Faltan menos de tres semanas para salir de éste lugar tan desagradable, estoy agotada de aparentar no sentir. Caminar entre los estudiantes pretendiendo que no me hieren sus comentarios y burlas; no entiendo cómo pueden fingir no ser ellos mismos con tanta facilidad.Estoy en un rincón del gimnasio, recostada en el helado suelo, pero no me interesa erizar mí piel; sé que en unos segundos, el calor corporal, cumplirá su función y logrará entibiar la zona de la espalda que está perdiendo sensibilidad por el frío. Un déjà vu irrumpió entre mis pensamientos, abriendo paso a la nostalgia; el recuerdo de la noche en que Dustin y yo dormimos abrazados, luego de que él casi se congela por salir sin abrigo a la helada. Toqué su espalda mientras lo abrazaba; creí que no sentiría mí tacto por lo fría que estaba. Pero al instante, sentí bajo mis dedos cómo su piel se erizaba.
Una lágrima escapa sin permiso de mis ojos al revivir el momento en el que Dustin confesó haber planeado la broma en la biblioteca y el robo de mí diario. El rencor se apodera de mí; los buenos recuerdos se transforman en "pasado pisado"; olvido la manera en la que me trataba, las risas, las conversaciones, cuando tuve fiebre y él se quedó a mí lado durante toda la noche; las imágenes pasan en retrospectiva y se convierten en una palabra: mentiras. Todo eso fue actuación; nunca le importé; no me quería, ni siquiera como amiga; solo se preocupó por su maldita reputación.
Mí nivel de enojo se resume en escribir lo que siento en ese momento. El suyo, sobrepasó los límites. Eligió mí lugar seguro; se tomó el trabajo de imprimir todas y cada una de las carillas del diario, pegarlas en lugares estratégicos para que todos las lograran leer sin dificultad alguna, sin encimar para que nadie se perdiera ni una sola palabra de lo que estaba escrito. Esta vez cruzó todas las líneas habidas y por haber.- Jeany, Dustin está en la enfermería. Pidió verte. - Amy se coloca de cuclillas frente a mí para estar lo suficientemente cerca.
- Puedes decirle que deje un mensaje después del tono beep.
- Vamos, Jeany, es anémico y no come hace tres días. Él es un imbécil, pero tú no. ¿Quieres que se sienta aún más basura? Ve a hablarle y demuestrale que eres buena persona con él, a pesar de lo que te hizo. - Sus palabras tienen sentido.
- De acuerdo, iré. Pero esperas afuera.
- Tú mandas. - Se enderezó y me ayudó a ponerme de pie; tiró de mí con tanta fuerza que me incorporé de un salto. La enfermería se encuentra en el extremo opuesto al que estábamos, lo que significaba atravesar todo el gimnasio, cosa que quería evitar. Gracias a la presencia y reputación de Amy, los estudiantes ni siquiera se atrevían a mirarme. Noté que ella era consciente de esto ya que puso una sonrisa maliciosa en su rostro.
Llegamos.- ¿Dustin? Soy Jeany. - le hablé a través de la puerta antes de ingresar, por precaución. - Voy a entrar.
- Sabes que no necesitas hacer eso. Tu presencia no podría molestarme jamás. - su rostro era aún más pálido de lo normal; sus labios... aquellos que parecían humectados con alguna especie de brillo labial rojizo, habían perdido su color; las ojeras violetas le robaron todo el protagonismo a esos ojos color miel envidiable; mantenía una mirada oscura y dolida. Me pareció ver una esperanza fugaz que lo iluminó unos segundos hasta que comenzamos a hablar.
- Te ves horrible. - un intento de risa mezclado con una tos rasposa, fue la respuesta de Dustin a mí comentario.
- Cualquier comentario hiriente resultará música para mis oídos, por el simple hecho de escuchar tu voz.
- De acuerdo, poeta ojeroso, creo que la falta de alimento te volvió aún más insoportable y cursi. - me acomodo a los pies de la camilla. Dustin encoge las piernas para que yo tenga más espacio.
- Te extraño. - oh no, ya va a empezar. - Antes de que digas nada, sé lo que hice y sé que estuvo mal. No lo pensé...
- Solo vine para demostrarte que no soy igual de basura que tú. - lo interrumpo. - Me lastimaste, y mucho, eso no se perdona en tres días, ni siquiera sé si te perdonaré. - cierra los ojos y deja caer una lágrima.- Que no te alimentes solo te lastima a ti; no lograrás que te perdone con eso. - suspiro - Por ahora, lo mejor será que te olvides de mí. Dudo volver a lo que éramos. - amagué para levantarme e irme, pero él me detuvo sujetando mí mano.
- Jeany, te lo suplico. No me hagas esto. - me suelto de su agarre con lentitud y me pongo en pié. Estoy mirando hacia la puerta, me volteo al oír que se incorpora.
- Ya no insistas, Dustin. Se acabó. Acabas de perderme. - Abrí la puerta y salí de allí con una angustia que casi no me dejaba respirar. Amy me observó con lástima, sin que le dé explicaciones me abrazó con fuerza. Aunque fue algo reconfortante, sigo sintiéndome rota, y no sé hasta cuando seguiré así.
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Cuarentena
Teen Fiction¿Te imaginas quedarte atrapado en la escuela a causa de una tormenta, durante cuarenta días, como si hubiera una peste? Esto fue lo que les sucedió a los alumnos de la secundaria Rosemarie. ¿Podrán mantener sus reputaciones envidiables? ¿Se revelará...